Premios y castigos del presupuesto mileísta
“Será la ciudadanía quien los coloque en la avenida de los justos, o en la esquina de las ratas miserables que apostaron contra el país y su gente”, les espetó el presidente Milei en la cara a los pocos legisladores opositores presentes en el “acto político” del domingo pasado. Porque por más que se intentó disfrazarlo de institucional, con banda y bastón presidencial, la presentación del Presupuesto 2025, sin números, no fue más que un acto partidario encabezado por el Presidente, que le habló a los suyos y que, como en las mejores etapas del kirchnerismo, utilizó el Congreso como foro partidario, con palcos llenos al grito de “la casta tiene miedo” sin sonrojarse por compartir ese cántico con la familia Menem, Daniel Scioli, Guillermo Francos, entre otros que ocuparon las gradas con jóvenes libertarios, funcionarios y contratados por el estado.
Al mejor estilo punteril, los que estuvieron por Pasos Perdidos vieron tomar lista a los presentes que, para obtener más lugares, desbancaron a la prensa acreditada de sus sectores asignados por la Cámara de Diputados. Los periodistas tuvieron que seguir el acto a través de la sesgada transmisión oficial televisiva, con un rating que bajó considerablemente, como otro dato de color.
Pero volvamos al punto: Milei pudo elegir otros adjetivos para calificar a quienes no acuerdan con su propuesta presupuestaria, por ejemplo, “irresponsables”, “despilfarradores”; “derrochadores”, etc. Pero eligió llamarlos “ratas miserables”, como antes llamó “mogólico” a un economista que lo criticó o “burra” a una periodista que solo le hizo una pregunta, entre varios episodios desagradables de su locuacidad caracterizada ya por su falta de educación. Dicen que es su estilo, sin embargo, no se puede dejar pasar por alto lo inapropiado e irrespetuoso que es su modo de dirigirse a la oposición, al periodismo crítico, incluso a los ciudadanos que no piensan como él. No es la intención compararlo con dictadores bajo ningún punto de vista, y resalto esto porque Milei no lo es en lo absoluto, pero seguramente al Presidente le genera rechazo leer la historia que muestra a dictadores que utilizaban esos apodos despectivos para señalar a los adversarios o grupos étnicos que detestaban. Ratas, piojos, cucarachas, zorros, buitres, gusanos son algunos de los animales usados por esos dictadores para definir a aquéllos. Al menos esto podría hacerlo reflexionar, porque ningún presidente democrático y en pleno período constitucional insultó así a contendientes y legisladores en el Congreso de la Nación. Sí hubo críticas, chicanas políticas, desafíos, pero nadie cruzó el umbral de la convivencia civilizada que debe existir en democracia como hace Javier Milei. Ya no alcanza con justificarlo con el trillado “son sus modos, pero lo importante es lo que hace”, porque sus palabras recorren el mundo mostrándonos como un país liderado por alguien que nos pone en la cornisa del conflicto político y social de manera recurrente.
Ahora, qué es lo que molesta a Milei de quienes se oponen a su propuesta de Presupuesto 2025, esos “no héroes” que jamás comerán un asado en la Quinta de Olivos para celebrar que frenaron la posibilidad de que los jubilados recuperen menos de 20 mil pesos en sus haberes quitados por su ajuste fiscal a principio de año, parece una ironía dentro de una casualidad que esa suma se parezca a esos $20.000 que costó cada cubierto de la cena agasajo brindada por el Presidente, un gesto provocador, insensible y absolutamente innecesario para este difícil momento, decorado con los “ouffit” que mostraban orgullosas las diputadas asistentes en las redes, como lo hizo María Celeste Ponce.
Veamos, el proyecto de ejercicio presupuestario enviado por el PEN al Congreso tiene algunas cuestiones que generarán conflicto y marcan a fuego las prioridades de este gobierno. En primer lugar, mientras se le destina un aumento del 28% a las 60 universidades en todo el país y, en paralelo, se suspende la ley de financiamiento educativo, a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) se le asigna el doble del presupuesto que el actual.
Como bien lo explicó la colega Laura Serra en una excelente nota esta semana, de 7,2 billones que piden las universidades públicas para pagar salarios y gastos de funcionamiento, el presupuesto otorgaría solo 3,8 billones, pero además hay una baja considerable en otras áreas como educación básica, porque al suspender la Ley de Financiamiento Educativo ya no será obligatorio invertir el 6% del PBI en educación. Pero también baja considerablemente el presupuesto en Ciencia, porque tampoco, ya derogado por un DNU, será obligatorio invertir el 1% del PBI en Ciencia y Tecnología, los más castigados serán el Conicet que pierde el 41% de su presupuesto medido en valores constantes, pero también son castigados la CONAE (-40%) el INTA (-41%) el Banco de datos Genéticos (-50,5%) el INTI (-46,7%) y la Agencia I+D+i (-67%) esa última encargada de promover la investigación científica, la generación de conocimiento y la innovación productiva. Raro, el Presidente anuncia que la Argentina será uno de los cuatro polos de Inteligencia Artificial en el mundo, pero no invierte en los recursos humanos y profesionales para lograrlo. Es Imposible que estas áreas funcionen con esos presupuestos. Se avecina así una etapa de conflictos durísimos en sectores ligados a la educación y la investigación. La educación pública ya demostró estar entre las prioridades de una sociedad castigada, dispuesta a ceder, pero no todo. Lo demostró el 23 de abril pasado cuando un millón de personas marcharon para defender la universidad pública contra el ajuste.
La educación está estancada, los resultados académicos en el nivel básico no son buenos, los aprendizajes están en crisis, la incorporación de todos los chicos en el nivel inicial a partir de los cuatro años es imposible por la falta de oferta escolar, hay un retroceso en la incorporación de nuevas tecnologías en la escuela, muchas son las deudas que tiene el estado con la educación pública, mucho hay para hacer, pero desfinanciarla no parece la mejor receta. Porque si bien son las provincias quienes administran los sistemas educativos, el estado nacional tiene un rol que cumplir equiparando oportunidades para todos porque, por más que muchas provincias administren irresponsablemente, no todos los alumnos argentinos tienen las mismas posibilidades de acuerdo a la ubicación geográfica de su escuela, y eso lo debe intentar reparar el estado nacional.
Además, vale aclarar, desde que se sancionó la Ley de Financiamiento Educativo, según una investigación de Argentinos por la Educación realizada en 2019, demostró que ya en ese año el estado debía 26 mil millones de dólares a la educación en la Argentina, es decir no se cumplía con la ley, mucho menos se hará ahora que se anuló esa norma. Otro dato curioso y que muestra la poca capacidad de trazar una gestión coherente en el gobierno, es que hace dos meses celebró la sanción de la Ley que establece la “esencialidad de la educación”, pero inmediatamente después los mismos legisladores oficialistas (libertarios y aliados de Pro, el PJ y el grupo de radicales oficialistas) deberán defender el recorte presupuestario en educación más grande en la historia en el recinto. ¿Esencial pero no tanto? Tendrán mucho para argumentar.
Pero no solo hay recortes, hay un área que se nota es de mucho interés para el gobierno de Javier Milei como es la Inteligencia. En el proyecto de presupuesto 2025 se le otorga a la SIDE $197.238 millones un 94% más que los $101.816 millones que recibió este año, siendo el área estatal más beneficiada. Uno de los argumentos utilizado por el oficialismo para rechazar la recomposición y justificar el veto del cálculo previsional fue: “no dicen de dónde sale la plata para financiarlo”, entonces vale la pregunta: “¿de dónde sale el dinero para financiar a la SIDE?”. Si vale para uno vale para otros. Dicen que a Santiago Caputo, integrante del “triángulo de hierro” no le debe importar mucho encontrar una respuesta a esto.
Pero, además, muchos libertarios justificaron en las redes que la educación venía mal y que el dinero estaba mal gastado, y en lugar de mejorarlo o hacerlo más eficiente con programas con objetivos, lo vedan, lo cual parece demostrar el desinterés del estado nacional para administrar áreas sensibles como educación y salud. Porque hasta donde sabemos, la SIDE también funciona mal, de hecho, es un organismo dependiente del estado nacional al que muchos le temen porque existe un sector que se autoadministra y puede ser más peligroso para la política y el periodismo que para quienes atentan contra la seguridad nacional. La SIDE no previó los ataques terroristas de la embajada de Israel y la AMIA y quedó fuertemente cuestionado su rol en los juicios, tampoco pudo cuidar al fiscal Nisman, y parece que poco aporta en la lucha contra el narcotráfico. Pero ahí no importó su ineficacia, directamente en 9 meses sumaron a su presupuesto que estaba en 45.000 millones en 2024 unos 101.000 millones, que el Congreso rechazó como fondos reservados y que no sabemos aún en qué se gastaron, y ahora deciden duplicarlo para el año próximo.
Premios y castigos que traerán conflictos gremiales y sociales, porque las prioridades quedaron sobre la mesa con el primer presupuesto 100% mileísta que deja un mensaje fundacional: jubilados, educación, ciencia, salud, niñez, deberán arreglárselas solos, mientras que la Inteligencia sabrá agradecer con favores a quienes la premian, aún sin que se le reconozca haber hecho algo bueno para el país como para merecer tanto reconocimiento.