Qué esperar de 2020. Todavía no llega el camino hacia el crecimiento
Por primera vez desde 1952 un gobierno peronista se inicia con una economía complicada y sin viento de cola externo que la alivie. No es viento en contra, pero la globalización pletórica de oportunidades de casi todo el siglo XXI está, al menos, en modo de espera. Con el liderazgo del presidente Trump, el mundo vira a más proteccionismo; desde la gran crisis de 2008, la economía de los países desarrollados crece estimulada por bajísimas tasas de interés y, en fin, la deuda global, pública y privada, llegó al record de 2,3 veces el PIB mundial, aunque creciendo menos recientemente. Pese a una mayor protección recíproca, China y Estados Unidos seguirán comerciando y, aun con amenazas, es probable que la economía global evite una crisis seria mientras la bajísima inflación permita tasas de interés del mismo tenor, por bastante tiempo. Con tales matices globales, es erróneo sostener que la Argentina debe volver al "mercadointernismo" como estrategia de crecimiento (sin perjuicio de que el mercado interno debe y puede crecer). El mundo, y especialmente los países emergentes de Asia y África, seguirán ofreciendo oportunidades relevantes a la Argentina.
El presidente Fernández llamó a la unión nacional, el ministro Guzmán enfatizó la necesidad de la consistencia macroeconómica y el jefe de gabinete Cafiero mencionó la necesidad de ajustar el gasto político, propósitos sin duda nobles y compartidos, pero hasta ahora apenas prologados. La unión nacional no se ha traducido en acuerdos relevantes, reemplazados con facultades delegadas al PEN. En la macroeconomía parece avanzarse en la renegociación de la deuda pública y, más claramente, en reducir el déficit fiscal –a tono con el FMI– pero basándose solo en más impuestos, muchos de ellos de pésima calidad y que nadie utiliza en tal escala, como los derechos de exportación o los ingresos brutos (estos por la suspensión del excelente consenso fiscal nación-provincias). No se conocen las políticas monetaria y cambiaria, y por lo tanto no caben conjeturas sobre la inflación futura, clave para lograr la menor dolarización que se plantea. Nada se ha dicho sobre la evasión, y más bien se la alienta con la generosidad de la enésima moratoria. Se sigue cazando en un zoológico que, por esta vía, volverá a despoblarse. Reducir el gasto político es imprescindible, por coherencia con la proclamada solidaridad y con la igualdad ante la ley, pero no pesa en los números. Nada se ha dicho aún sobre el gasto burocrático y es inexplicable que el gobierno nacional tenga unas 80 secretarías y cerca de 200 subsecretarías. No ha habido ni una palabra acerca de cómo aumentar la bajísima productividad del Estado, que debe y puede ser inclusiva. Aun las necesarias medidas anunciadas para aliviar la pobreza y las carencias alimentarias podrían haberse formulado con más precisión y menores costos.
El Gobierno parte de un diagnóstico político de la economía, que impide registrar que las tendencias del estancamiento del PIB y del empleo formal, de la alta inflación y del aumento de la pobreza, son de larga data e incluyen a la mal llamada "década ganada". Por ejemplo, ella finalizó con niveles bajísimos de inversión y exportaciones, ambas esenciales para crecer. Con las recientes medidas, dos sectores de gran potencial, el agro y la energía, reducirán ambas.
Es cierto que el Gobierno no ha cumplido siquiera un mes. Pero obtuvo su contundente triunfo en las PASO hace ya cuatro y medio. La demora en dar a conocer su estrategia de crecimiento inclusivo y sostenible también compromete una mejor renegociación de la deuda, porque los acreedores quieren saber si y cómo crecerá la Argentina. Por ejemplo, ¿seguirá en pie la política del acuerdo Mercosur-Unión Europea, que brindaría a nuestro país mercados gigantescos y plazos de hasta quince años para adaptarse a un comercio más libre? Hasta tanto se conozca la estrategia completa, podrán lograrse alguna reactivación económica y cierta tranquilidad financiera, pero ellas serán efímeras si no llega pronto el camino al futuro.
IAE y FCE, Universidad Austral. Miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas
Juan José Llach