Pospandemia. El papel de la ciudadanía
Es difícil pensar la vida posterior a la pandemia cuando, mientras escribo, acaban de prolongarse las medidas extremas de aislamiento social y destacados científicos dan su opinión de que lo peor no pasó. Es decir que, con o sin vacuna, no habrá certezas, porque las pandemias forman parte del futuro de la humanidad. Esa parece ser, precisamente, la primera certeza: la de la incertidumbre. Y no es una buena noticia. Acostumbrarnos a vivir de este modo constituye un ejercicio de humildad, virtud que hará falta para reconstruir el mundo pospandemia y que será necesario recrear, porque no abunda ni en la ciencia ni en la política ni en los intelectuales de nuestro tiempo.
En la Argentina, la quietud obligada de los últimos cien días puso a prueba la vida pública y la vida privada, de manera igualitaria e impiadosa. Cada familia, cada pareja, cada grupo de vecinos de un edificio de departamentos, barrio, country o villa de emergencia conocieron mejor que antes el valor de cada uno en la emergencia, y registraron las dificultades que se pudieron salvar y las que quedaron en el camino. [...]
Se sabe mejor que antes hasta qué punto hay diferencias entre países ricos y pobres, y cómo en cada sociedad hubo franjas de población desprotegidas, desinformadas, confundidas, y otras mejor armadas para sobrevivir a la pandemia. Según informan los expertos, la salud mental ha sido gravemente afectada por la combinación de incertidumbre y encierro y la obligación de volvernos sobre nosotros mismos, hábito saludable ajeno al ritmo frenético del mundo contemporáneo. En cuanto a los ingresos, quedó claro que no es lo mismo gozar de un ingreso fijo asegurado que depender de la iniciativa propia en el día a día. El lugar de los viejos en las sociedades modernas mostró su rostro más descarnado: indefensión, abandono, postergación, compasión acaso.
En la incertidumbre nos aferramos a lo cotidiano y conocido; el jabón de uso doméstico más espumoso, los afectos más cercanos; la vida espiritual para los creyentes; la colaboración con el prójimo para sentirnos útiles. En cuanto a las políticas que nos ayuden a salir adelante, luego de este largo e inquietante paréntesis, quizás lo más recomendable sea el abordaje de los problemas de gobierno con humildad; sin soberbia ni autoelogio, hacer un balance de lo que funcionó bien, regular o mal, y de todo aquello que parecía estar bien y que resultó un fracaso. Esto puede aplicarse, por ejemplo, al sistema educativo de gestión pública y privada. [...]
En cuanto a la salud pública, vale también analizar los resultados país por país: cuáles respondieron positivamente, si fue porque contaban con atención primaria ya establecida o porque disponían de alta tecnología y de profesionales formados, etc. También qué lugar ocupará el tema salud en las políticas del futuro. ¿Será un lugar central? ¿Merecen los gremios continuar utilizando recursos ingentes a su manera? ¿Cuál ha sido el papel de la medicina prepaga? Todo esto necesita análisis equilibrados, estadísticas veraces, buena fe. Evaluar la acción del Poder Judicial y de la administración pública en general, para saber en qué áreas es preciso asignar recursos y cuáles fueron aquellas en las que la inactividad no tuvo efecto, porque ya eran ineficaces y posiblemente innecesarias.
Menos discursos y menos relatos. Porque entre los males que se señalan como posible fruto del miedo desatado por la pandemia, el mayor es el retroceso de la democracia republicana y el avance de nuevas modalidades del totalitarismo, con el pretexto de cuidar al ciudadano y de hacerse cargo de su vida en nombre del Estado.
La Argentina, con una sociedad empobrecida desde mucho antes, acostumbrada a postergar la búsqueda de soluciones de largo plazo, a delegar en otros el ejercicio de la ciudadanía y luego a echarle la culpa a ese otro del fracaso, está mal equipada para enfrentar el desafío del futuro, más allá de la pandemia. Contribuir desde todos los espacios disponibles a crear ciudadanía es una de las tareas a realizar para que la gente de a pie exija capacidad, formación y decencia a sus dirigentes y que estos articulen una gestión eficiente. Como en el caso del sencillo producto de limpieza, que se constituyó en el mejor recurso para evitar contagios, reconstruir el tejido de nuestra sociedad mediante el conocimiento del pasado para conocernos mejor hoy sigue siendo necesario para reafirmarnos como nación y evitar la anomia en el confuso mundo en que vivimos y que, en momentos como ahora, nos muestra su rostro más sombrío.
Miembro de la Academia Nacional de la Historia; licenciada en Historia (Universidad del Salvador)
En POSPANDEMIA. Publicado por el Centro para la Evaluación de Políticas basadas en la Evidencia (CEPE), de la Universidad Torcuato Di Tella, Pospandemia compila 53 ensayos con propuestas de especialistas en diversas áreas: ciencia y educación; desarrollo social; economía y desarrollo productivo; desarrollo sustentable e infraestructura; nuevas tecnologías, medios y cultura, y Estado y gobierno. El libro se publica en formato digital y se distribuye de forma gratuita. Está disponible para descargar a partir de hoy en formato epub y PDF en el sitio web del CEPE: utdt.edu/cepe.