Repensar
"Esta medida aduanera se puede repensar, quitando los obstáculos que originan noticias considerablemente exageradas sobre el inverosímil fallecimiento del lector libre argentino."
(Del director de la Biblioteca Nacional, Horacio González.)
Trabar la importación de libros y revistas no fue un capricho. Hubo alguien que estudió a fondo la medida antes de tomarla, alguien que tuvo que someterse a un esfuerzo intelectual de muchas semanas para concebir la explicación de que había que hacerlo porque la tinta de los extranjeros es venenosa. Es decir: hubo alguien que lo pensó, porque si nadie lo hubiera pensado sería imposible que ahora se contemplara la posibilidad de repensarlo. Nadie está exento de cometer un disparate y es bueno que después vuelva sobre sus pasos para analizar qué lo impulsó a casarse con Strauss-Kahn, a votar a Berlusconi o a contratar a los Schoklender, por ejemplo. Puede pensar en esas cosas: lo que no puede hacer es "repensarlas", porque jamás había pensado en ellas antes. En este caso, el prefijo "re" impone la condición de un antecedente. No cumple la misma función que en la frase "prohibir la importación de libros es reidiota", donde el prefijo "re" es una mera duplicación del adjetivo.
Gracias al profesor González sabemos que aquí el azar no tuvo nada que ver. Es un alivio, porque no hay nada peor que estar en manos de chiflados. Y no es apenas un alivio: también abre la puerta a la ilusión y a la esperanza. Tal vez otras disposiciones oficiales que a simple vista suenan disparatadas responden en verdad al pensamiento. Quizás hay funcionarios que piensan y repiensan. Quizás hay vida en Marte y todavía nadie se dio cuenta.
A lo mejor (¡no lo descarten, negadores!) hay un plan general y el "modelo" que da pie a tantas bromas tiene, al fin y al cabo, un sentido. Podría ocurrir que no lo viéramos por estar demasiado cerca. Lo mismo que con las líneas y dibujos de Nazca, que solamente revelan su trazo completo si se los mira desde muy arriba. A lo mejor nuestros actuales dirigentes no son políticos corrientes, sino maestros en el divino arte de los geoglifos.
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