Reseña: Exilium, de María Negroni
Recuperar el paraíso infantil
El período de la infancia, dependiendo de la legislación de cada país, abarca más o menos los primeros cinco años de vida y encuentra su etimología en el latín infans (infante) que significa, literalmente, el que no habla.
Ya desde ese título en latín, Exilium, la poeta y ensayista María Negroni amaga con meterse con uno de los grandes temas de la agenda mundial –la inmigración, el destierro, la xenofobia, los refugiados– aunque en realidad termina tomando, con sutileza y talento, un tema intrínseco de la poesía: el lenguaje y su contracara; es decir, la infancia.
Publicado en la prestigiosa editorial Vaso roto que con base en México y España se caracteriza por sus muy cuidadas ediciones bilingües e incluye en su exquisito catálogo a autores como Antonio Gamoneda, Mercedes Roffé o Chantal Maillard (notable poeta y filósofa española nacida en Bélgica), Exilium es un único poema de largo aliento lleno de filos, profundidades y sombras que se va expandiendo como un líquido en direcciones imprevistas.
Uno de los aspectos más interesantes de Exilium radica en la manera en que Negroni disecciona la materialidad del lenguaje con el objetivo de hacer resonar sus múltiples aristas sin despojarlo en absoluto de su profunda carga simbólica. Es en ese sentido que el discurso y cada uno de los fonemas que lo conforman se vuelven algo indivisible, mientras que vocales, pronombres, hiatos y casos acusativos (presentes en el latín y en cada una de las lenguas que declinan) vienen a cumplir una doble función de sustancia y trama, como si fueran juez y parte del discurrir poético.
Aunque el tejido de todo el poema es sólido y, a la vez, flexible, está especialmente logrado el contraste de imágenes concretas –y que pueden percibirse de manera inmediata– con la descripción de esas materialidades del lenguaje: "Gotas de sangre en la nieve,/ revoltura de formas/ pronominales".
Con el pasado como norte pero sin exprimir en exceso la nostalgia (porque, después de todo, "La madurez avanza/ en silla de ruedas/ hacia la infancia"), Exilium encuentra su centro neurálgico en esa enorme paradoja de recuperar –o, mejor dicho, recordar en el sentido platónico– el paraíso de la infancia que, por definición, carece del lenguaje. Parece imposible, parece utópico. La única herramienta disponible para hacerlo es, justamente, la palabra (poética): "Tanto esfuerzo por llegar/ a esa lengua/ donde alguna vez fuimos/ niños/ de aladas palabras".
A lo largo y ancho de este poemario abundan, en consecuencia, las imágenes que refieren a la niñez pero también a esa abismal paradoja de revivir hablando las instancias previas al lenguaje: "noches de mangas cortas", "música que no se puede tocar", "la tentación de existir que no existe".
Tal como sintetiza en uno de sus versos Negroni, "la infancia es eso que entierra el lenguaje".
Pero, al mismo tiempo, solo el lenguaje –y, otra vez, solo el lenguaje poético– es capaz de poner en práctica una especie de exhumación.
Negroni ha publicado libros de poemas (entre los más recientes se cuentan Arte y fuga, Cantar la nada), de ensayos (Ciudad gótica, Galería fantástica, Pequeño mundo ilustrado), novelas (El sueño de Úrsula y La Anunciación) y obras en colaboración (Cartas extraordinarias, Pequeños reinos). También se ha dedicado a la traducción, sobre todo de poesía norteamericana.
Autora prolífica, Exilium no es ya su último libro. La editorial La Bestia Equilátera acaba de dar a conocer también Archivo Dickinson, en el que la escritora explora el imaginario de Emily Dickinson, la singular poeta estadounidense del siglo XIX, por medio de 78 prosas líricas que establecen un sutil diálogo poético.
EXILIUM
Por María Negroni
Vaso Roto. 60 páginas. $ 720