Reseña. El barquito chiquitito, de Antonio Tabucchi
Tabucchi, un novelista en sus inicios
El barquito chiquitito que figura en un verso español de canción para niños ("Había una vez un barquito chiquitito / que no podía navegar") da el título de la segunda novela de Antonio Tabucchi (Pisa, 1943- Lisboa, 2012), compuesta en los años setenta y publicada en Milán en 1978. Es la historia del buen Capitán Sesto, que intenta reconstruir su historia familiar a partir de unos pocos objetos relegados en un desván. Y su historia –con deliberada minúscula– se entrecruza con la Historia de Italia, avasalladora y casi siempre injusta con los justos.
Así, en capítulos engarzados según una lógica asociativa que el narrador recoge de las pocas cosas y los escasos recuerdos que Sesto logra reunir, el libro atraviesa más de sesenta años: la historia de sus padres, su infancia, su orfandad, la pobre relación con su padrastro, el amor adolescente, la lucha antifascista, los años de posguerra.
En la novela es posible rastrear las estrategias narrativas de los futuros libros del autor de Sostiene Pereira. Por un lado, la implementación de una trama en sintonía con el realismo mágico sudamericano, que tanto amaba. En algunas frases y, sobre todo, en algunos paisajes de la historia (el pueblo blancuzco, polvoriento y adormecido de la infancia de Sesto) se intuye la lectura fiel de Cien años de soledad. Por otro lado, ya están latentes los motivos principales: la identidad desdibujada, el doble, los lugares ajenos (hoteles desvencijados, paisajes agrestes), el tiempo que todo lo fagocita y carcome. Y, por supuesto, ya están en El barquito chiquitito el fragmentarismo, la cita y la parodia posmodernas, otras de sus marcas de estilo.
El barquito chiquitito, Antonio Tabucchi, Anagrama. Trad.: Carlos Gumpert, 232 págs./ $ 475