Redes sociales y el riesgo para la salud mental de nuestros hijos
Ya hay voces de alerta por las características adictivas y peligrosas de algunas plataformas. Los padres, ¿estamos preparados para acompañarlos?
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Hace poco se difundió una noticia de la ciudad de Nueva York que alerta que las redes sociales son una amenaza para la salud mental de los jóvenes: “TikTok, YouTube, Facebook están alimentando una crisis de salud mental al diseñar sus plataformas con características adictivas y peligrosas (...) No podemos quedarnos mirando y dejar que las grandes tecnológicas monetaricen la intimidad de nuestros hijos”.
Hay noticias y noticias. Esta es del tipo que no podemos leer y pasar de largo. Se trata de nuestros hijos, su intimidad y su futuro.
En una sesión con familias sobre adolescencia y nuevas tecnologías llegó la pregunta esperada: ¿cuál es la edad adecuada para darles un celular? Habitualmente no ofrezco orientaciones cerradas que no tienen en cuenta los contextos ni las realidades personales y familiares. Además, más allá de la edad, un tema de fondo es qué tan preparados estamos para acompañar a nuestros hijos en esta navegación.
Los psicólogos acompañamos mejor a otros a atravesar sus propios fantasmas, si nosotros mismos hemos sido capaces de afrontar los nuestros. Esto aplica a la parentalidad: todo lo que nosotros podamos encarar, reflexionar y cambiar, es más fácil de inculcar en nuestros hijos. No se trata solo de aplicar orientaciones técnicas, sino que se pone en juego quiénes somos y las decisiones que tomamos en nuestra propia vida.
Las redes han impulsado nuevas formas de comunicación interpersonal, de conexión íntima y de identidad social. Parece que sólo producen un cambio de medio (antes verbalmente y ahora por whatsapp), pero en realidad el cambio es de fondo.
Si hacemos introspección sobre cómo nosotros nos relacionamos con las nuevas tecnologías, podemos considerar que antes del whatsapp cuando una pareja discutía en el desayuno volvía a retomar el tema a la tarde al regresar del trabajo: las ansiedades, los enojos y la ebullición de la mañana ya habían bajado de tensión, y lo que se veía gigante tomaba otra perspectiva. Hoy una pareja discute en el desayuno y sigue la discusión a lo largo de todo el día por whatsapp, dando rienda suelta a la ira y agrandando las distancias afectivas.
Al momento de pensar cómo educar a los hijos e hijas sobre estos temas, comparto tres orientaciones que pueden ayudarnos a prepararnos mejor:
- Evitar la navegación sin rumbo. Cuando nos metemos a las redes sociales sin un objetivo concreto pueden pasar muchos minutos, incluso horas. Este naufragio nos quita el poco tiempo que disponemos para lo que necesitamos hacer, y activa un círculo de ansiedad y culpa por el tiempo perdido.
- Elegir para despejarnos lo que nos hace bien. Necesitamos momentos de ocio y descanso mental, de entrar en la “caja de la nada” y desconectar de las preocupaciones y tensiones de la vida cotidiana. Pero, cuando elegimos cosas que nos desconectan de nuestros valores y nuestros afectos, el efecto es contraproducente. Me comentaba una persona, que cada vez que se mete a Instagram termina, no sabe por qué, viendo fotos de lugares exóticos, y entonces cierra la app con la amargura de una aparente vida gris.
- Poner el celular en modo familia. Tener el celular a mano hace que revisemos las notificaciones mucho más de lo necesario. Apagar o guardarlo nos ayuda a conectar con lo que pasa alrededor, a estar presentes con atención plena en la vida familiar. Un papá me comentaba que su hija, hace un tiempo, le estaba contando algo y de repente le dice “escuchame pa”, a lo que él responde “claro que te estoy escuchando”, y ella retruca: “pero escuchame con los ojos”.
Cada vez hay más evidencias de que las redes sociales están alterando nuestro sueño, nuestros vínculos, nuestra salud psicoemocional. Para acompañar a los hijos en estos temas necesitamos un compromiso con nosotros mismos. El desafío es alto, pero vale mucho la pena, porque ese esfuerzo personal nos permitirá sacar nuestra mejor versión, y descubrir cómo crecen y florecen nuestras relaciones cuando nos acostumbramos a escucharnos con los ojos.
*Dra. en Psicología. Directora de los estudios sobre educación sexual de la Universidad Austral.