Que se coma, se eduque y se cure
“Todo en la Argentina es un disparate” (Del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica)
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Nadie puede negar que hoy es uno de los días más importantes de la democracia, que hace 40 años volvió a las urnas después de una de las etapas históricas más que negras de la Argentina. Y casi todos amanecimos inquietos por los resultados que, con suerte, empezarán a difundirse después de las 22. ¿La primera mesa que se conocerá será la de Perico o la de Necochea?
Si visto desde la Argentina, el país está más barranca abajo que nunca, desde afuera el panorama no mejora. “Todo en la Argentina es un disparate”, sentenció el expresidente de Uruguay José “Pepe” Mujica, que tiene un cariño especial por la progresía de este lado del Río de la Plata. Y cómo no adherir a ese criterio, al recordar que hace 40 años Raúl Alfonsín, “el padre de la democracia”, afirmaba en campaña: “Con la democracia se come, se educa y se cura”.
Es cierto que, en 1992, pasada la hiperinflación que lo llevó a entregar el mando de forma anticipada, Alfonsín se corrigió y planteó que él “creía” que con la democracia se comía, se educaba y se curaba. Quizás intuyendo que, entre los deseos de los ciudadanos y de los políticos, el camino siempre se bifurca. ¿Qué diría hoy si viera el índice de inflación? Con 138,3% interanual al mes pasado, hasta comer polenta se ha vuelto de rico. Ni hablar de educar, cuando la mitad de los chicos no entienden lo que leen y apenas si logran hacer algún cálculo matemático básico a los 15 años.
Para que no nos dé taquicardia, ni revisemos aquello de que “se cura”, cuando el sistema sanitario está en tal crisis por la inflación, el cepo a las importaciones de insumos y el éxodo de profesionales en busca de sueldos que les permitan tener una vida digna.
No sigo con la lista porque es un domingo especial para celebrar la democracia y la posibilidad de elegir lo que mejor creamos para el país y esperar que esta vez los políticos no tomen el camino equivocado y terminen en los tribunales federales tratando de justificar sus patrimonios y otras defecciones de la gestión pública. Pero, como cada vez que voy a entrar al cuarto oscuro y veo con la rapidez que los otros votantes salen y ponen el sobre en la urna, me pregunto: ¿por qué se dedica bastante tiempo en elegir un paseador para el querido perro de la casa y tan pocos segundos para darles cuatro años de confianza a un candidato presidencial y a una larga lista de postulantes casi anónimos que lo acompañan en la lista? A votar siempre, pero no nos hagamos los distraídos.