¿Qué hacías cuando se fue la luz? Nuestra tragedia sin fin
Las deficiencias del servicio eléctrico desnudan problemas estructurales que se han agravado con la política energética del kirchnerismo
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“¿Qué hacías cuando se fue la luz?” es una película de 1965 protagonizada por Doris Day, inspirada en el gran apagón que afectó a la costa este de Estados Unidos. Fue tan significativo ese apagón que no solo dio lugar a este film clásico, sino también a una serie de acontecimientos que se vivieron, sobre todo en New York, producto de un hecho inédito que se consideró una catástrofe.
La historia señala que el 9 de noviembre de 1965 el sistema interconectado de electricidad que une Canadá con la costa este de Estados Unidos sufrió un desperfecto que ocasionó un apagón de 14 horas. Millones de personas quedaron a oscuras, las ciudades afectadas se paralizaron, se suspendieron los subterráneos, los ascensores dejaron de funcionar y, al no tener luz, en una era sin comunicación digital, los medios dejaron de informar. Hubo caos en las calles, se apagaron lo semáforos y los aeropuertos solo pudieron funcionar con sistemas energéticos de emergencia. Hasta se construyó una leyenda sobre un inesperado “Baby boom”, por la cantidad de bebés que nacieron en los hospitales de la zona afectada, justamente nueve meses después del apagón.
¡Todo esto por un apagón de solo 14 horas sucedido 56 años atrás! Nada, comparado con los reiterados apagones que duran días y días en medio de una ola de calor que sufrimos los argentinos, sobre todo en el área metropolitana, donde, teniendo en cuenta el año en que vivimos y la cantidad de perjuicios que nos generan, mereceríamos filmar un festival de películas y documentales por la cantidad de historias trágicas e invivibles que se desataron como consecuencia de una política energética imposible de entender y justificar y que no es gratis para el país, ya que de hecho se espera que el año próximo el Estado invierta 15.600 millones de dólares en subsidios.
Se conocen casos de zonas que llevan más de una semana sin luz de modo ininterrumpido y de un mes con cortes alternados que afectaron simultáneamente entre 25.000 a 90.000 hogares del área metropolitana, todos usuarios de las empresas Edesur y Edenor. No es nuevo: llevamos así más de una década, producto de una política de desinversión en el mantenimiento de los servicios energéticos, situación que se replica en varias ciudades del interior del país como Córdoba y Santa Fe, donde la tarifa es aún más cara que en el AMBA. Todos sabemos que estamos muy lejos de encontrar una solución definitiva y eso nos preocupa, excepto al gobierno, que se empeña en llevar adelante una política basada en el subsidio a servicios públicos que irónicamente pagamos entre todos para que luego, también entre todos, nos consolemos por no tener luz cuando la temperatura ambiente supera los 30 grados, algo frecuente y esperable en esta época del año.
Adultos mayores encerrados en sus departamentos, enfermos con poca capacidad de atención sanitaria hogareña en medio de una incontrolable ola de Covid, y cientos de miles de personas aisladas sin posibilidad de higienizarse por falta de agua. Nos piden hasta el hartazgo trabajar a distancia para atenuar el tránsito comunitario y bajar los contagios, pero nadie garantiza la energía para hacerlo. Miles de comerciantes pierden mercadería y la posibilidad de trabajar, mientras las PyMes no pueden producir con normalidad. Todo en medio de un silencio atroz de parte del gobierno, que no se pronuncia sobre la cuestión de fondo y persiste en la falta de un plan serio y con objetivos claros. Solo hay algunos anuncios bastante confusos sobre futuros aumentos segmentados de tarifas públicas.
Las empresas se defienden. Un mensaje de un vocero de Edesur que circuló en un grupo de WhatsApp de periodistas que siguen la política energética señalaba, ante la pregunta sobre la desinversión en el mantenimiento del servicio, que “no es así; después de 12 años de tarifas congeladas hubo una Revisión Tarifaria Integral de la cual se desprendieron los aumentos de tarifas. Las obras e inversiones en el sector eléctrico no se hacen de un día para el otro. De hecho, desde 2016 hasta ahora se redujo mucho el promedio de horas de corte. Obvio que no es la calidad de servicio que nos deja satisfechos. Hay que seguir invirtiendo año tras año. Pero en los dos últimos años, con una inflación anual del 50%, el único incremento fue del 9%. Y además se desconoció la RTI (Revisión Tarifaria Integral) anterior con la cual todo el tiempo se cambian las reglas del juego y se rompen los contratos”.
Eso no es todo. Según un informe del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi (IAE MOSCONI) publicado en diciembre, es muy peligrosa la situación de las empresas: “Edenor y Edesur enfrentaron pérdidas de $13.000 millones y $15.000 millones respectivamente al tercer trimestre de 2021, un escenario que es a todas luces insostenible ya que amenaza la calidad del servicio público y la solvencia de las empresas a la vez que pone más presión sobre tarifas y sobre subsidios por la acumulación de deudas con CAMMESA”.
Esto el gobierno lo sabe y no son pocos los que especulan como parte de una estrategia donde el salvataje sería su estatización o el desembarco de empresarios amigos. Una práctica común en el kirchnerismo.
Esto pudo verse en el cambio de dueños de la empresa Edenor. Según una denuncia presentada por los diputados Mariana Zuvic, Juan Manuel López y Paula Oliveto de la Coalición Cívica “Vila, Manzano y Filiberti compraron Edenor, la mayor empresa distribuidora de energía de la Argentina, a un precio vil contando con información privilegiada a través de tráfico de influencias con funcionarios. Esto consiste en licuar la deuda con CAMMESA así como reconocer la deuda por la energía a barrios populares”. Esto último lo denunció el colega Diego Cabot en LA NACION el año pasado, demostrando los favores que el gobierno tuvo con empresarios amigos. Hasta el propio Julio de Vido denunció en su cuenta de Twitter: “Ya que a Sergio Massa le preocupa tanto la corrupción, sería bueno investigar desde el Congreso la operación de venta de Edenor, tanto a los compradores como al vendedor, pero fundamentalmente a los que desde el Estado intermediaron la operación”, señaló demostrando conocer más de lo que decía.
En medio de ese escenario de puja entre un gobierno más atento a los negocios de los amigos que a la calidad de los servicios que las empresas deben prestar y que por lo pronto solo espera dar soluciones populares basadas en el desgaste y el cansancio de la gente, siendo airadamente indolente mientras eso sucede, y un sector empresario que se queja por lo bajo, pero sostiene cierta complicidad con quien lo subyuga, está la sociedad, que parece estar asumiendo por fin que el peor aumento de tarifas de servicios públicos es aquel que no te lo provee.
Entender y reclamar por esto es un gran desafío. De lo contrario solo nos queda esperar que filmen una película que muestre nuestra tragedia recurrente titulada: “¿Qué hacías cuando tuviste luz?”, porque vamos camino a que la excepción le gane espacio a la norma.