Propuestas de avance educativo positivas, pero insuficientes
Preocupa el creciente rezago de la Argentina en las pruebas internacionales sobre el estado de la educación; para salir de esta crítica situación habrá que emprender un proceso de largo aliento
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En la Argentina es preocupante el creciente rezago en las pruebas internacionales sobre el estado de la educación, en las que hemos visto cómo países que nos reconocían como vanguardia educativa en América Latina hoy nos superan. También son preocupantes los resultados de las evaluaciones educativas que realizan las autoridades. ¿Podemos salir de esta crítica situación? Por cierto que sí pero para eso tendremos que emprender un proceso que habrá de proyectarse sobre varias generaciones.
Este siglo es el tiempo de la globalización impulsada por rápidos avances científicos y tecnológicos; por eso, la fortaleza económica de una sociedad hoy depende críticamente de su capital humano. La población de una nación es la depositaria de ese capital, que es decisivo para impulsar el progreso y mejorar las condiciones de vida. El nivel de conocimientos acumulados en la mente de los habitantes, gracias a la educación, es la garantía del avance social. Podemos decir que el mundo está cambiando día tras día con la prontitud de los saberes nuevos que dependen fundamentalmente de la educación.
Nelson Mandela dijo: “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Muchos pueblos han entendido la idea. Mientras Juan Bautista Alberdi decía en el siglo XIX: “Gobernar es poblar”, la extrapolación al siglo XXI de su aserto podría expresar: gobernar es educar.
El actual gobierno, encabezado por el presidente Javier Milei, ha enviado un proyecto de ley al Congreso de la Nación que incluye modificaciones en una gran cantidad de sectores, razón por la cual se la ha denominado “ley ómnibus”. El sector de educación no escapa de dicho proyecto, que propone una serie de disposiciones para el sistema educativo que, en términos generales, son positivas; sin embargo, presentan algunos detalles insuficientes.
Como ejemplo de medidas positivas podemos mencionar la evaluación de docentes cada cinco años, ya que no solo se debe incrementar la cantidad de docentes si no también mantener la calidad. También es positivo declarar la educación como un servicio esencial y así evitar el cierre de las escuelas públicas para la defensa del derecho del trabajador que, si bien es un hecho sumamente importante, al aplicarlo a través de dichas medidas de fuerza la protesta adquiere un sentido antisocial, ya que termina afectando a las personas más necesitadas. Recordemos que son los pobres los que mayoritariamente asisten a las escuelas públicas que se cierran, mientras que las escuelas privadas, donde asisten aquellos alumnos pertenecientes a familias de mayores recursos que pueden afrontar el pago de los altos aranceles, permanecen abiertas, generándose una brecha de conocimiento en nuestro país aún más amplia entre ricos y pobres, que se traduce en mayor exclusión social, ya que la principal herramienta para salir de la pobreza es la educación.
Otra medida positiva es la implementación de un examen final al terminar el ciclo secundario; sin embargo, no establece obligatoriedad a las universidades de utilizar dicho examen para regular su ingreso, sino que lo establece como una opción y no modifica la característica de ingreso irrestricto que propone la ley vigente. Esto sucede en muy pocos países en el mundo y los resultados entre aquellos países que exigen exámenes versus los que no los exigen podemos observarlos comparándonos con nuestros vecinos Brasil y Chile, cuyos estudiantes deben realizar exámenes previos al ingreso a la universidad.
Este tema es relevante cuando se da importancia al ritmo de acumulación de capital humano calificado de la población, el cual es fundamental para el progreso económico de una nación. En el presente siglo XXI la graduación universitaria es un factor clave para la acumulación de capital humano calificado, principalmente asociado a los grandes avances científicos y tecnológicos de los últimos años. Sin embargo, al compararnos con Brasil y Chile, se observa que tenemos el doble de estudiantes pero la mitad de graduados. En la Argentina no rige ningún tipo de examen de evaluación de conocimientos al final del nivel secundario ni tampoco exámenes generales de ingreso a la universidad debido a que están prohibidos por la ley 27.204, que los considera “restrictivos”, mientras que en Brasil rige el Examen Nacional de Enseñanza Media (ENEM) y en Chile, la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES).
El ENEM se aplica desde el año 1998 con el objetivo de evaluar los conocimientos de los estudiantes una vez que concluyen la educación secundaria; también determina el ingreso de los estudiantes a la universidad, y se utilizan los resultados obtenidos para adjudicar becas del Programa Universidad para Todos (Pro Uni). Tomó aún más relevancia a partir de 2009, durante la presidencia de Lula, debido a que una gran cantidad de universidades comenzaron a utilizar sus resultados como criterio de selección para la admisión de nuevos ingresantes.
La PAES se aplica en Chile desde noviembre de 2022, previamente se han aplicado otros sistemas de ingreso, y se puede realizar en dos oportunidades cada año, también puede rendirse en más de una oportunidad en caso de que los estudiantes deseen mejorar su puntaje. El examen está compuesto por cinco pruebas. Los resultados se expresan en una escala de 100 a 1000 puntos y cada universidad define cuáles son los requisitos y criterios para la postulación y admisión regular a sus carreras.
Al comparar nuestras cifras con las de Brasil y Chile, se observa que la evolución de la graduación universitaria total entre los años 2013 y 2021 es liderada por Brasil con un incremento del 33%, seguido por Chile con el 32% y la Argentina con el 21%. La Argentina presenta la mayor cantidad proporcional de estudiantes, alcanzando los 557 estudiantes por cada 10.000 habitantes, mientras que Brasil y Chile presentan 408 y 355, respectivamente. Sin embargo, ocurre lo contrario cuando se observa la cantidad de graduados cada 10.000 habitantes, dado que la Argentina presenta apenas 31, mientras que Brasil presenta 61 y Chile 55. Estas diferencias también se observan en la eficacia en la graduación, ya que de 100 ingresantes en el año 2017 se graduaron en la Argentina, en el año 2021, unos 28 estudiantes, mientras que en Brasil lo hicieron 46 y en Chile 69.
La graduación universitaria se fortalece cuando ingresan los estudiantes secundarios bien preparados, especialmente en el último año del secundario. Esta preparación naturalmente tiende a reflejarse en una mayor graduación final. Por el contrario, nuestros estudiantes secundarios no tienen incentivos para mejorar su nivel educativo. Muchos llegan mal preparados, de forma tal que, lamentablemente, existe un porcentaje alto de estudiantes que durante el primer año universitario no aprueban más de una materia y son muy pocos los que completan su carrera universitaria en relación con la cantidad de los que ingresan.
Academia Nacional de Educación y Universidad de Belgrano