Que parezca un accidente
Magdalena Ruiz Guiñazú, la misma periodista a la que le grababan sus conversaciones telefónicas durante la dictadura militar y una vez le dejaron en la radio una bala dentro de un sobre y que al regreso de la democracia integró la Conadep, hizo una presentación en la OEA.
La periodista que enfrentó a Albano Harguindeguy en la mismísima Casa Rosada y que no fue jefa de prensa de José Alfredo Martínez de Hoz como esparcieron ruinmente propagandistas K, se refirió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a los hostigamientos que recibe el periodismo argentino en general, y ella en particular, del Gobierno y de sus allegados.
Al regresar a la Argentina, en medio de una campaña virulenta en su contra fogoneada por los voceros comunicacionales más notorios del kirchnerismo, ya estaban esperándola dos inspectores de la AFIP ávidos por revisar sus declaraciones juradas.
Que parezca un accidente: pretendieron hacerlo pasar por un trámite de rutina y emitieron un comunicado donde revelaron que siguieron un procedimiento similar con 7443 contribuyentes. Si cada uno de ellos recibió, como la periodista más célebre de la mañana radial, dos agentes recaudadores hay que pensar en la movilización de un enorme batallón de casi 15.000 inspectores. Deben de haber sido muy discretos; sólo se notó la visita que le hicieron a Magdalena.
En 6,7,8 se la trató despectivamente como "Magdalena Ruiz" a secas, uno de sus informes aludió a un inexistente "lujoso pent-house " (vive en una planta baja normal) y la fueron a hostigar a la salida de la radio.
Margarita Barrientos, fundadora del comedor Los Piletones, se quejó de la inflación hace unos meses, y enseguida recibió la reprimenda de Guillermo Moreno. Ahora que el tema se reactivó, la prensa oficialista salió a desmentir el enojo de la dirigente social.
Es que para los K todo está bien, nunca pasa nada. La enunciación de problemas son meros artificios de las corporaciones y del periodismo "hegemónico", y ofensas a la verdad que deben ser repelidas con ferocidad.
La dictadura hablaba de las "campañas antiargentinas". El kirchnerismo, siempre tan orgulloso de haber bajado el cuadro del principal mentor de aquel régimen, recrea un sistema oprobioso de premios y castigos.
Que parezca un accidente: el actor Alfredo Casero empieza a despotricar en los medios contra "el relato" y en tanto lo trituran los comunicadores oficialistas, su hermana recibe llamadas telefónicas intimidatorias, situación que otros han empezado a denunciar.
Si los directores de cine Eliseo Subiela y Juan José Campanella expresan molestias o el actor Ricardo Darín apunta alguna incomodidad, que parezca un accidente cuando a su alrededor empiezan a suceder "cosas" como más inspecciones de la AFIP, campañas de difamación o "amables" reconvenciones presidenciales desde Facebook que no se privan de aludir a viejos prontuarios. En cambio, se atiende con esmero y abundantes presupuestos a los artistas y productores que hacen del kirchnerismo una cuestión de fe.
Casualidad o no, en estos días dieron con viejos archivos de los militares que sojuzgaron al país entre 1976 y 1983. Llama la atención que hayan tardado 30 años en descubrirlos, lo que denota poco afán por la investigación y una deprimente vocación por la higiene no sólo de este gobierno sino también de los anteriores, que no limpian ni ordenan sus pertenencias desde hace tantas décadas. Entre los documentos encontrados están las archiconocidas "listas negras" de los artistas e intelectuales a los que los uniformados les tenían especial alergia. Parece una sardónica broma del destino que esto suceda justo cuando en la Argentina hay nuevos hijos y entenados; artistas, periodistas e intelectuales prohijados por el poder y "los otros", los que son arrojados a las llamas del vituperio agotador sólo por disentir.
Todo es casual: el periodista Alfredo Leuco sufre un violento asalto de motochorros (¿seleccionados?) en plena Avenida de Mayo y se llevan su mochila con una computadora que contiene valiosos archivos.
¿Fue inseguridad o algo más, como sugirió el periodista luego de atar cabos sueltos? El Gobierno pretende hacer creer que vivimos en el paraíso terrenal. Que el infierno sólo tuvo lugar en el abismal 2001, en la dispendiosa década menemista y, por supuesto, durante la oscura dictadura militar. En cambio, desde 2003 todo nos sonríe, se venden cada vez más autos y los fines de semana largo la gente no para de viajar. No hay inflación. No hay cepo cambiario. No hay pobres ni indigentes. Estamos mejor que Canadá y Australia.
Que parezca un accidente: la Corte Suprema de Justicia dicta la constitucionalidad de la ley de medios conforme a todo lo que esperaba el Gobierno. Desconoce los derechos adquiridos porque supuestamente están en juego intereses colectivos. Y aunque eso no rige en el actual Código Civil sí tendrá vigencia en el nuevo que, como por arte de magia, se reactivó otra vez tras conocerse el fallo más comentado de los últimos tiempos.
"Que parezca un accidente" es una frase que la leyenda le atribuye a don Vito Corleone en El Padrino , pero que jamás pronunció. Es que nadie dice nada. Nadie hace nada. Pero las cosas pasan. Y los "accidentes", también.