Putin confunde a Occidente
Las acciones de Putin sugieren que el plan de largo plazo es desestabilizar Europa lo más posible. Moscú opera por dos frentes en este momento: primero por Belarús y en segundo término por Moldavia.
Belarús ahora recibe ojivas nucleares tácticas desde Rusia, bajo el pretexto que la OTAN entrega munición antitanque de uranio empobrecido. La posición de Putin es que esta munición no es convencional. Este pretexto es falso, ya que el uranio utilizado llega a esa munición por su densidad y no representa una amenaza nuclear. Todas las veces que Rusia desplegó esa misma capacidad antiblindados, no lo consideró una escalada. Es curioso que tras décadas de utilización, de repente, Moscú caiga en este repentino cambio de criterio. La respuesta con ojivas tácticas no cambia la realidad del conflicto y es otra demostración de fuerza ante la debilidad.
Recordemos que el armamento nuclear táctico es distinto del estratégico. El táctico es el que está preparado para producir daños limitados, con explosiones más pequeñas y con un rastro radiactivo mínimo. La probabilidad de que Putin ordene el uso de un arma de este tipo es baja, ya que sería un salto total al vacío, pero crece con cada día que Ucrania expone la debilidad de su vecino en el campo de batalla.
La presencia de armas nucleares en otra frontera de la OTAN a través de la movilización a Belarús, complica el escenario de defensa para Europa al tiempo que agrega incertidumbre a Occidente. En un momento en que las economías enfrentan una serie de complicaciones económicas, Putin aportó otro granito de arena para hacerle la vida más difícil a los electorados y gobiernos de la región.
Entre tanto, el subsecretario general adjunto de la OTAN, Mircea Geoana, comentó que Rusia “no tiene la capacidad” ni la intención de convertir la guerra de Ucrania en un conflicto nuclear, y que solo busca intimidar a sus vecinos europeos. Hasta el momento, a pesar de los desafíos, versiones sobre enfermedades e insultos a Putin, este viene reaccionando con la frialdad de un exagente de la KGB.
Mención aparte merece Suiza. Su gobierno comunicó preocupación ante una realidad inconveniente: el país no es miembro de la OTAN, por ende, no estaría cubierta ante un ataque ruso. Si Moscú amenazara con alguna agresión convencional o híbrida, el mayor capital del país -la estabilidad- se evaporaría inmediatamente. Dada su relevancia económica, con poco esfuerzo hay otra oportunidad de dañar a Occidente.
En segundo término está Moldavia, una oportunidad única para traer más caos a las puertas de Occidente. La mayoría de los analistas olvidaron que Rusia aceptó la división de Moldavia y así el país quedó a la intemperie. Ese estado entre Rumanía y Ucrania no tiene fuerzas armadas efectivas y desde antes de la invasión a Ucrania hay presencia militar rusa.
Las operaciones de Moscú responden discursivamente a la necesidad de proteger a grupos rusoparlantes en el país en la región de Transnistria. Sin embargo, con una fuerza relativamente pequeña Putin puede causar estragos en otra de las fronteras orientales de la OTAN. Rumanía es miembro de la alianza del Atlántico Norte y adoptó una línea cercana a Kyiv.
La debilidad moldava es otra oportunidad para profundizar la campaña del caos con la que Moscú tocó casi todos los países de Occidente en los últimos años, desde Estados Unidos -con las elecciones presidenciales, hasta Gran Bretaña -con su campaña pro-Brexit.
Occidente sigue dejando ante el régimen ruso costados por donde se seguirán filtrando ofensivas híbridas que apuntan a sembrar la incertidumbre y agrandar los problemas sociales y económicos de cada uno de estos países.