Presidentes en la tormenta. Yrigoyen, acosado por la violencia y la crisis política
Final trágico. En su segundo mandato, Yrigoyen sufrió el primer golpe de Estado de la historia argentina
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En las elecciones presidenciales de 1928, las dos principales fórmulas eran radicales: la UCR antipersonalista, apoyada por los conservadores, presentó la fórmula Melo-Gallo y la UCR personalista la fórmula Yrigoyen- Beiró.
La campaña fue muy intensa y la elección se vivió como un plebiscito a favor o en contra del caudillo. Yrigoyen logró un triunfo aplastante del 61% de los votos. Pero la fortuna no acompañó al líder radical en su segunda gestión presidencial, que fue breve y complicada.
En términos políticos, entre la elección de Yrigoyen y el golpe del 6 de septiembre de 1930, la polarización política fue en aumento. El radicalismo personalista se presentó como la “auténtica expresión de la nación y del pueblo” frente al “régimen oligárquico y conservador”. Para el oficialismo, la voluntad de las mayorías se imponía sobre la división de poderes.
La oposición, en cambio, acusaba al Poder Ejecutivo de prepotente y exigía mayor participación del Congreso, especialmente en asuntos como las conflictivas intervenciones federales.
La disputa parecía irreconciliable y el amplio triunfo del líder radical era vivido por la oposición como intolerable: ¿cómo ganarle a Yrigoyen en elecciones libres y competitivas? La decepción frente a la derrota vino acompañada por la desconfianza de muchos dirigentes de la oposición en el sufragio universal. A su vez, a fines de la década de 1920, surgieron agrupaciones nacionalistas que expresaban sus ideas en publicaciones como La Nueva República donde proponían alternativas para la democracia liberal. Veían al liberalismo y la democracia como los causantes del caos y la anarquía. Para ellos el problema no era sólo Yrigoyen, sino todo un sistema que debía ser reemplazado.
A la polarización política se le sumó la crisis económica. Hasta 1929, la economía argentina crecía de forma dinámica. Un año después de asumir, en octubre de 1929, se desplomó la bolsa de Wall Street dando vuelta la economía mundial.
A la polarización política se le sumó la crisis económica. Hasta 1929, la economía argentina crecía de forma dinámica. Un año después de asumir, en octubre de 1929, se desplomó la bolsa de Wall Street dando vuelta la economía mundial. Las consecuencias de la crisis mundial afectaron la economía argentina, ya que cayeron los precios internacionales de los commodities y se deterioraron los términos de intercambio. La crisis llevó al aumento de la desocupación, la reducción del salario real, la caída del consumo, el aumento de la inflación y la reducción del gasto público.
Pero el panorama de la oposición civil a Yrigoyen no queda completo sin las conspiraciones militares. Hacia 1930 no había una, sino dos conspiraciones paralelas: la del teniente general Uriburu y la del general de división Justo. Mientras que Uriburu tenía ideas más autoritarias y antidemocráticas, Justo estaba cerca de la oposición civil y tenía un perfil más liberal. La conspiración de Uriburu, quien finalmente encabezaría el golpe del 6 de septiembre de 1930, empezó a tejerse en mayo de 1929.
Los meses previos al golpe de 1930 fueron meses de conspiraciones y violencia política. En las calles proliferaban los enfrentamientos entre grupos nacionalistas y radicales. En diciembre de 1929, fue asesinado Carlos Washington Lencinas, un dirigente radical antipersonalista de Mendoza. En un atentado fallido, un anarquista quiso asesinar a Yrigoyen. En las elecciones legislativas de marzo de 1930 hubo incidentes, enfrentamientos armados y muertos. Si bien la UCR personalista se impuso electoralmente, perdió un importante número de votos en relación con la elección de 1928.
La prensa también jugó un papel central en la creciente oposición política a Yrigoyen y, finalmente, en la consumación del golpe de Estado. La mayoría de los diarios nacionales apoyaron y legitimaron la intervención del ejército en la vida política. El diario Crítica, por ejemplo, no sólo llevó adelante una intensa campaña de desprestigio del gobierno de Yrigoyen sino que también cedió su local para reuniones entre civiles y militares golpistas.
El gobierno asistía impotente a la pérdida de autoridad y poder, acrecentada por las internas palaciegas y el deterioro físico de Yrigoyen, que se encontraba enfermo y retirado en su casa de la calle Brasil.
En ese contexto el ministro de Guerra, el general Dellepiane, propuso desarticular la conspiración militar. Sin embargo, varios altos funcionarios, como el vicepresidente Martínez, minimizaron los preparativos del golpe y sostuvieron que era innecesario reprimir a los instigadores. Al imponerse esta visión, el 3 de septiembre Dellepiane renunció después de que fuera rechazada su orden de detener a los conspiradores.
El 6 de septiembre de 1930, cadetes del Colegio Militar, algunos oficiales del ejército y civiles marcharon a la Casa de Gobierno para derrocar al presidente Yrigoyen. Muchos ciudadanos salieron entusiasmados a la calle en apoyo al golpe.
En una entrevista para el podcast La Banda Presidencial, el historiador Luciano de Privitellio explicó que se trató de un golpe muy débil en lo militar, dado que muchos cuadros militares se negaron a movilizar sus tropas, aunque muy exitoso en la opinión pública. Y agregó: “Es un golpe que triunfa casi por azar, no estuvo muy bien planificado. Las relaciones entre el gobierno, la oposición civil y los militares no estaban del todo aceitadas. En chiste, se puede decir que el golpe de 1930 se paraba con los bomberos”.
Luego de marchar con la columna militar, los civiles opositores ingresaron a la Casa Rosada y desde las ventanas arrojaron retratos de Yrigoyen para que fueran pisados por los manifestantes.
Una vez instalado Uriburu en la Casa Rosada, Yrigoyen partió desde su casa a La Plata donde presentó la dimisión: “Ante los sucesos ocurridos, presento en absoluto luto la renuncia del cargo de presidente de la nación Argentina”. Se concretaba así el primer golpe militar de la historia local.