Por una sociedad que sea guardavidas de la infancia
María Ramírez es la cocinera de una escuela del paraje salteño de Las Llanas, en el que cada día prepara comidas nutritivas. Su rol es fundamental y busca contener una realidad: en la Argentina, más de un millón de niñas y niños se saltean al menos una comida por falta de dinero, según un reciente sondeo de Unicef.
Vivir en la pobreza, no acceder a una educación de calidad, sufrir gritos, humillaciones o castigos físicos, tener menos de tres años y quedarse solo en casa son las problemáticas que aborda la campaña #GuardavidasDeLaInfancia, que ubica en el centro de la conversación pública algunos de los peligros a los que están expuestos millones de chicas y chicos en todo el país. Hoy, la mitad de las niñas y niños vive en la pobreza, seis de cada diez son criados con prácticas violentas, alrededor de 300.000 reciben cuidados inadecuados entre los 0 y 3 años, y uno de cada dos jóvenes de sectores vulnerables no finaliza la escuela secundaria.
El papel del Estado como garante de derechos es fundamental. La Convención sobre los Derechos del Niño tiene en la Argentina jerarquía constitucional. Es necesario avanzar en un consenso político y social que priorice la inversión destinada a la niñez y la adolescencia para generar más y mejores oportunidades de desarrollo y bienestar. En un año en el que se eligen autoridades municipales, provinciales y nacionales, es clave colocar al frente de las propuestas electorales los derechos de niñas, niños y adolescentes.
En este sentido, se necesitan políticas de crecimiento inclusivas que promuevan la generación de empleo decente. Es crucial discutir la creación de un sistema integral de cuidados que amplíe el acceso a centros de primera infancia y aumente las posibilidades de las mujeres jefas de hogar de acceder a empleos de calidad y protegidos. Por el otro lado, se requieren políticas de redistribución, como los programas de protección de ingresos y alimentarios, que avancen hacia esquemas universales.
Asimismo, la transformación de la escuela secundaria y el desarrollo de estrategias de promoción de derechos centradas en las infancias y sus familias son acciones urgentes para garantizar oportunidades, proteger a chicas y chicos y prevenir la violencia.
Pero además de los esfuerzos primordiales de priorizar a las niñas y los niños en las políticas e inversiones públicas, para que seamos la generación que los saque del peligro, se necesita el involucramiento de todos y todas. En el 40 aniversario del retorno de la democracia, Unicef llama también a la sociedad argentina a renovar su compromiso con la promoción y protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Y hace una convocatoria a todos los ciudadanos, especialmente a las personas adultas, a constituirse en guardavidas de la infancia.
¿Y qué podemos hacer como sociedad? Las personas guardavidas pueden, entre otras acciones, escuchar las opiniones de las chicas y chicos y explicarles sobre sus derechos con un lenguaje claro; acompañarlos en situaciones difíciles; respetar la identidad que eligen; y conocer las líneas de ayuda y denuncias (102, 137) para accionar cuando se vulnera un derecho.
El compromiso de cada uno es fundamental. Actuar a tiempo cuando existe una situación de riesgo para una niña o un niño, y promover que todos y todas se involucren -cada uno desde su rol- para alertar cuando un derecho no se cumple también contribuye a ser un guardavidas de la infancia.
Hoy, más que nunca, es necesario que toda la ciudadanía sea guardavidas de la infancia. Desde el lugar que cada uno ocupa, con las herramientas que cada uno tiene, podemos convertirnos en la llave para un desarrollo pleno de cada niña y cada niño, y para el bienestar futuro de nuestra sociedad.
Representante de Unicef Argentina