Por una firme política exterior conforme a los intereses del país
Hemos leído numerosas notas de opinión en relación con las visitas del Presidente a Rusia y China. Particularmente respecto del momento de su visita a Moscú y sobre los acuerdos firmados con China y la adhesión de nuestro país a la “Franja y la Ruta” (IRF –Ruta de la Seda–), que posibilitará que la Argentina sea parte de un megaproyecto de desarrollo internacional del gobierno chino lanzado en 2013 y al cual han adherido otros 19 países latinoamericanos.
El contexto internacional se caracteriza por un claro debilitamiento de las instituciones internacionales; se asiste a un enfrentamiento bipolar en el que EE.UU. y China compiten sobre cuestiones diplomáticas, estratégicas, geopolíticas, comerciales y tecnológicas. La Argentina es parte de occidente y en tal sentido es esencial mantener una excelente relación con EE.UU., Brasil y Estados miembros del Mercosur y Estados miembros de la Alianza del Pacífico. Expresada esta opinión, no debemos ser víctimas de la bipolaridad imperante en el orden internacional.
Es preciso desarrollar una firme política exterior de conformidad a los intereses argentinos, apoyando fuertemente el multilateralismo y explorando alianzas con países medios. La “asociación estratégica integral” con China (10/06/2014) y la “asociación estratégica integral” con Rusia (23/04/2015) ofrecen importantes perspectivas para el desarrollo argentino en variados campos y, a no dudarlo, debemos profundizar todos aquellos aspectos que sean beneficiosos para la Argentina, teniendo en cuenta incluso las declaraciones de ambos países favorables a la posición argentina en la cuestión Malvinas.
En el caso de China, se desconfía de su sistema autoritario, por lo que existe una demanda de países occidentales de un mayor liderazgo de EE.UU. Al respecto, considero que el fabuloso crecimiento chino ha posibilitado la aparición de capas medias muy importantes, donde centenares de millones pueden poner en jaque a su sistema político imperante. Tampoco debemos obviar las violaciones de los derechos humanos que tienen lugar en el país asiático. Respecto de los importantes acuerdos firmados recientemente, es de esperar que los anuncios prevean inversiones genuinas, transferencias tecnológicas, que impliquen mano de obra argentina, insumos argentinos y acuerdos con empresas nacionales y no reducirse primordialmente a créditos blandos destinados a insumos chinos y, en especial, que no se acuerden como contrapartida nuestros recursos naturales como garantía de los préstamos e inversiones, tal como ocurre con otros países.
Breve análisis comparativo de políticas de China y EE.UU. en África, vis a vis con países latinoamericanos: en ningún lugar del mundo se percibe el ascenso de China como potencia global como en África, donde se destaca como primer socio comercial y principal acreedor de ese continente, con importantísimas obras de infraestructura terrestres, ferroviarias, portuarias, créditos blandos (que han endeudado fuertemente a numerosos Estados), donaciones e inversiones, en gran parte motivadas por el interés chino en los enormes recursos naturales africanos, cuestiones geoestratégicas, grandes extensiones de tierras agrícolas y la adhesión de gran parte de sus Estados miembros a la Ruta de la Seda.
Al respecto, existe un consenso emergente en EE.UU.: se está fracasando en su approach a África, no se está adaptando a la intensa transformación del continente. El GOA (African Grouth and Opportunity ACT), vigente hasta 2025, y los muy importantes recursos e iniciativas destinados a la seguridad y al combate del terrorismo (vg. el Africom-sede en Sttugart; Pam-Sahel; Safe Skies in Africa, Prosper Africa, EE.UU. principal contribuyente a las operaciones de paz de la ONU, la mayoría de ellas en África) no parecen ser suficientes. La administración Biden y su secretario de Estado, Blinken, dieron la bienvenida a un “nuevo capítulo de las relaciones con África”. En el marco de reuniones que Blinken ha mantenido con líderes africanos se ha dispuesto la Promoting US Africa A Trade and Investment Act, del 26/03/2021. Se verá si este plan estratégico será suficiente para contrarrestar la creciente influencia china en ese continente.
Estas brevísimas consideraciones en el contexto africano difieren del approach norteamericano a América Latina: en estos días nos enteramos de la iniciativa de los influyentes senadores Marco Rubio (R) y Bob Menendez (D): un proyecto de ley para aumentar la cooperación en seguridad con Latinoamérica y contrastar la influencia desestabilizadora de China y Rusia en el región (proyecto Western Hemisphere Security Change Act 2022). No olvidamos la suma importancia de la lucha contra el tráfico ilegal de drogas y delitos conexos, la corrupción y la inseguridad en la región latinoamericana, como tampoco la promoción y defensa de la democracia.
Es sabido por otra parte que EE.UU. despliega una agenda desagregada para cada subregión latinoamericana e incluso para cada país. Pero en este contexto nos parece que las circunstancias de pobreza, falta de crecimiento, crisis educativas, deudas externas, necesidades de crecimiento sostenido, y para contrarrestar la importante presencia china, principal socio comercial de una buena parte de los países latinoamericanos, es impostergable una política norteamericana mucho más activa, ambiciosa e imaginativa de orden económico, comercial y social con América Latina.
Respecto de la Argentina, a la luz de los históricos lazos de amistad y cooperación, las importantes inversiones americanas en nuestro país, la presencia de numerosas y reconocidas empresas, las excelentes posibilidades que brindan sus universidades y academias en amplios sectores de la sociedad argentina y las grandes oportunidades que brinda la relación bilateral, deberíamos superar oportunamente el énfasis en las necesidades financieras e ir más allá de los temas de seguridad (que son de gran importancia). Sería propicio poner en marcha una agenda más propositiva, elocuente y ambiciosa, y realzar la alicaída imagen de los EE.UU. en nuestro país, como también la imagen argentina en ese país.
Los instrumentos bilaterales para una efectiva instrumentación existen y nuevos acuerdos siempre son posibles. Una buena parte de la opinión pública argentina no es muy afecta a los EE.UU., no obstante, no sorprendería que la mayor parte de la opinión pública argentina desee tener las mejores relaciones bilaterales posibles con la principal potencia del mundo. Finalmente, deberíamos tener presente que el creciente interés por el Atlántico Sur y la Antártida es un tema sumamente importante del siglo XXI y de muy especial relevancia para la Argentina.
Exembajador en Nigeria y Filipinas y E/N en Canadá. Fellow del “International Visitor Leadership Program” del Departamento de los Estados Unidos. Miembro consultor y director del Comité de Asuntos Africanos del CARI