Reseña: El uso de los cuerpos, de Giorgio Agamben
Con la publicación de El uso de los cuerpos, el pensador italiano Giorgio Agamben (Roma, 1942) culmina su proyecto Homo sacer, el ambicioso tratado filosófico que desarrolló durante casi dos décadas a lo largo de nueve libros y que cuenta entre sus títulos clave Lo que resta de Auschwitz y El Reino y la Gloria.
La serie de Agamben, que le valió un lugar central en los debates filosóficos contemporáneos de las últimas décadas, busca investigar la maquinaria política del poder en Occidente, tratando de develar y desactivar su funcionamiento desde una perspectiva que incluye la estética, el derecho, la teología y la ontología. Se vale para ello del método arqueológico que desarrolló Michel Foucault, el cual apunta a descubrir un origen que, de manera paradigmática, permita hacer un diagnóstico del presente. Para trazar esta genealogía del poder, Agamben suele remontarse a la antigüedad clásica y tardía, donde detecta los presupuestos que lo cimientan, a la vez que conversa con autores contemporáneos como Martin Heidegger, Walter Benjamin, Hannah Arendt, Carl Schmitt y Gilles Deleuze, además del propio Foucault.
El proyecto Homo sacer toma su nombre de una figura del derecho romano arcaico, según la cual un individuo, tras haber cometido un delito, era excluido de la comunidad y quedaba expuesto a la muerte: cualquier ciudadano podía matarlo sin que ese acto fuera considerado un homicidio. Esta oscura figura legal le permite a Agamben pensar el Estado de derecho desde la perspectiva de la exclusión y analizar la “excepción” como estructura originaria de la biopolítica, otro concepto de Foucault. La propuesta del pensador italiano apunta a desactivar lo que denomina la “máquina antropológica”, aquella que produce lo humano en oposición al animal a través de una serie de dispositivos que organizan lo viviente en una lógica binaria. Se trata de tornar “inoperosas” –el neologismo lo usan también Blanchot y Nancy– las divisiones que caracterizan el pensamiento occidental: animal/hombre, sujeto/objeto, público/privado, esencia/existencia, potencia/acto.
En el monumental volumen que constituye El uso de los cuerpos, Agamben elabora una ontología que se presenta como vía de salida de las aporías a las que arribó el pensamiento metafísico occidental con sus dispositivos de escisión. La primera parte está dedicada a delinear una teoría del “uso” (concepto fundamental que, como categoría política, el italiano viene desarrollando desde Profanaciones). A partir de una definición que da Aristóteles del esclavo como “el ser cuya obra es el uso del cuerpo”, Agamben piensa el “uso” como modelo de una nueva relación con el cuerpo viviente, ya no “propio” ni “de otro”.
En la segunda parte del volumen, intitulada “Arqueología de la ontología”, Agamben esboza el proyecto de una ontología modal, enraizada en la filosofía de Spinoza, que se propone neutralizar las dicotomías producidas por el dispositivo aristotélico (empezando por la oposición potencia/acto). “Estamos habituados a pensar en modo sustantivo –escribe el filósofo– mientras que el modo tiene una naturaleza constitutivamente adverbial, expresa no ‘qué’ sino ‘cómo’ el ser es”.
La idea de una forma-de-vida que no resulta de la articulación de “vida desnuda” y vida políticamente cualificada, sobre la cual el autor ya había reflexionado en Altísima pobreza y que contribuye más bien a neutralizar esa dicotomía. es desarrollada en la tercera parte. Finalmente, en un epílogo que pone en perspectiva la totalidad del proyecto Homo sacer, Agamben presenta un concepto, “potencia destituyente”, capaz de desactivar el esquema de un “poder constituyente” y un poder constituido, en el cual éste queda ulteriormente reabsorbido.
“Como toda obra de poesía y de pensamiento, no puede ser concluida, sino sólo abandonada (y, eventualmente, continuada por otros)”, escribe Agamben al principio de El uso de los cuerpos. En efecto, Homo sacer es un proyecto inevitablemente inacabado, no sólo porque propicia un juego de resonancias que no puede ser clausurado, sino también porque abre a la tarea de pensar nada menos que nuevas formas de vivir.
EL USO DE LOS CUERPOS
Por Giorgio Agamben
Adriana Hidalgo. Trad.: Rodrigo Molina-Zavalía. 514 págs., $ 590