Por una sociedad inteligente
Argentina se tiene que convertir en la sociedad tecnológica del porvenir. El futuro está ligado al conocimiento, a la innovación, al acceso a nuevas fuentes de trabajo y a un Estado eficiente e inteligente. Existe una base científica y tecnológica de excelencia, que es necesario estimular y expandir. Es urgente reordenar estrategias y fijar políticas apropiadas para generar un salto exponencial de calidad. La Argentina cuenta con empresas de enorme significación en alta tecnologías. Invap es un ejemplo en materia nuclear y satelital, entre otros sectores de punta. Las empresas argentinas de tecnología son el tercer rubro exportador (después de granos y oleaginosas) con 5700 millones de dólares anuales, que incluye once unicornios de valor promedio de 120 mil millones de dólares. Generan además casi medio millón de puestos de trabajo.
Sin embargo, la Argentina enfrenta la paradoja que el sistema productivo y tecnológico se achica y muchos de nuestros científicos y técnicos han perdido la esperanza. Hoy está en el puesto 57 en el mundo en la exportación de alta tecnología. Polonia, con una población similar a la nuestra, exporta 5 veces más. Varios países de América Latina se encuentran mejor ubicados en el ranking global como Chile, Costa Rica o Panamá. Uruguay está dando tierras y enormes beneficios impositivos a empresas como Mercado Libre, para adquirir una fisonomía técnica más moderna. Consecuentemente, no es de extrañar que un estudio de la Consultora Voices, en conjunto con la UADE, destaque que el 70% de los jóvenes de entre 16 y 24 años preferiría vivir en otro país.
¿Qué vamos a hacer ante esta realidad? ¿Vamos a mirarla y simplemente dejar pasar esta oportunidad? Es necesario promover cambios estructurales que alienten la esperanza. Hay que detener la fuga de científicos y de jóvenes profesionales. El talento no elige el aeropuerto de Ezeiza cuando se plantean horizontes propicios para el dinamismo económico y científico. Un país bien administrado, que vele por las libertades fundamentales, la calidad institucional y moral, tampoco genera éxodo de profesionales. La Argentina debe recrear esas condiciones. Necesitamos con urgencia que los cerebros argentinos se comprometan e integren un polo de desarrollo tecnológico superador. Silicon Valley se convirtió en el epicentro tecnológico porque allí estaban disponibles los cerebros que las compañías necesitaban.
Es hora de estimular una sociedad con esperanza, rodeada de talentos y de personas con vocación de progreso. Vivir en ciudades inteligentes, con calidad de vida, respeto, orden y eficiencia en los servicios que se otorgan. Simplemente, que las cosas funcionen. Una sociedad cada día más tecnológica y digital que nos permita ser exitosos con nuestra vocación y sueños. No es entendible que el desaliento ocurra en un país que ha demostrado poseer una inteligencia genuina y con centros de enseñanza de excelencia. Es hora de poner todo el esfuerzo intelectual para dar la batalla cultural que permita acelerar el cambio estructural necesario para el pleno ingreso de la Argentina al siglo XXI.
En este marco, es mi intención contribuir con legislación para desarrollar una verdadera ciudad inteligente que contenga y atraiga talentos. Buenos Aires se lo merece. Nosotros nos lo merecemos. Se trata de volver a premiar el mérito, el trabajo, el estudio y la excelencia para ser mejores. Es urgente crear el mundo del mañana garantizando la conectividad, el acceso a la información y a las nuevas tecnologías. También generar un Estado más amigable y eficaz para el acceso laboral y la vida del emprendedor. Edificar una sociedad inteligente para nuestro porvenir es posible con compromiso, voluntad política y determinación. Una sociedad en la que nadie quiera irse.
Diputado de Republicanos Unidos de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires