Reseña: Una noche en el paraíso, de Lucia Berlin
Con la publicación de la antología de cuentos Manual para mujeres de la limpieza, la escritora Lucía Berlin (Alaska, 1936-Marina del Rey, 2004) pasó del olvido a la fascinación de público y crítica, diez años después de su muerte. Una mirada desapegada y a la vez compasiva para narrar experiencias cotidianas volvieron irresistibles sus historias. Con una honestidad similar, pero sin alcanzar el destello de los mejores cuentos de aquella colección, Una noche en el paraíso reúne una nueva selección de relatos que muestran las vivencias tumultuosas de mujeres de clase trabajadora y se acercan, todavía más, a la vida pintoresca de su autora.
Las mujeres de las veintidós historias que componen el volumen tienen algo en común: son sobrevivientes de la vida doméstica que les impuso el amor romántico. Se enamoran, se casan y acompañan a sus maridos en sus aventuras por Santiago de Chile, México, Manhattan y Oakland. En cambio, los hombres son incapaces de hacer lo mismo por ellas. Al parecer están siempre ocupados, hacen esculturas, trabajan, tocan el piano en bares nocturnos o se drogan. Sin embargo, ellas insisten en armar un lugar propio dentro de la familia. Se las ve desorientadas. Saben, sí, que para continuar tienen que lograr que ellos les hablen. Si los hombres y el amor ocupan un lugar central en sus deseos, permanecen afuera de las historias. A la larga ellas siempre terminan por criar a sus hijos solas.
El humor desfachatado y la ironía le permiten a Berlin mostrar el dolor sin caer en el melodrama, aún frente a situaciones trágicas. Es cierto que algunos relatos parecen anécdotas bocetadas, pero también hay otros soberbios donde los hechos son tan naturales como imprevisibles, una de las fortalezas de esas historias.
En el fondo, la autora no difiere mucho de sus personajes. Al igual que ellas, Berlin también tuvo una vida agitada que se volvió material para sus ficciones. Su papá trabajaba en la industria minera y llevó a su familia por pueblitos de Idaho, Kentucky y Montana. De una infancia rústica en el oeste viajó a Santiago de Chile y pasó a convivir con la clase alta del país latinoamericano, fue a bailes de gala, asistió a clubes de elite y se vio obligada a actuar como anfitriona en las reuniones de su padre porque su madre se encerraba en el cuarto con una botella de alcohol. Ya de vuelta en Estados Unidos, se casó con un escultor, tuvo un hijo y su marido la abandonó en cuanto nació el segundo. Volvió a casarse con un músico y tuvo dos hijos más, pero el hombre resultó ser adicto a la heroína y ella terminó dejándolo para viajar a México con el que sería su tercer esposo. Fue alcohólica y se recuperó. Trabajó de telefonista, administrativa en un hospital, empleada de limpieza y, finalmente, como profesora en diversas universidades.
Más allá de los cambios de escenario, la voz narrativa de los cuentos suena como una amiga cercana relatando sus recuerdos más íntimos. "Fue un momento horrible, de esos en los que sabes que deberías hablar, o escuchar y el silencio retumba", dice la narradora de "Lead Street Albuquerque". En el mismo tono, la sucesión de historias trama un itinerario de lugares, etapas de la vida y circunstancias asociadas a la biografía de Berlin. Por ejemplo, su vida dentro de la clase alta chilena aparece con todo el color del romanticismo alemán en el cuento "Andando. Un romance gótico".
"Hay ciertos sonidos concretos que son perfectos", escribe en "El Pony Bar, Oakland". En esa frase, la escritora estadounidense descubre otro de sus talentos: un oído inusualmente despierto que encuentra –al estilo, entre nosotros, de Hebe Uhart y a pesar de la traducción artificial– los giros populares del lenguaje. Así, sus insólitos personajes parecen hechos de la música con la que hablan.
Una noche en el paraíso
Por Lucia Berlin
Alfaguara. Trad.: Eugenia Vázquez Nacarino. 282 págs./ $ 629