Qué esperar de 2020. Todo pronóstico corre el riesgo de quedarse corto
El futuro del progreso técnico es virtualmente impredecible. Digamos mejor: la palabra "virtualmente" está de más. Casi los únicos que la llevan tan mal a la hora de hacer pronósticos son los periodistas de política nacional.
La cuestión con las predicciones tecnológicas es que todo eso que llamamos revolución digital nace en los laboratorios donde se estudian ciencias básicas. Como ocurrió con la mecánica cuántica, la teoría de la relatividad o, más recientemente, con los diodos emisores de luz azul brillante, el año próximo (o cualquier otro año) podría ver nacer un hallazgo que dispare una nueva maravilla técnica.
Hay muchas ya, en nuestros bolsillos, a las que damos por sentadas. Un cerebro electrónico tiene varios miles de millones de componentes y es más pequeño que una moneda de cinco pesos. Como si nada, nos guiamos con un receptor que habla con una red satelital capaz de localizarnos sobre la superficie de todo el planeta con un error de unos pocos metros. La llamamos GPS y hoy es algo cotidiano. Pero alguna vez estuvo en la mente de personas cuya labor, la investigación básica, era mayormente ignorada, incomprendida o menospreciada.
El asunto es que hay deudas pendientes. Muchas más de las que imaginamos. Las baterías por ejemplo. Duran poco y no son amigables con el medio ambiente. Pero IBM anunció hace unos días que ha desarrollado unas que se basan en minerales extraídos del agua de mar, no usan metales pesados y duran más que las que usamos actualmente en nuestros dispositivos. Es una de muchas noticias en esta materia.
Los nuevos materiales son también otra área donde la búsqueda es frenética. Los fabricantes quieren ofrecernos ahora teléfonos plegables. Pero se encuentran con toda clase de obstáculos. Les falta aún la bala mágica, esa sustancia todavía esquiva que se pueda doblar decenas de miles de veces sin averiarse, sin siquiera marcarse. Podríamos en 2020 ver nacer un material que hoy nos parece imposible. Pero podría llevar más tiempo. La estructura de uno de los materiales milagrosos de los que se viene hablando desde la década del 90 del siglo pasado, el grafeno, fue definida en 1916.
Para complicar todo pronóstico, estas tecnologías son tan poderosas como disruptivas. La compañía de seguridad Avast se pronunció en diciembre sobre lo que anticipa para 2020: ataques más elaborados y una mayor explotación de ese gran frente de tormenta que es la Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Desde cámaras de seguridad hasta televisores y altavoces inteligentes, los piratas informáticos están haciendo un uso cada vez más intensivo de estas pequeñas computadoras conectadas a Internet, que, sin embargo, no parecen computadoras.
Resulta difícil equivocarse al predecir que en 2020 se producirá al menos un evento a gran escala de inseguridad informática. Y estamos siendo optimistas.
Otro asunto que podría suscribirse sin mayor recelo es que la presión sobre Google y Facebook por abuso de posición monopólica e invasión a la privacidad continuarán por parte de numerosos Estados. Se supo en estos días que Apple planea poner su propia red satelital. Dicen que para darle conectividad al iPhone. Los más escépticos opinan que quizá sea para competir con otros reyes del contenido, como Amazon, Netflix y YouTube.
Más concentración, un sello de esta industria. Las cuatro apps más descargadas de los últimos 10 años le pertenecen a Facebook. Difícilmente, a juzgar por los 50 años precedentes, este escenario vaya a cambiar en 2020. Otra predicción: nos volveremos cada vez más dependientes de estos gigantes.
Muchas tecnologías están en ciernes. Una de las que más se habla es 5G, la sucesora de 4G, que promete velocidades de transmisión móviles sin precedentes. Pero a no descorchar todavía. La tecnología 5G, que ya está disponible en Corea del Sur, China, Estados Unidos, Inglaterra, Australia y otros países, todavía se encuentra en pañales y sufre de un número de dificultades. Algunas, dicen los expertos, llevará años resolverlas. Pero algo es seguro. Al final, le van a encontrar la vuelta.