Presos políticos: un oficialismo que preocupa
Desde hace años nuestra sociedad está inmersa en una grieta que se hace presente en los más diversos ámbitos. Los argentinos somos continuamente protagonistas de discusiones que llevan a aparentes laberintos sin salida porque nadie busca razonar sino tener razón.
En este contexto, donde todo tema es un potencial punto de conflicto, preocupa un oficialismo que se comporta como si no tuviera una responsabilidad superior por sobre la del resto de la sociedad.
Con la historia que nos antecede como país, preocupan las contradicciones dentro del Poder Ejecutivo de la Nación con respecto a si existen o no presos políticos. Preocupa que probablemente rija la misma falta de sintonía en cuestiones de Estado y que de verdad hacen a la vida de todos los argentinos.
No es la primera vez que el partido gobernante elije discutir sobre la superficialidad de una cuestión y ataca deliberadamente al Poder Judicial. Recordemos que estas acusaciones vienen de los mismos que buscaron difamar y deslegitimar al fiscal Alberto Nisman. De los mismos que festejaron la reciente muerte de un juez federal. En el caso de que existan detenciones arbitrarias, es posible revocar las sentencias y garantizar el debido proceso sin que eso signifique que las personas involucradas sean efectivamente presos políticos.
En el caso de que existan detenciones arbitrarias, es posible revocar las sentencias y garantizar el debido proceso sin que eso signifique que las personas involucradas sean efectivamente presos políticos
Pero la realidad es que este tipo de discusiones no reflejan la verdadera preocupación de la sociedad. Los argentinos queremos saber si quienes debían velar por nuestro bienestar aprovecharon el lugar de poder que se les confió para robarle al Estado, es decir, a todos nosotros. No parece ser esa la inquietud del Poder Ejecutivo, que insiste en lo meramente discursivo.
Hablar de "presos políticos" anula cualquier discusión de calidad que se quiera afrontar porque no estamos ante denuncias sólidas sino mediáticas, que simplemente buscan generar un impacto en la sociedad, seguir ensanchando la famosa grieta y alimentando el relato que mejor se adecúa a ciertos preconceptos.
Seguramente, aquellos que forman parte de un espacio donde abundan los detenidos por causas de corrupción o defraudación al Estado deban replantearse su pertenencia partidaria antes de utilizar los medios de comunicación para montar circos discursivos.
El Poder Judicial no se debe dejar llevar por los tiempos políticos. Los cambios de gestión no deben afectar el curso de las causas. En el mismo sentido, no se le puede solicitar -con aparente normalidad- al Poder Ejecutivo que intervenga en las decisiones que toma otro poder del Estado. Preocupa que todavía tengamos que explicarles a los referentes de este nuevo gobierno cómo debería funcionar una verdadera República.
El autor es vicepresidente del Consejo de la Magistratura de CABA