Qué porteño es mejor bonaerense: la puja entre Santilli y Manes
Una PASO en la provincia de Buenos Aires es por ahora la única salida a la supuesta incompatibilidad de intereses que no consigue superar el Pro y la UCR. Ese desenlace podría constituir otro fracaso de la actividad política en lo que aparentemente le es más propio, el arte de la negociación. Las que desarrollan esas fuerzas terminan estancadas por la falta de acuerdo sobre un punto que aparece como irreconciliable: a cuál de ellas le corresponde el derecho a encabezar la lista de diputados nacionales en el principal distrito electoral.
Resultado bastante lógico por las características que adquirió ese debate, ceñido a una cuestión muy peculiar. Qué personalidad porteña de las que postula cada uno está en mejores condiciones de interpretar la demanda de la ciudadanía bonaerense. El artificio con el que Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta continúan la disputa para resolver quién lidera ese espacio opositor. La puja entre Diego Santilli y Facundo Manes por el primer lugar de la lista es la secuela más importante que irradia hacia el resto de la coalición ese conflicto de poder.
Y lo que vuelve difícil alcanzar una lista de unidad. El jefe del Gobierno porteño desearía tener certezas sobre esa posibilidad antes del 14 de julio. El último plazo para inscribir alianzas en la Justicia Electoral. A ese trámite le debe prestar conformidad el radicalismo. Allí se especula con tomar ventaja de esa urgencia y postergar una decisión hasta una fecha más próxima al 24, el límite para oficializar candidatos. Un tiempo que pretende ganar para incorporar aliados que lo fortalezcan ante cualquiera de esas dos opciones.
Una estrategia avalada por la necesidad de ensanchar la base electoral de Juntos por el Cambio que comparten formalmente el resto de sus socios. La duda sobre quienes van a sumarse lo hacen para aportar un caudal de votos propios o tentados por la concentración de los no kirchneristas que acapararían el Pro y la Coalición Cívica como producto de la polarización que predomina en los electorados más fieles. Los únicos que permiten proyectar algún tipo de predicción sobre su comportamiento en el que más del 30 por ciento del electorado aún no definió a quién elegir.
El radicalismo deposita en Manes y en su alianza con Margarita Stolbizer, Emilio Monzó y Joaquín De la Torre la expectativa de ponerle fin a ese hipotético paradigma. Un reto no exento de riesgos. Lo más caro a sus dirigentes es que en una PASO es más difícil de lograr los cuatro lugares seguros que reclaman en la lista de diputados nacionales. La UCR necesita al menos retener los tres que obtuvo en 2017. Sobre un total de 15 elegidos por Cambiemos, otros tres fueron de la Coalición Cívica y ocho del Pro. El restante, del partido Fe, se convirtió en aliado del Frente de Todos.
Pero aún en una lista de unidad, es difícil que la líder del GEN, el extitular de la Cámara de Diputados y el exministro de Gobierno bonaerense no reclamen un lugar preponderante en ella. Además de encabezar, Manes pide un lugar para Augusto Salvatto, el joven historiador hermano de Mateo, especialista en robótica y uno de los más destacados emprendedores. Y es también lo que pide Gustavo Posse para romper su alianza transitoria con Rodríguez Larreta. El intendente de San Isidro amaga en convertirse en una lista radical disidente en las PASO.
Una forma de poner en duda la primacía de Maxi Abad, vencedor de Posse en la interna del radicalismo bonaerense y el hecho más auspicioso de su historia en el siglo XXI. Ser conducido por el jefe de los diputados de Juntos por el Cambio en la Legislatura bonaerense: un dirigente de 44 años. Posse fue visitado en San Isidro por Gerardo Morales. El gobernador de Jujuy aspira a sustituir a Alfredo Cornejo como titular del comité nacional de la UCR. El cargo que también ambiciona Lousteau.
Morales respaldó a Abad en la interna con Posse, aliado de Lousteau en esa instancia. Y está anotado para competir en las presidenciales del 2023. Lo mismo que el jefe del gobierno porteño, distanciado de Abad por su respaldo a Manes en estas negociaciones. Aduciría una falta de reciprocidad por la aparente solidaridad recogida entre los intendentes del Pro para ganarle a Posse. La literal intervención de Morales al radicalismo bonaerense con la aquiescencia del comité nacional es un desafío para Manes. Respaldó a Abad para que lo conduzca.
Morales mantiene contacto con el oficialismo. Algunos no descartan acudir al Frente de Todos si es necesario competir en una PASO. Es decir, a quienes apoyaron a Posse en la interna radical según la versión solapada de sus vencedores. Pero también una forma de admitir la principal carencia de toda la alianza opositora. Su falta de inserción territorial en el conurbano, donde residen dos tercios de los que votan en la provincia de Buenos Aires. La base electoral de Cristina Fernández de Kirchner, aunque conmovida en su solidez por la situación económica y social que atraviesa con niveles de pobreza y desempleo, al menos superior en dos puntos a la tasa promedio: 42 y 10 por ciento. Una supuesta victoria ajustada que el Frente de Todos prevé por entre 5 y 7 puntos ayuda a disimular las discrepancias con el liderazgo de la vicepresidenta. Una situación que obliga a acelerar el tiempo de inauguraciones. Como la del edificio sin terminar que albergará al Tribunal de Casación Penal.
Axel Kicillof compartió la semana pasada ese acto con su titular, Víctor Violini, interesado en denominar “Eduardo De Lázzari” a la Sala de Audiencias. Algo que resistió la Corte, que propuso llamarla “Héctor Negri’'. Medios afines al oficialismo intentaron suscribir la tensión a una pugna binaria entre el PJ y la UCR por imponer el nombre de alguno de los dos jueces fallecidos de ese tribunal. Una placa alusiva a los dos servirá para disimular una grieta más profunda.
Igual que el primer titular de Casación, Federico Domínguez, De Lázzari estuvo involucrado en la investigación judicial por la voladura de la AMIA. De Lázzari era ministro de Seguridad de Seguridad en la gestión del gobernador Eduardo Duhalde y Domínguez su segundo. Violini mantuvo un estrecho vínculo con de Lázzari e igual que Cristina avaló la denuncia que efectuó contra María Eugenia Vidal, a la que acusó de armar causas contra los jueces que no seguían sus directivas.
Violini tiene pendiente un juicio político por la liberación masiva de en la cuarentena del año pasado, valiéndose de una resolución de la Corte que permitió la prisión domiciliaria de aquellos con enfermedades previas. La decisión de Violini fue anulada por la Corte. El titular de la Cámara de Casación es el nexo extraoficial entre el Ejecutivo bonaerense y el Poder Judicial.
Oriundo del barrio de Agronomía, el gobernador se aprestaría a impulsar a Nicolás Kreplak como primer candidato oficialista. Espera que el viceministro de Salud capitalice el supuesto éxito del plan de vacunación. Un contexto que vuelve trivial la acumulación de antecedentes entre los postulantes de la oposición para justificar su arraigo provincial. La mudanza a Tigre de Santilli o el pasado domiciliario de Manes en Salto y Quilmes es lo menos trascendente para resolver qué porteño se convierte en el mejor para proponer una salida a la crisis del Estado bonaerense.