Raúf Abdul Felpete: el Sheik sufí de la Patagonia
Es argentino y católico de nacimiento, pero su fascinación por el Corán lo llevó a convertirse al islamismo y a erigir en El Bolsón una mezquita a la que asisten fieles del Sur argentino y de Chile. Líder espiritual de la orden Sufí, rama mística del Islam, asegura que los talibanes y Ben Laden son una enfermedad para la religión musulmana
EL BOLSON.- En La Pampa del Mallín Ahogado, a pocos kilómetros de El Bolsón, vive Raúf Abdul Felpete, el "Sheik de la Patagonia". En plena Cordillera de los Andes, en el límite suroeste de la provincia de Río Negro, este ex porteño formó una familia, abrazó el Islamismo y erigió una Mezquita, la primera en la Patagonia, donde convoca a los creyentes del Sur de Argentina y Chile. Felpete es líder espiritual de la orden Sufí, la rama mística del Islam, y es el segundo en jerarquía en el país. Aun así, pocos musulmanes conocen la existencia de una Mezquita en este extremo austral del mundo. Su maestro, que está en Chipre, lo llama "el último Sheik del mundo", debido a la latitud en la que vive. Raúf prefiere no hablar de terrorismo, pero ante la insistencia es categórico: "No se puede estar con el Islam y ser un asesino. Los talibanes y Ben Laden son una enfermedad para el Islam".
Cuando Felpete adoptó la fe del Islam, hacía unos 5 años que había llegado a El Bolsón buscando un mundo de armonía. La otrora meca del hippismo fue el lugar elegido por este hombre menudo y enérgico que hoy tiene más de 50 años difíciles de imaginar. Raúl Felpete -tal su nombre de nacimiento- creció en Buenos Aires, fue educado en la fe católica y durante su juventud fue instructor de yoga, trabajo que desempeñó en el Alto Valle de Río Negro durante la década de los 80. Entonces, viajaba por el mundo "buscando", dice. Así fue como pasó una temporada en Inglaterra, donde aprendió el hindi y trabajó de doble en películas para ganar unos pesos y poder vivir un tiempo en la tierra de Mahatma Gandhi, destino último de su travesía donde pasó seis meses. Volvió transformado, pero su búsqueda espiritual no se detuvo.
Ya en la comarca andina, donde nacieron los hijos de su segundo matrimonio -cuatro mujeres y dos varones-, compró una propiedad, levantó su cabaña y adoptó una existencia austera, absolutamente ajena a las comodidades de cualquier urbe. También cambió de oficio: desde que vive en El Bolsón es "huesero" - acomoda huesos y quita dolores-, un arte que aprendió de su abuela. A la entrada de su finca hay dos carteles, uno en incomprensibles caracteres orientales y otro con precisas instrucciones para que sus pacientes cumplan los horarios de atención. Vecinos del El Bolsón cuentan que es muy reconocido en lo suyo. Pero como ante todo es una persona religiosa, tuvo que ser estricto con los horarios de trabajo. El Sheik explica que, a diferencia de un Imán, "que es el que atrae a los fieles y cobra un sueldo por su actividad", él se autofinancia. Su saber curativo es su principal entrada de dinero. Pero no su única actividad. Fue presidente del Consejo Deliberante de Mallín Ahogado y, durante el pico de la crisis, abrió un comedor comunitario en la zona.
¿Cómo llegó a la religión del Corán? ¿Cómo fue su tránsito desde el Cristianismo al Islam? La noche en que leyó por primera vez El Corán, cuenta, quedó fascinado. Despertó a su esposa y le dijo: "Creo que la encontré. Si ésta no es la verdad, en mucho se le parece". Su mujer rió y más jocosa que sorprendida le respondió "¡¡Bueeeno, no será para tanto...!!!". Cuando lo recuerdan, sentados en las alfombras de la pequeña Mezquita, vuelven a reír. Desde entonces, ambos se propusieron estudiar el Corán durante un tiempo. Pero hubo más. Por obra de una casualidad Raúl conoció a quien lo guiaría en esta nueva senda espiritual. Un día, un extraño llegó a su finca y le dio un mensaje: "Dijo mi maestro que ésta es tu última oportunidad". Su curiosidad fue tal que pronto localizó a aquel personaje que se lo había enviado. Estaba en Chipre, era el líder de la orden Sufí Naqslabandi, el Sehij Nazim- Al- Haqani. El lo sumergió en la rama mística del Islam. Poco a poco -y luego de algunos viajes a aquella isla del Mar Mediterráneo- su vida y la de su familia fueron transformándose. Nuevos hábitos, vestimentas, alimentos, rutinas y rituales. Hasta los nombres de la familia mutaron. Raúl es ahora Raúf Abdul Felpete, Sheik, el segundo en jerarquía en Argentina, y su cargo es el de "Sheik de la Patagonia". Pese al reconocimiento entre los miembros de su orden, el Centro Islámico de Capital Federal desconocía la existencia de una Mezquita en la Patagonia, y mucho menos la de un Sheik por estas latitudes. Sin embargo, no hay nada de extraño en que los musulmanes de la Argentina no lo conozcan: su condición de líder espiritual le fue conferida por su maestro y no tiene necesidad de ser convalidada por el centro islámico ya existente.
El ayuno de Ramadán
Transcurre el Ramadán, la principal celebración religiosa de los musulmanes. En casa de la familia Felpete, todos ayunan. El ritual se inicia cuando el sol sale y termina cuando su luz se esconde detrás de la Cordillera. Nada de alimentos ni de agua. El tiempo religioso marca el pulso del hogar. Una maestra asiste a la finca para dar clases a los más pequeños y las hijas adolescentes respetan con alguna dificultad el camino trazado por sus padres. Raúf y su mujer, Fátima, enseñan la Mezquita a los visitantes. Explican el sentido del ayuno: "Durante 40 días ayunamos -explica Fátima-, de este modo podemos conocer en toda su magnitud el sentimiento de aquellos que pasan hambre". En medio del relato, sus nenes pequeños juegan y se ríen como locos. Las hijas más grandes cuentan los minutos que faltan para tender la mesa. Cuando la hora se aproxima, corren a disfrutar del premio al sacrificio, una cena que huele a celebración.
Mientras habla, Raúf controla que no le falte leña a la salamandra. Cuenta su vida, su búsqueda espiritual. "El Islam -explica- no es una religión que tenga jerarquías como la Iglesia Católica. Es una práctica personal, aun cuando haya personas que celebren el culto. Yo estoy aquí haciendo lo que hago porque Allah lo dispuso."
El sol ya se inclina en el horizonte y Raúf cuenta cuentos, estilo predilecto del Sufismo y muy caro a todas las religiones que se han valido de la transmisión oral durante siglos. Narra historias de seres de otros tiempos, pero con metáforas que las actualizan. Sus enseñanzas hablan del poder, de la religión, del sentido de la vida. Raúf disfruta en su rol de narrador, pese al cansancio de todo un día de ayuno. Explica el Sufismo en términos simples "Nos tienen como a los loquitos de los musulmanes... pero éste no es un camino fácil, la experiencia mística te hace vivir en un borde peligroso entre el orden de lo real y el de lo divino. Es uno de los caminos más difíciles, es la vertiente mística del Islam. Es un camino duro, de ascetismo. Su mística se funda en el amor, en la confianza absoluta en Dios y en la interioridad de la experiencia religiosa".
No le gusta hablar de los atentados terroristas que han asolado al mundo. Varias veces se negó a hacerlo ante la prensa. El también fue puesto en la mira de las investigaciones cuando ocurrieron los atentados en la Argentina. Era musulmán y, para algunos, potencialmente peligroso. "Nadie que ame al Señor, que sea religioso, puede estar a favor de la violencia", dice.
El Sheik muestra las fotos de su maestro colgadas en varios lugares de la Mezquita. "Para avanzar en el camino del Sufismo -explica- es absolutamente necesaria la guía de un maestro. A él se le debe total obediencia". Hace unos años su líder espiritual le había advertido que habría grandes movimientos de la tierra, temblores que podrían llegar hasta este sur. Aquel día le entregó una suerte de amuleto para su casa, un "salatajuna" que Raúf, que cree firmemente en esas palabras, colocó a la entrada de la finca. Pero eso no fue lo más importante que su maestro le transmitió. También le dijo que el "Salvador ya había nacido". Raúf no quiere revelar su identidad. Prefiere el silencio e invita a sus visitantes a que los acompañen "a romper el ayuno".
En la mesa familiar hay varios comensales. Durante unos años, sólo ellos eran musulmanes en la zona, ahora concurren asiduamente a la oración del viernes unas 25 familias. Cuando el sol se oculta tras la cadena montañosa, comienzan a llegar algunos fieles para la última oración del día. Sorprende ver algunas caras autóctonas descalzándose para ingresar a la Mezquita. Un templo hecho con madera del lugar, orientado a 17 grados noroeste, de cara a la Meca y en el corazón de la Patagonia.