R 20: aportes de las religiones para un mundo herido
La Primera Cumbre R20 (Foro de Religiones del G20) se llevó a cabo días atrás por iniciativa de la presidencia de Indonesia del G20. La coordinación estuvo a cargo de la mayor asociación musulmana del país, la Nahdlatul Ulama, liderada por Kyai Haji Yahya Cholil Staquf, que cuenta con más de 90 millones de adherentes, y la Liga Musulmana Mundial, a cargo del Sheikh Dr. Mohammed Al-Issa. Los días 2 y 3 de noviembre, religiosos de distintas tradiciones y naciones se congregaron en Bali- sede del G20- con el objetivo de expresar que las religiones quieren ser parte de las soluciones globales y no señaladas como el origen de los problemas del mundo actual.
Estuvieron presentes representantes de 32 países, con la asistencia de 400 participantes. El foro contó con 45 oradores de los cinco continentes, entre ellos la rabina Silvina Chemen, de la Argentina.
En las diversas ponencias se destacó la importancia del diálogo interreligioso, así como de las conversaciones intrarreligiosas para encontrar soluciones globales a los problemas, el extremismo, la radicalización y la violencia en nombre de la fe y la religión, cuando la esencia de la fe y las prácticas religiosas son la misericordia, el amor incondicional, la compasión, y el servir a todos con cuidado y gratitud.
Kyai Haji Yahya Cholil Staquf, presidente fundador del Foro de Religión del G20 y presidente de Nahdlatul Ulama, destacó que la idea del encuentro interreligioso es “facilitar el surgimiento de un movimiento global, en el que personas de buena voluntad de todas las religiones y naciones ayuden a alinear las estructuras de poder geopolítico y económico del mundo con los más altos valores morales y espirituales”.
Hemos tenido el privilegio de estar presentes en dicho evento, representando a nuestro país como así también el fructífero camino que desde hace tantos años venimos forjando en el diálogo y la convivencia interreligiosa. Un sacerdote y una rabina testimoniamos juntos acerca de las virtudes de una construcción social basada en la integración, el mutuo conocimiento y el respeto por la fe del prójimo.
La experiencia que comenzó en Bali y luego continuó en Yogyakarta para planificar el futuro de esta iniciativa fue para nosotros enriquecedora y desafiante. Hemos compartido espacios con personas diversas que viven en contextos muchas veces disímiles de los nuestros. Nos hemos encontrado con situaciones y miradas sobre las variadas problemáticas que nos afectan a hombres y mujeres del mundo y, a su vez, hemos podido encontrar aquello que nos une que, en definitiva, nos mancomuna a la aspiración de contribuir al bien común.
Para la Iglesia Católica esto se inscribe en un camino que formalmente comenzó con Juan XXIII, con Pablo VI y con el Concilio Vaticano II en los años 60. Esto implicó en su momento pasar de una Iglesia cerrada sobre sí misma a una Iglesia en diálogo. El mismo Pablo VI en uno de sus discursos afirmaba que el camino de la Iglesia es el servicio al ser humano, y allí, en la dignidad humana, nos encontramos creyentes de las distintas tradiciones, creyentes y no creyentes y personas de buena voluntad. Ciertamente el papa Francisco también recorre estos caminos, cabe recordar la declaración conjunta con el Imán de Al-Azhar en Abu Dhabi en 2019 donde se afirma la fraternidad de los seres humanos. Todos miembros de una única familia humana.
Para la tradición judía, la aspiración a un mundo unido se expresa desde la misma declaración de fe de un Dios que es Uno, y en esa unicidad nuestro trabajo es, desde la particularidad judía, hacia la construcción de un mundo hermanado en la paz, la justicia y el amor.
En este siglo 21 la interreligiosidad se afianza como espacio de encuentro y expresión social. Cada uno desde su identidad, con respeto por las particularidades del otro, nos centramos en la búsqueda de un testimonio común. Es tiempo de enmendar el supuesto cisma entre espiritualidad por un lado y política, economía y ciudadanía por otro. Cuando estos mundos dialogan, el ser humano integralmente concebido, puede desplegar las mejores herramientas hacia la construcción de un bien común.
En definitiva, para una mirada de fe, la vida se revela como un don, un don que se comparte y nos anima a trabajar juntos por un mundo más fraterno y en paz.
Somos llamados a tender puentes entre los distintos sectores y espacios que forman la sociedad, especialmente donde el diálogo y la escucha parecen inviables y donde los derechos humanos son vulnerados. La misión suprema de las religiones es la de la defensa de la dignidad humana. Mesas de diálogo entre grupos en pugna, especialmente cuando hay conflictos armados, corredores humanitarios para aquellos que son desplazados de sus tierras, la insistencia en una economía justa, el cuidado de la casa común, el medio ambiente, y tantos otros temas son los que nos invitan a tomar posturas concretas.
El desafío es oponerse a los extremismos que siembran terror en todo el planeta con un trabajo férreo, sostenido y colaborativo de líderes espirituales del mundo que abogan por la fraternidad y la convivencia.
White, sacerdote católico, párroco de Santa Julia, delegado del Arzobispado de Buenos Aires para el ecumenismo y diálogo interreligioso, secretario de la comisión de la CEA para el diálogo interreligioso.
Chemen, rabina de la comunidad Bet El, Buenos Aires, miembro de Abrahamic Fatihs Initiatives