Precisión
PEKÍN, CHINA.- Hace unos días, llamó mi atención el esmero con que una asistente disponía los platos y el resto de la vajilla en una mesa de la realeza. Utilizaba, con la precisión de un geómetra o un matemático, un instrumento similar a una escuadra, que le permitía guardar una distancia idéntica entre platos, cubiertos y copas. Era la lenta y minuciosa tarea de una obsesión. El sistema de medición nació en un tiempo antiguo, cuando desplazó la temprana utilización que se hacía de ciertas partes del cuerpo, como el pie o la palma de la mano. En el caso de los chinos, tratándose de una ceremonia militar, en Pekín, el escrúpulo encuentra su paroxismo. El sedal, en este caso, indica la altura de las viseras y exige una posición marcial. Pero cuidado: la obsesión lleva a veces calma a los espíritus neuróticos. A fin de cuentas, sucedió en el principio del mundo, cuando los hombres precisaron ordenar el caos que los rodeaba.