¿Quién los entiende?
“Quienes se fueron lejos de su domicilio o tomaron acciones de turismo no van a poder volver”. (De Eduardo Villalba.)
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Listo. Quedó clarísimo dónde poner el aguinaldo: ni en títulos, ni en acciones, ni en criptomonedas, ni en ladrillos, ni en una caja de seguridad, ni debajo del colchón de lana del abuelo que pesa una tonelada incluso para un boxeador de peso pesado después de haberse entrenado un año pegándole a una bolsa ploteada con la imagen de su máximo rival. La clave sobre qué hacer con esas chirolas extras la dio el secretario de Seguridad y Política Criminal del Ministerio de Seguridad de la Nación, Eduardo Villalba: “Quienes se fueron lejos de su domicilio o tomaron acciones de turismo el fin de semana no van a poder regresar”.
Ah, no. Momentito. Parece que el hombre no hablaba de acciones bursátiles, sino que se refería a los que se tomaron un descanso durante el nuevo confinamiento. Qué gusto por la complicación, por hablar difícil, pensando quizá que, si la frase es larga o embrollada, el razonamiento se eleva como reflejo de la cultura de quien la expresa.
Ya lo decía el filósofo Jorge Capitanich –hoy gobernador de Chaco– durante su primera conferencia de prensa tras asumir como jefe de Gabinete del gobierno de Cristina Kirchner (el segundo, no el de ahora): “Estamos aquí para compartir este primer diálogo con todos y cada uno de ustedes y con todos los medios de comunicación de nuestra querida República Argentina, por instrucción expresa de nuestra querida presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, a los efectos de tener un diálogo permanente con todos y cada uno de ustedes”. Algo que el Coqui pudo haber resumido en un simple: “Buenos días, estoy a disposición”, que básicamente es lo que se espera de un funcionario público y, en especial, de un funcionario público de alto rango como el que ostentaba.
La preferencia de ciertos políticos por las perífrasis compite con la no menos curiosa tendencia de muchos otros al perogrullismo –si se nos permite la palabra–, aunque no haya ganadores claros aún en esta carrera por el uso y abuso del idioma. Va un ejemplo del exterior para no herir más susceptibilidades locales. Dijo el expresidente español Mariano Rajoy: “Las decisiones se toman en el momento de tomarse”. Vale, Mariano. Y una superadora del mismo personaje: “España está llena de españoles”. ¡Dios mío, qué clarividencia!
Le pedimos, querido lector, que haga uso de sus capacidades intelectuales para decirnos con una mano posada en el órgano muscular hueco y central del sistema circulatorio, cuya función es bombear sangre al cuerpo impulsándola a los circuitos mayor o sistémico y menor o pulmonar, si coincide con nosotros en la dificultad para asimilar el significado intrínseco de los mensajes ut supra emitidos por tan dignos protagonistas del arte de lo posible. Dicho en otras palabras: con una mano en el corazón ¿quién entiende a los políticos?