Putin, un negociador de la escuela soviética
La invasión ordenada por el líder ruso Putin a Ucrania ha puesto al mundo en vilo desde el momento en que la humanidad, que poco a poco va saliendo del flagelo del Covid, ve atónita como retrocedemos casi un siglo en la historia con una vuelta a las agresiones y conflictos bélicos en Europa.
Hay un paralelismo histórico que puede dar una primera referencia al entendimiento del actual conflicto. Año 1938. Hitler y Chamberlain (ministro inglés). Invasión nazi a Checoslovaquia con el falaz argumento de protección de la minoría alemana (sudetes). Chamberlain concediendo todo y apelando a la quimera del appeseament para calmar a la fiera y preservar la paz a toda costa en Europa. Cambiemos Putin por Hitler, Chamberlain por Biden y algunos países de Europa y Ucrania por Checoslovaquia y el paralelismo es perfecto. Lo más preocupante es que por la política ingenua de Chamberlain vino después lo que ya sabemos: invasión de Polonia por la ambición sin límites de Hitler, guerra atroz de 6 años con terrible genocidio incluido.
Otra perspectiva es abordar el conflicto actual desde lo que llamamos perfil de negociadores. Putin es un verdadero ejemplo de negociador de la llamada escuela soviética. Competir al extremo. Doblar la vara hasta que casi se rompa. Lo mío es mío y lo tuyo es lo negociable. Con verdaderos maestros anteriores como Stalin y Kruschev. Este último, llevando en su relación con Kennedy el mundo al borde del holocausto nuclear en dos situaciones: Berlin 1961 y Crisis de los misiles en Cuba en 1962. Siempre negociando desde el fait accompli o hecho consumado.
También puede ser de utilidad una lectura a lo que llamamos mapa de intereses en los conflictos o negociaciones. Podemos sintetizar el correspondiente a Putin en términos de: 1) fortalecer su ego queriendo ser un digno sucesor de Stalin 2) temor al “espejo” cercano de Ucrania como democracia pujante y floreciente 3) asegurar el no ingreso a la OTAN de Ucrania y un poco probable emplazamiento de misiles allí. De todas formas, ninguna variable de este mapa de intereses justifica en modo alguno la salvaje e incivilizada agresión militar.
La zona actual de posible acuerdo es muy estrecha y por eso la pregunta clave es: ¿qué debería hacer occidente y la OTAN frente al agresor sin límites y negociador competitivo extremo? Sacarle la iniciativa, doblar la apuesta en la creatividad de contramedidas que lo ahoguen en frentes amplios, mostrar que se está dispuesto a romper la vara (sin romperla). Recordar que el competitivo extremo solo está dispuesto a cooperar cuando percibe del otro lado sólida construcción de poder y el estar dispuesto a jugar al límite.
Dentro del menú de acciones tácticas asociadas a lo anterior se puede mencionar algunos ejemplos como: el ahogo financiero y cultural de Rusia, la condena activa en redes sociales, el bloqueo de las operaciones financieras swifts y el congelamiento de activos de los oligarcas rusos afines a Putin. Para intentar debilitar su frente interno. Y hacerlo rápido, porque el agresor se vuelve en cada momento más agresivo. Y con un Putin envalentonado por lo que percibe debilidad de Occidente.
Como reflexión final de este trágico episodio actual, comentar que nos afecta doblemente como país, desde el momento que Putin, para el gobierno actual, es el modelo de liderazgo político a seguir. La escuela soviética también tiene sus fans locales.
Profesor y Director de Consensus (Centro de Negociación y Resolución de Conflictos) del IAE Business School, Universidad Austral