¿Quién será el próximo (des)tapado en la Argentina?
A casi 40 años de la instauración de la democracia en nuestro país, disponemos de una muy rica experiencia de actores no detectados por el radar de la política tradicional ni de los medios de comunicación que culminaron en la Casa Rosada. El radar no estaría todavía detectando al próximo presidente de nuestro país a partir de diciembre de 2023.
En los comienzos de la transición a la democracia impulsada por la debacle militar en el conflicto de Malvinas en junio de 1982, Raúl Alfonsín era un desconocido líder de la Unión Cívica Radical y la política partidaria emergente daba por descontado el triunfo del “más grande partido de Occidente”, el justicialismo. Una muy convincente campaña electoral del candidato radical acompañada de un proceso de renovación generacional del centenario partido, sumado a los desaciertos estratégicos del justicialismo, generó condiciones para el triunfo el 30 de octubre de 1983 de aquel desconocido candidato al comienzo de la reapertura política de 1982.
En julio de 1988, un dirigente periférico del justicialismo, gobernador de La Rioja, derrotaba en muy competitivos comicios internos al “candidato natural” del Partido Justicialista, Antonio Cafiero, gobernador de Buenos Aires, iniciando Carlos Menem su ascendente camino hacia la presidencia de la Nación entre 1989 y 1999. De la misma manera, Néstor Kirchner, Mauricio Macri o Alberto Fernández integran esa lista de una rica tradición de “tapados” de la política argentina.
Kirchner llega a la candidatura presidencial patrocinado por Eduardo Duhalde, ante el fracaso de los intentos de instalación de la candidatura de Carlos Reutemann, en primer lugar, y de José Manuel de la Sota, en segundo término. Derrotado por Menem en la primera vuelta, y ante la renuncia del expresidente a participar en el ballottage, asume la presidencia el 25 de mayo de 2003.
Contra todos los pronósticos que auguraban el triunfo del candidato del Frente para la Victoria Daniel Scioli, Macri termina derrotando al candidato oficialista por un estrecho porcentaje en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2015, al frente de una coalición electoral con la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica: Cambiemos. El sábado 18 de mayo de 2019, mediante un mensaje transmitido en video, la expresidente Cristina Fernández comunicó el ofrecimiento de la candidatura presidencial al exjefe de Gabinete Alberto Fernández, proponiéndose para acompañarlo como su compañera de fórmula, con el propósito de garantizar la unidad de un fragmentado peronismo y su victoria en las elecciones presidenciales de 2019, en un procedimiento sin precedente en la política argentina. Excepciones a la “regla” han sido Fernando de la Rúa, elegido candidato presidencial a través de un procedimiento de primaria abierta mediante el cual derrotó a Graciela Fernández Meijide en 1998, y Cristina Fernández, aun con el suspenso de una candidatura de “pingüino o pingüina” al que hacía referencia Kirchner para introducir algún grado de “incertidumbre” a la resolución de la definición de la fórmula presidencial.
Luego de la debacle futbolística del Mundial de Rusia de 2018 tuvo inicio un nuevo proceso conducido con un joven entrenador sin experiencia en el cargo en clubes de primera división y que terminó representando una alternativa por default para la conducción de la selección nacional: Lionel Scaloni. El “tapado” lleva a la selección argentina a los más importantes logros deportivos luego de muchos años de frustración (Copa América en 2021, Finalísima y Copa del Mundo 2022); los “tapados” en la arena política nos han hecho transitar a lo largo de estos 39 años por un ciclo caracterizado por escasos logros (una democracia resiliente) y muchas frustraciones (aumento de la pobreza, mayor desigualdad social, aumento de la inseguridad urbana, etc.). ¿Quién será el próximo (des)tapado? ¿Será producto de las PASO o de algún otro video? ¿Estaremos en presencia del futuro Scaloni de la política nacional o frente a una nueva frustración colectiva? Preguntas que abundan, respuestas que escasean.