Qué chucho que da el Chacho
“Está medio nervioso” (De la senadora Florencia López sobre el rechazo de Milei a las cuasimonedas)
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La senadora nacional Florencia López, de la alianza Unión por la Patria, dice que Milei está nervioso por culpa de los Chachos, nombre cariñoso de los billetes creados por el gobernador Ricardo Quintela para pagarles a empleados públicos riojanos parte de su sueldo. Ya los reciben los funcionarios, los rebotan los comercios y no sirven para pagar deudas con otras provincias. Si Milei está nervioso por los Chachos, los riojanos ni le cuento, querido lector. Están más preocupados que De la Rúa el día en que el Chacho al que le dio una chance le terminó haciendo flor de chanchada.
Volvamos a los miedos, típica sensación del argentino promedio. Hemos llegado al punto de temerle a un papelito, a un billete y eso que no valen nada. Ahí estamos: una mano aferrando el bolsillo y otra el celular mientras hacemos equilibrio en el colectivo que va a 60 km/h por calles internas a las 4 de la tarde cuando salen los chicos del colegio.
Ni qué hablar de la cola del banco que nos obligan a hacer porque no funciona la app que venía a resolvernos todo. De ser un amigo, el cajero se convirtió en el sospechoso de actuar como campana del que presumimos ejecutará la salidera en connivencia con el policía que antes era una ayuda y ahora nos resulta menos confiable que los octógonos negros de los alimentos.
Si vamos a una guardia, ni le cuento. Uno va a curarse y lo tienen tanto tiempo en espera que termina contagiándose de algo. Tenemos terror a que la farmacia nos rechace la receta. Se la llevamos en papel, en foto, electrónica, en papiro y, por las dudas, con bajorrelieve del sello del médico que nunca se entiende y se olvidó de poner la fecha.
Tememos no poder cargar la SUBE o que no la validen. El taxi dejó de ser opción. Conseguir efectivo en el cajero es imposible una noche de invierno, después de las 23, cuando ni el subte funciona y el de la app de viajes se pierde siempre en la misma rotonda.
Para entrar en casa, ¡qué operativo! Relojear que no haya extraños a la vista, llevar la llave entre los dientes (porque las manos las tenemos ocupadas aferrando el bolsillo y el celular), abrir como un karateca y resguardarnos rápido en el ascensor los que vivimos en departamento.
Y a rezar por que debajo de la puerta no nos hayan dejado las facturas de los servicios públicos. Nos puede dar un infarto y la prepaga no contesta o no tiene médicos para mandarnos.
Cómo no entender a los portadores de Chachos. Hoy somos todos riojanos.