Positivos, pero tóxicos
“Hoy voy a conseguir todo lo que me proponga”, aparece escrito en la cubierta de un almohadón. “Nada es imposible”, dice en una taza de café caliente. El mundo al unísono nos exige fe, esperanza y actitud positiva. Nosotros queremos alertar a la población acerca del optimismo y sus peligros.
¿Es preferible reír que llorar? En el diario El País de esta semana la periodista Estefanía Grijota llama “positividad tóxica” a “ese exceso de optimismo que invalida las experiencias negativas, al promover la idea de que siempre se debe mantener una perspectiva positiva, independientemente de las circunstancias”.
¿A mal tiempo buena cara? En tiempos catastróficos, la exigencia de felicidad termina siendo peor que estar tristes. No esconder la tristeza bajo la alfombra, sino gestionar sentimientos complejos como la rabia, la tristeza o la frustración. A largo plazo, es más efectivo que cubrirnos con parches emocionales. No olvidar: el medio vaso lleno –y esto es irrefutable– tiene una mitad vacía. ß
Algo más...
En su mega best seller El sutil arte de que todo te importe una mierda, el norteamericano Mark Manson sostiene que la única vía hacia el empoderamiento real es la aceptación del dolor. Recordar siempre que está bien no estar bien y escucharse a uno mismo y a los demás. Y no impostar positividad.ß