Raúl Zurita y la tradición de los grandes poetas chilenos
Semanas atrás, cuando comenzaron las protestas masivas en Chile, circuló por redes sociales la foto de un anciano vestido como un dandy que llevaba con esfuerzo y alegría una bandera chilena por las calles. Aunque por el párkinson le había dicho adiós a las muchedumbres, el poeta Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950), Premio Nacional de Literatura y Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, acompañó las columnas encabezadas por jóvenes. La imagen se volvió viral. Luego, para sorpresa de los lectores argentinos, se anunció que el 1° de noviembre Zurita se presentaría en una de las sedes de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Ese viernes lluvioso, acompañado por el poeta y doctor en Literatura Gerardo Jorge, el autor de Anteparaíso conversó y leyó poemas ante un auditorio colmado. "Zurita estuvo en la UNA y, con la situación que hay en Chile, su presencia estuvo cargada de una significación especial -indica Jorge-. Algo central que dejó, además de un cierre épico con una lectura acompañada por la Obertura Egmont de Beethoven, fue la idea de una primacía de la vida como unidad de trabajo por sobre cualquier noción burguesa y disciplinaria del arte. Algo que explica el nomadismo de medios y soportes que cultiva, pero también la ética y la imaginación con las que va contra lo que hoy se llama realismo capitalista, que es una clausura del futuro y del sueño. Ante ese cinismo que burocratiza el arte, Zurita sigue planteando una obra de impacto y de extremos". Entre otras acciones de arte total, el poeta escribió versos en el desierto de su país y en el cielo de Nueva York.
El encuentro estuvo organizado por la cátedra de Poesía Universal I de la UNA (cuyo titular es Arturo Carrera) y la editorial Audisea, que este año publicó Cuadernos de guerra, texto que a su vez forma parte de la compilación Zurita (2011). Además de Audisea, que publicó In memoriam y Las ciudades de agua, Mansalva lanzó INRI en 2013 y N Direcciones, Nueva Nueva (texto que luego se incorporó a la edición definitiva de La vida nueva), en 2015. A esa biblioteca del poeta chileno que ama La Divina Comedia, se debe sumar el colosal Un mar de piedras, que acaba de publicar Fondo de Cultura Económica y que reúne más de trescientas entrevistas a Zurita en medios de Chile, la Argentina, México, Ecuador y España entre 1979 y 2017. La edición corrió por cuenta del poeta y ensayista chileno Héctor Hernández Montecinos. "Chile es un país atravesado por la inequidad y la injusticia, y estas reacciones, como los saqueos, que a tantos no gustan, revelan el estado de un país en permanente terremoto", afirmó Zurita con mucha anterioridad a la crisis desatada el 23 de octubre. Pero ¿qué funcionario escucha la palabra de un poeta? El trabajo incluye testimonios de Zurita sobre la historia y la poesía de Chile, su devoción por los clásicos, su mirada sobre los escritores latinoamericanos (a Borges, por ejemplo, lo considera un discípulo de Dante), su infancia y juventud y las relaciones entre poesía y poder.
"Zurita es el último de los poetas chilenos de los grandes relatos, de los grandes cantos, de las explicaciones totalizantes de mundo, como Neruda, Mistral, De Rokha, Huidobro, Parra -sostiene el escritor y crítico chileno Gonzalo León-. Después de él hay un corte en donde predominan los minirrelatos, los cantos de baja intensidad y en donde no hay explicaciones del mundo como las suyas. No por eso esa poesía es de menor de calidad; sigue siendo muy buena, pero a mi juicio está un poco despegada de la gran tradición". Para León, autor de Espejo converso. Crítica, arte pop y peronismo en la poesía argentina, esa intensidad apasionada convierte a Zurita en "el último de los mohicanos" y, al actuar como un eslabón entre el gran canon chileno y la poesía en lengua castellana de toda una época, le concede una importancia central para las nuevas generaciones. "Los jóvenes de hoy son mucho más poetas de lo que ellos mismos saben -dijo Zurita-. Son tremendamente creativos. Veo las marchas estudiantiles, y me parece que son fantásticos, que es nuestra mirada de viejo las que nos hace abrigar temores sobre la nueva juventud". Con desesperada esperanza, mientras trastoca su vejez en un acto creativo, Zurita transforma la poesía en testimonio no solo de los hechos sino también de lo que los hechos no fueron.