Rayuela, el juego de la vida de Cortázar
La primera página de una buena novela es la puerta de ingreso en un nuevo mundo por donde entramos y luego salimos quizá distintos. En Rayuela , Cortázar lanza una primera piedra y abre el juego (de la lectura). Los brincos corren por cuenta del lector. La nueva edición conmemorativa de Alfaguara facilita los saltos que figuran en el "tablero de dirección" diseñado por el autor, ubicando en el margen de cada página el número del capítulo. En cualquier parte del libro sabemos por dónde andamos. Así, el "Segundo libro" de Rayuela, como lo llama Cortázar, cuya puerta de entrada está en el capítulo 73 (luego nos lleva al capítulo 1, de allí al 2, al 116, 3, 84, etcétera), es fácilmente manipulable por el lector. Lo que ocurre dentro del juego sigue siendo vertiginoso y, en cierto sentido, trágico. Un destino a varias voces que promueve un devenir de retazos (la ficción posible de nuestra identidad o la identidad de nuestra ficción).
Rayuela es un juego maravilloso del que nadie sale ganador, pero sí ganando, que no es necesariamente lo mismo; un partido que jugó (o se jugó) "nuestra" generación perdida, tan fascinante y angustiada como la Generación perdida original, a la que pertenecían los escritores estadounidenses que estuvieron en París y otras ciudades europeas entre la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión (Pound, Hemingway, Dos Passos, entre otros). Algunos años después, Cortázar vivió en París y por mucho tiempo. También por allí, en distintas épocas, anduvieron Mario Vargas Llosa, Augusto Roa Bastos, Alejo Carpentier. Cada uno lidiando con la historia de su país, en plena combustión de anhelos personales. Cortázar, entonces, era un ¿exiliado?, ¿un eximido? Sin duda partió de la Argentina por convicción y algo de felicidad, concienzudamente decidido, disconforme con el gobierno de Perón. En 1951 se llevó todos los libros por escribir a Francia. Rayuela es la novela total de su traslado, aunque él la definió como la tentativa de llevar a la escritura toda una vida. Y la vida de los otros, alternando la primera persona del singular con la plural. ¿Novela de subjetividades? ¿Novela generacional? El personaje Talita responde a su manera: "Soy yo, soy él. Somos, pero soy yo, primeramente soy yo, defenderé ser yo hasta que no pueda más. Atalía soy yo. Ego. Yo. Diplomada, argentina, una uña encarnada, bonita de a ratos, grandes ojos oscuros, yo. Atalía Donosi, yo. Yo. Yo-yo, carretel y piolincito. Cómico". Es Talita, La Maga, Horacio Oliveira, Pola, Babs, Ossip y demás miembros del Club de la Serpiente, una trama de él, ella, ellas y ellos; del lado de aquí y de allá. Un mismo libro para todos.
La novela está dividida en tres partes itinerantes: "Del lado de allá", "Del lado de aquí", "De otros lados". Hay que rebotar en el océano para entender sus saltos. Sí, Rayuela se puede leer (y se juega) a los brincos. Y así lo hace Cortázar en su tablero del amor y del azar. Entonces: ¿novela experimental? ¿Novela intelectual? ¿Historia de amor? ¿Búsqueda frenética de pasiones diversas en el arte, en la mujer, en la ciudad? En todo caso Rayuela fue su modo de vivir no ya "de" sino "en" la literatura. Y nos invita a todos a hacerlo.
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