Relato de un infierno real
Sobre El reino del padre Antelo, de Marcelo Di Lorenzo
Desde 1982 y en menos de diez años, el sacerdote salesiano uruguayo Adolfo Antelo logró dos proezas: crear y expandir dentro de la Iglesia una comunidad de jóvenes fieles de ambos sexos que lo idolatraban, y luego convertirla en un infierno de castigos, abusos sexuales, lavado de cerebro, fugas y persecuciones mientras el cura se hundía en una locura que veía poblada de endemoniados: sus más cercanos seguidores.
La Iglesia uruguaya demoró en reaccionar pero lo hizo con firmeza. Desde otros ámbitos se presionó para silenciar el escándalo, pues la mayoría de los laicos consagrados de la Comunidad Jerusalén pertenecía a sectores económicos y culturales altos y la comunidad se había expandido hacia la Argentina. Algunos de los más graves abusos ocurrieron en la diócesis de San Isidro, a cargo del obispo Jorge Casaretto. Los periódicos orientales Búsqueda y Tres revelaron el caso y en 1996 LA NACION realizó una investigación en Montevideo que confirmó los abusos.
Ahora, uno de los primeros integrantes de la comunidad, Marcelo Di Lorenzo, narra el infierno en un relato doloroso pero con ritmo cinematográfico, que procura comprender al primer Antelo, su derrumbe posterior y, finalmente, lo más difícil: desentrañar el proceso sectario y el por qué de la ceguera o fidelidad de los seguidores pese a sus sufrimientos.
Di Lorenzo, uno de los primeros en advertir lo que ocurría y enfrentar al cura, explica que los mecanismos de culpa y condena que activaba el sacerdote generaban lazos difíciles de romper. Quien huía estaba condenado al infierno y sólo Antelo podía salvarlo, y a más de uno, refugiado en la casa de sus padres, se le aparecía en sueños reprochándole la traición.
Todo empezó cuando el cura se sintió abandonado por un religioso que lo secundaba. En realidad, fue Antelo quien lo alejó para después demonizarlo y descubrir en algunos fieles su influencia satánica. Hacia 1989 arreciaron los interrogatorios que duraban horas y pronto incluyeron fuertes golpes para que los consagrados confesaran sus inexistentes contactos con ese religioso.
No todos sufrieron los abusos, sólo algunos de los más cercanos al cura, que en pleno escándalo logró apoyo del Vaticano. Fue decisiva la intervención del psicólogo Daniel Corlazzoli. La Iglesia uruguaya prohibió la comunidad y la justicia procesó a Antelo y no llegó a condenarlo porque murió antes de cáncer. Di Lorenzo huyó, como otros consagrados, y se ordenó sacerdote, aunque más tarde dejó los hábitos. Se requiere valor para escribir este libro que incluye testimonios judiciales de las víctimas y es también un cuidadoso ajuste de cuentas con quien traicionó la confianza de sus fieles. Lo ocurrido no merecía el olvido y Di Lorenzo lo revive para evitar su repetición.
No todos sufrieron los abusos, sólo algunos de los más cercanos al cura, que en pleno escándalo logró apoyo del Vaticano. Fue decisiva la intervención del psicólogo Daniel Corlazzoli. La Iglesia uruguaya prohibió la comunidad y la justicia procesó a Antelo y no llegó a condenarlo porque murió antes de cáncer. Di Lorenzo huyó, como otros consagrados, y se ordenó sacerdote, aunque más tarde dejó los hábitos. Se requiere valor para escribir este libro que incluye testimonios judiciales de las víctimas y es también un cuidadoso ajuste de cuentas con quien traicionó la confianza de sus fieles. Lo ocurrido no merecía el olvido y Di Lorenzo lo revive para evitar su repetición.
EL REINO DEL PADRE ANTELO
Por Marcelo Di Lorenzo
Fin de Siglo
168 páginas
$ 220