Reseña: Contrafrente, de Jorge Accame
En la última novela de Jorge Accame (Buenos Aires, 1956), una imposibilidad pone en marcha la escritura. El narrador de Contrafrente reflexiona sobre la vía elegida: “Me pregunto si no escribo todo esto sobre mi padre porque no puedo decírselo frente a frente. Si no es mi manera de decírselo. Mi esperanza de que piense en estas cosas y todavía quede tiempo para cambiar algo. Que antes de separarnos definitivamente haya una mirada o un gesto indicando que nos quisimos”.
Lo que no se ha podido decir de frente se dirá desde el contrafrente, un espacio de atmósfera simbólica. En un edificio dividido en departamentos A y B, Adolfo realiza algo inusual, algo que lo aleja de su rumbo habitual y lo deposita en un ámbito perturbador. Aunque vive en el séptimo A, toma el ascensor que conduce al sector donde están los departamentos B, los del contrafrente. Desde el pasillo y a través de los ventanales que dan al patio interior, examina la parte trasera del hogar paterno.
Contrafrente va más allá de la relación conflictiva entre un hijo y su padre. Adolfo comienza su historia diciendo: “Desde el inicio de este texto tengo la sensación resignada de que no podré escapar”. Acaso sea una fuga su principal peripecia: liberarse de una estirpe que se inaugura en la Edad Media, cuando el cruzado Giacomo Berggeggi conoce a una mujer hebrea, abandona su campaña religiosa y regresa a Génova para casarse con ella. A partir de entonces se lo conocerá por un apellido diferente. La sombra de ese antepasado se proyecta sobre la búsqueda de sentido que ocupa a Adolfo. La conducta de su padre estuvo siempre dirigida por un sentimiento del deber, cuyo cumplimiento prometía una vida perfecta. Pero el nacimiento de su hija torció sus planes, desvió su vida irremediablemente: “Todo se encarrilaba en el sentido en que se había empeñado construirlo. Pero nació mi hermana y el timón de su barco se volvió loco”. Desde muy pequeña, Virginia sufre una fuerte epilepsia que ha afectado seriamente su cerebro.
En El yo y el ello, Freud habla de una historia genética del superyó. La conciencia moral y el ideal del yo comprenden conflictos transmitidos generacionalmente. Del deber y la culpa, del cerco familiar, se propone escapar el narrador de Contrafrente. Escribir, casarse con una mujer que vive en un contrafrente y radicarse en el sur patagónico representan su intento de fuga física y psíquica de lo que siente como un destino inexorable. Pero su narración trasciende la genealogía, la historia de su apellido; deriva hacia una mirada singular sobre los años setenta en la Argentina. Mientras que desde los pasillos del contrafrente es posible ver el mundo interior, o el mundo trascendente (“Desde el bloque B también puedo ver a dios”), la violencia policial puede observarse desde el frente: “Vi un hombre boca abajo sobre la entrada de la cochera. Había una mancha bordó en el medio de su espalda. Desde los balcones de los departamentos A se veía claramente lo que sucedía”. Pero el conflicto no reside sólo en la represión ilegal del Estado contra los grupos guerrilleros y la ciudadanía en general: los años del Proceso comprenden también la relación conflictiva de dos generaciones. Las fuerzas del orden “me daban a entender que el mundo estaría mejor si todos los hijos desaparecieran de una vez”, concluye el narrador.
En Contrafrente, se percibe la versatilidad de la escritura de Accame, que ha ejercido la narrativa, la poesía y el teatro. La novela despliega una trama de diferentes texturas, alternando la narración tradicional con pasajes hechos de frases, reflexiones, escenas de tono frecuentemente onírico. El resultado es una historia que –acaso por carecer de una línea argumental– no es atrapante, pero sí atractiva, fecunda para la interpretación simbólica. Isaac y Abraham, Telémaco y Ulises, Jesucristo y Dios, Kafka y su padre participan en Contrafrente como figuras emblemáticas de la serie de padres e hijos que le ha dado forma a la cultura occidental.
CONTRAFRENTE
Por Jorge Accame
Edhasa. 160 páginas. $ 265