Prevenir las adicciones desde la escuela
La anomia es el cáncer de la entraña nacional, endemia consolidada por dos actitudes: desde abajo, el hombre de a pie, incumple la ley; desde arriba, el Gobierno no la aplica. Esta desgraciada alianza ya es parte constitutiva de la realidad cotidiana argentina. Vaya un par de ejemplos referidos al flagelo de la droga. La buena ley nacional de lucha contra el alcoholismo 24.788/09, que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas a los menores, es pisoteada en todos los boliches, discos y sitios fiesteros del país todos los fines de semana de todo el año.
Las Naciones Unidas declararon en 1987 al 26 de junio como Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y Tráfico Ilícito de Drogas. Nuestro país adhirió a través de la ley 24.126/92, que dice: "Se emitirán programas en todos los medios de comunicación, tanto públicos como privados, jornadas escolares de información y esclarecimiento, etc." (Art. 2). Hace una década que se incumple esta ley, con prolija despreocupación de lo dispuesto por la letra. Borges decía, en ocasión de un centenario de Góngora: "Yo siempre estoy dispuesto a acordarme de Góngora cada cien años". ¿Deberemos decir: "Siempre estaremos dispuestos a acordarnos del implacable azote de la droga una vez el año, cada 26 de junio?".
La ley 25.586/09, que propuso el Programa Nacional de Educación y Prevención sobre las Adicciones y el Consumo Indebido de Drogas, motivó una campaña inicial de folletería, sitios electrónicos y carteles. Luego se amorteció, porque nunca se le dio cabida a la excelente propuesta adjunta a la ley para la aplicación concreta a los tres niveles de enseñanza (Inicial, Primaria y Secundaria), con bajada a la diaria realidad educativa que es el aula. Hemos perdido cinco largos años irrecuperables, frente al avance irrefrenable de la desgraciada oferta de sustancias a nuestros adolescentes, sin que las autoridades hayan atendido a la lucha cotidiana por la prevención, cada día en cada aula, en cada escuela, como hubiera correspondido.
Desde el Observatorio de Prevención del Narcotráfico (Oprenar), en octubre de 2014, denunciamos la ausencia sostenida de las autoridades en el terreno preventivo educativo. Tampoco en los currículos de formación de nuestros docentes figuran aún los contenidos básicos. Se fueron sumando las "tolerancias": la social, la política, la comunicacional y la educativa.
Recién ahora comienzan a moverse las aguas. Las vísperas eleccionarias despiertan a las bellas durmientes. Un buen programa acaba de ser implementado para el ciclo superior de la nueva escuela secundaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y, según anuncios del mes pasado, el Ministerio Nacional y el Consejo Federal de Educación se aplicarían a saldar esa gruesa deuda para con nuestros muchachos. Ojalá. Bienvenidos a la cultura preventiva educativa. Dice el refrán: "Allá van leyes, do quieren reyes".
De eso se trata, del querer, de la voluntad política concreta de los gobiernos en hacerlas cumplir. Del dicho de la ley al hecho de su aplicación media siempre, entre nosotros, un larguísimo trecho, que pocas veces las autoridades lo caminan con firmeza.
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