Reseña: La desaparición de Josef Mengele, de Olivier Guez
Un criminal nazi y su fuga sudamericana
"Durante el verano ella se presentó en Auschwitz […] vivieron una segunda luna de miel. […] Los SS quemaban a hombres, mujeres y niños en los fosos; Irene y Josef recogían arándanos con los que ella preparaba confituras. […] En menos de ocho semanas fueron exterminados más de trescientos veinte mil judíos húngaros".
Mediante este contraste brutal, Olivier Guez (Estrasburgo, 1974) describe en La desaparición de Josef Mengele (Premio Renaudot de Novela 2017) la visita de la primera esposa de "El Ángel de la Muerte" al campo de concentración donde su marido practicaba sus atroces experimentos médicos.
La obra, que relata la historia de Mengele en Sudamérica, es fruto de un riguroso trabajo de investigación y logra otorgarle una dimensión humana verosímil a un personaje monstruoso sobre el cual se ha hablado, escrito y fabulado tanto. El autor francés consigue este propósito gracias a un ejercicio moderado de la ficción (muy alejado de tramas como la de la película Los niños del Brasil) y desarrolla una crónica que casi podría considerarse una biografía apenas novelada.
"El ingeniero de la raza aria" llega a Buenos Aires en 1949, bajo el nombre de Helmut Gregor. Guez describe el clima político imperante en aquella época regida por Perón ("un oso con un uniforme de opereta") y Evita ("un gorrión engastado en joyas") y analiza el espectro ideológico del líder justicialista: la influencia fascista de Mussolini y su visión de una "tercera fuerza" que se impondría a los soviéticos y a los estadounidenses. En ese contexto –concluye– la Argentina se convirtió en un "santuario" que abrió sus puertas "a millares y millares de nazis, de fascistas y de colaboracionistas".
Durante su estadía en nuestro país, Mengele –al que Adolf Eichmann considera un "verdugo de pacotilla"– desempeña distintas actividades: "Dirige una carpintería de obra y una fábrica de muebles financiadas por el inagotable caudal familiar, practica abortos clandestinos y pregona la legendaria resistencia de la maquinaria agrícola Mengele a los granjeros de las provincias del Chaco y de Santa Fe". En 1956 le entregan un pasaporte alemán con su nombre verdadero y en 1958 se casa con la viuda de su hermano. Parece hallarse fuera de peligro, pero la progresiva difusión de los horrores del Holocausto lo va poniendo cada vez más en la mira internacional y se ve obligado a escapar primero al Paraguay y luego a Brasil.
El libro no se apoya en un suspenso convencional, ya que de antemano se sabe que el criminal nazi jamás fue capturado. Uno de sus atractivos proviene de la exposición de las diversas circunstancias que confluyeron para que eso sucediera. Otro mérito de Guez consiste en su capacidad para crear una mínima empatía hacia un protagonista tan perverso, a medida que rastrea los pasos de su eterna huida. Este sentimiento nunca se convierte en piedad, porque continuamente se nos recuerdan las aberraciones de las que es culpable.
En Brasil el retrato de Mengele alcanza su perfil más íntimo. El criminal nazi ignora que los alemanes siguen creyendo que está en el Paraguay y que los israelíes ya no planean secuestrarlo, como a Eichmann. Vive varios años hospedado en la granja de un matrimonio húngaro, situada a trescientos kilómetros de San Pablo. Su reclusión final, en un "cuchitril" de un "suburbio miserable" de esa ciudad –sumada al miedo constante a ser apresado, a las humillaciones de una supervivencia furtiva, una implacable decadencia física y una soledad afectiva absoluta– consolidan un cierto sabor a justicia. Como si el destino hubiese dispuesto una forma de castigo más sutil que el de una rápida ejecución en la horca.
La desaparición de Josef Mengele
Por Olivier Guez
Tusquets. Trad.: J. Albiñana págs./ $ 349