Por un cristianismo feliz y sereno
"Es el mismo, está distinto." Valiéndose de la riqueza de nuestra lengua, Carlos Galli acuñó esa expresión en los comienzos del pontificado de Francisco. Termina de reiterarla en la edición argentina de L'Osservatore Romano: "Francisco es el mismo arzobispo «serio» de Buenos Aires, pero está distinto... porque con la gramática de la simplicidad, propia de una cultura afectiva, simbólica y gestual, transmite un cristianismo feliz y sereno".
Hay quienes siguen hurgando diferencias o que piensan que Francisco presta más atención a los que se fueron que a los que permanecieron dentro de la Iglesia, como lo plantearon los periodistas de El País, en la entrevista reciente.
El Papa no esquiva los temas y habló de uno y de otro. "Cambiar a los 76 años es maquillarse", le dijo al diario español. "Mi personalidad no cambió. No digo que me lo propuse: me salió espontáneo".
Más contundente fue al admitir recelos de los propios: "Es verdad que los que están cómodos en una estructura de Iglesia que no les compromete mucho, o que tienen posturas que los defienden del contacto, se van a sentir incómodos con cualquier cambio, con cualquier propuesta del Evangelio".
Buenos Aires, su arquidiócesis de origen, la Argentina, su tierra, aparecen una y otra vez y así es señalado por Antonio Caño y Pablo Ordaz, los entrevistadores. No fue retórica esa expresión que Francisco estampó en el videomensaje que dirigió a los argentinos: "Para mí el pueblo argentino es mi pueblo, ustedes son importantes, yo sigo siendo argentino, yo todavía viajo con pasaporte argentino".
El Papa se reunió con los periodistas de El País el viernes 20 de enero último y el mensaje para la 51a Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales fue divulgado en Roma solo cuatro días después. Sin embargo, cuando el diálogo con los periodistas derivó al tema de la comunicación, Francisco evocó sus tiempos de arzobispo y citó un célebre discurso que pronunció en abril de 2006 en ADEPA, la entidad que nuclea a los editores de la Argentina.
"No ver televisión fue (para mí) una opción personal, nada más. Pero la comunicación es divina. Dios se comunica. Dios se comunicó con nosotros a través de la historia. Dios no quedó aislado", dijo en la entrevista.
"Todos los que estamos aquí -leyó Bergoglio en ADEPA, hace una década- sabemos que en este ámbito de la comunicación social se van gestando transformaciones culturales donde las sociedades construyen gran parte de su futuro. No se trata sólo de eficacia, de rating o cantidad de ejemplares vendidos. Es mucho más lo que está en juego." "Le tengo un poco de miedo cuando los medios de comunicación no pueden expresarse con la ética que les es propia." Sostuvo en la entrevista del mes pasado.
Y en el mensaje para la Jornada de la Comunicación de este año, resuena el eco de lo dicho a los editores argentinos: "Cuando las imágenes y las informaciones tienen como único objetivo inducir al consumo o manipular a la gente para aprovecharse de ella, estamos destruyendo la projimidad, alejándonos unos de otros".
No sólo por ser realizada en la lengua del Pontífice la entrevista resulta imperdible, sino también porque aborda cuestiones y ofrece claves de interpretación que al despejar dudas legítimas y atenuar posibles desconciertos, abre la perspectiva necesaria para aquilatar la significación del cambio de época y del modo de ser Iglesia que se está construyendo al son de "La alegría del Evangelio".