Reseña: Babilonia, de Yasmina Reza
Todo espacio cotidiano engendra, en su repetición, los gérmenes de la tragedia. Babilonia, de Yasmina Reza (París, 1959), juega con ironía hasta desarmar esta idea. Elizabeth cuenta el presente, recuerda sus mejores momentos. Cree haber dejado pasar su juventud de manera “irreversible”. En su melancolía toma dos decisiones que, en principio, no serían inusuales para una mujer mayor de clase media: vuelve a detenerse en el libro de fotografías que la apasionaba en su juventud (Los americanos, de Robert Frank) y, casi en simultáneo, organiza una fiesta de la primavera en su departamento. Lo curioso es que esas elecciones la van a enfrentar a la zona incierta de sus frustraciones.
A decir verdad, el punto de vista de Elizabeth bucea en la distorsión de la melancolía. Ingeniera en patentes, la protagonista acaba de pasar la barrera de los sesenta años; su hijo se independizó, su madre murió poco tiempo atrás y la relación sin sobresaltos con su marido Pierre parece no alcanzarle para despejar la soledad que la nubla. De modo que en la novela (ganadora del Premio Renaudot en 2016) la estabilidad aparece como causa de inquietud.
Es difícil encontrar en los elementos de la historia los rasgos de un único género: oscila entre el absurdo, el policial y la novela negra. No en el sentido del enigma, sino más cerca de las tramas de Patricia Highsmith, en las que el centro del asunto es la mente de un individuo convencional donde crecen y se multiplican los detonantes de un crimen. Sólo que Reza no se detiene en la psicología y prefiere manejar una distancia precisa entre la narración y los personajes. Los somete a una mirada despierta acerca de sus propias estupideces. Al mismo tiempo, los hechos aparecen con una naturalidad que están muy lejos de poseer. No hay espacio para las condolencias. En esa arquitectura, la tragedia se ve desde lejos, siempre en segundo plano.
Elizabeth, en un rapto de energía, invita a sus amigos, a su hijo y a sus vecinos, los Mastroviti, a una cena en su departamento y, a pesar de su edad, va a tomar decisiones una y otra vez como si fuera una adolescente. No es extraño que la intimidad se espíe a través de los sucesos más triviales. Las escenas resultan visuales hasta la exasperación. Basta pensar en Art, la famosa obra de teatro escrita por Reza, para comprender la habilidad de la autora para dotar de movimiento a las ideas. Por ejemplo, una valija roja concentra la tensión de un momento decisivo mejor que cualquier explicación. De manera tal que las descripciones aparecen en función de lo narrado. Dicho de otro modo, Reza se apropia del principio de mostrar en lugar de contar y consigue que la tensión escénica de la novela, las peripecias de los protagonistas, las voces de cada una de ellos tengan una cualidad cinematográfica.
BABILONIA
Por Yasmina Reza
Anagrama. Trad.: Javier Albiñana. 206 páginas, $ 265