Reconstruir el justicialismo
Según publicó el diario El País en 2014 –y nada hace pensar que las cosas hayan cambiado para mejor–, a un 98% de los españoles la política le interesa nada, muy poco o poco. Cifras similares se repiten en los distintos países de Europa. En nuestra región, según Latinbarómetro, el promedio de apoyo a la democracia como mejor sistema de gobierno es del 54%, con picos de descreimiento como el 31% de Guatemala y el 32% de Brasil.
Si aplicamos una mirada histórica, no es de extrañar que una institución creada en el siglo XVIII –me refiero a la democracia representativa presidencialista– ya no pueda responder a las necesidades de sociedades que son infinitamente más complejas que las que le dieron vida. Por otro lado, si aplicamos una mirada prospectiva, es innegable que los formatos de representación y participación del futuro cercano deben ser distintos a los actuales, si queremos que cumplan eficientemente con su cometido.
Miremos nuestro país. El radicalismo está atomizado en distintos frentes y su capacidad de convocatoria se reduce día a día. El peronismo atraviesa una crisis tan profunda que algunos apresurados ya la califican de terminal. Y el resto de los partidos con menor representatividad está igual o peor.
Son partidos viejos, de viejos y para viejos. El 40% de los que votan tiene menos de 40 años y los padrones anacrónicos que tienen nuestros partidos tienen de 40 años para arriba. Por eso la única posibilidad de reconstruir el justicialismo es darse cuenta de que hay que trabajar 10% con el pasado, 40% con el presente y 50% con el futuro.
Del pasado debemos tomar las raíces de humanismo cristiano que formaron la base filosófica de la que históricamente se nutrió nuestro partido. En el presente, si queremos avanzar y permitir que participen los jóvenes hay que hacer padrones digitales. Digitalizar el padrón será el primer mensaje de cambio verdadero que el justicialismo transmitirá a la ciudadanía.
Consecuentemente debemos adoptar formas de participación acordes con los tiempos, en las que las redes sociales funcionen como los principales agentes de comunicación, horizontalizando, democratizando y transparentando el funcionamiento y la actividad del partido. En cuanto al 50% de futuro, creo que es allí donde debemos poner nuestras mejores energías.
Debemos comprender los grandes desafíos que el porvenir le plantea a la humanidad: el desempleo, el aumento de la expectativa de vida, la consolidación del mundo urbano, el despoblamiento del campo, la escasez de recursos naturales, el cambio climático, la convivencia en un mundo interconectado.
Y con ese panorama a la vista, debemos replantearnos las viejas preguntas a las que alguna vez el justicialismo dio las respuestas acertadas: ¿qué deberían ser hoy los derechos de los niños, de los jóvenes, de los ancianos, de los trabajadores, de las mujeres, de los argentinos? ¿Cómo debería ser una Argentina grande, justa, libre y soberana en este mundo de hoy?
Estas son las preguntas básicas que los justicialistas debemos responder de cara al futuro. Y con esas respuestas, formular una propuesta al pueblo argentino.
La propuesta de un peronismo unido, actualizado y propositivo, con hombres honestos y generosos que lo conduzcan y un proyecto claro para todos los argentinos.ß