La última oleada de la lucha contra el cambio climático tiene dos notas distintivas: está protagonizada por jóvenes y –como la amenaza contra la que estos se levantan– es global. Cada tanto, los viernes, jóvenes de medio mundo salen a las calles para exigir que se actúe contra el calentamiento y que se declare la emergencia climática. Así, adolescentes y universitarios de más de 1500 urbes –incluida Buenos Aires– y de unos 150 países celebraron una protesta el 24 del mes pasado, liderada por el movimiento Fridays For Future.
Si para todo hay un inicio, el de Greta Thunberg como musa climática mundial empezó el último agosto, cuando la joven activista sueca resolvió manifestarse frente al Parlamento de su país. Su actitud decidida inspiró a su generación y promovió un movimiento ultra joven en favor de la ecología, diferente de los que lo precedieron.
En la primera oleada, la cara del cambio climático fue Albert Arnold (Al) Gore, "el que iba a ser presidente de Estados Unidos", tal como le gustaba presentarse tras su polémica derrota en las elección presidenciales de 2000 ante George Bush. Su exitoso documental Una verdad incómoda y el Premio Nobel de la Paz de 2007 (con el científico Rajendra Pachauri), sumado a una fundación ad hoc que forma a líderes climáticos, lo convirtieron en un (modesto) ícono mundial del rubro.
Otros sinónimos de la lucha contra el cambio climático fueron las secretarias de la ONU: la costarricense Christiana Figueres y la mexicana Patricia Espinosa, hoy en el cargo. Pero por su mismo rol diplomático tenían un rango de acción restringido, tal como los líderes mundiales que buscaron sin éxito un pacto contra el cambio climático en Copenhague 2009 (Lula da Silva, Angela Merkel, Barack Obama, Wen Jiabao), corridos casi todos ellos de escena por los vientos de la historia.
En 2014, el actor Leonardo DiCaprio tomó la posta y dio un resonante discurso en la sede de la ONU en Nueva York; desde su fundación apoya proyectos que generan resiliencia climática, busca proteger la vida silvestre y restaurar el balance a comunidades y ecosistemas amenazados. Arnold Schwarzenegger, con un pie en Hollywood y otro en la gobernación de California, quizá también merezca ser citado como otro ejemplo de lo que en inglés se denomina climate champion: aquellos que llaman a la acción ante la urgencia de evitar que el cambio climático escale aún más.
Pero la hora de todos ellos parece haber terminado, con un nivel de éxito más bien modesto. Ahora llegó una nueva ola, cuyos alcances todavía no se pueden calcular.
En las redes
La ola de los adolescentes creció con gran velocidad al amparo de las nuevas formas de comunicación, luego de que aquella joven menuda, rubia y de ojos levemente achinados a la manera lapona llamada Greta adquiriera notoriedad global. Nacida en enero de 2003, hija de un actor y una cantante de ópera, y con trastorno del espectro autista, Greta encontró rápidamente eco en el resto de Europa y hoy suma voces en las Américas, a seis meses de su discurso de algún modo inaugural en la cumbre de cambio climático de Katowice (Polonia).
En Buenos Aires, la versión local del Fridays For Future, el movimiento gretense (que en marzo movilizó 1,5 millón de chicos), se reúne todos los viernes en la Plaza de Mayo o la plaza del Congreso y genera actividades de educación a la vez que busca tener incidencia política real. Bajo el rótulo de Jóvenes por el Clima Argentina y F4F Argentina, ya tuvieron reuniones con miembros de partidos políticos con representación parlamentaria nacional, con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Secretaría de Ambiente de la Nación. Y van en busca de acciones, no solo de reuniones más o menos protocolares. Ya ingresaron en el Congreso un proyecto de resolución para declarar la emergencia climática y ecológica, tal como hicieron las islas del Reino Unido e Irlanda, la región catalana y la ciudad de Zúrich. Además, exigieron que se creara una comisión para la generación de un plan ante la emergencia.
Punto de no retorno
"Ellos, los jóvenes, saben que van a sufrir los impactos del cambio climático porque ya estamos en un punto de no retorno. Vamos a tener que ser creativos para las soluciones, generar nuevos líderes que pidan así la aceleración en los cambios en los patrones de producción y consumo de bienes y servicios. Es un cambio cultural muy fuerte el que hace falta", dice Stephanie Cabovianco, de Alianza por el Clima, cercana a los nuevos jóvenes activistas. Sin embargo, prefiere no hacer nombres porque el personalismo lleva a problemas, según su parecer. "Vamos a necesitar muchos líderes, que todos sean protagonistas", destaca. Uno de ellos, Bruno Rodríguez, aparece en el video con el que el movimiento aceptó hace pocos días el premio Embajador de Conciencia 2019 de la organización Amnesty International (https:/www.youtube.com/watch?v=HyVaO7Dpu4c).
También en Uruguay hay una nueva camada de ambientalistas. A sus 16 años, Martín Ettlin, estudiante del liceo de Colonia Suiza en Colonia y futuro estudiante de medicina, fue el primer sudamericano en contactarse con Greta y sus compañeros; ya se acoplaron a las manifestaciones de marzo y mayo con centenares de personas y están planeando sumarse a las movilizaciones mundiales del 20 y 27 de septiembre.
"Salimos a las calles a luchar pacíficamente para frenar al cambio climático y tener un futuro, para que nuestros gobiernos nos escuchen y actúen", dice. Entre sus objetivos está detener la pérdida de biodiversidad y bajar la contaminación. Y una lucha local: la negativa a la pastera finlandesa UPM2, que busca instalarse en el vecino país (la actual UPM1 fue primero Botnia y generó problemas a ambas orillas del río Uruguay). "Tenemos una página popular en Uruguay@fridaysforfutureuy en la que damos a conocer actividades, informamos y concientizamos. Además de las manifestaciones, hacemos el basura challenge y talleres. Llegamos a casi todos los departamentos del país", agrega. Ettlin tiene un sueño: que Greta visite Uruguay y la Argentina en su viaje en barco (los aviones generan emisiones de gases de efecto invernadero) hacia la cumbre de cambio climático de la ONU COP25, a realizarse en diciembre en Santiago de Chile.
El crecimiento de la figura de Greta fue tan fulgurante que ya en enero había formado parte de un panel en el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, junto con figuras como el cantante de U2 Bono Vox, la primatóloga Jane Goodall y el cantante de Black Eyed Peas. Si bien su discurso caló en los jóvenes que la siguen, la idea es sumar. "Les pedimos a los adultos que caminen a nuestro lado. En diferentes partes del mundo hay muchas maneras de que se levanten y salgan de su zona de confort para luchar por el clima. Vamos juntos, con los vecinos, compañeros de trabajo, amigos, familia, salgamos a las calles para hacernos oír y cambiar la historia", dijo Greta.
"Las nuevas generaciones tienen una conciencia y un sentido de urgencia nunca vistos sobre las acciones ambientales que sus antecesores, incluyendo a sus propios padres, no han tomado con la seriedad ni la velocidad necesarias para evitar los impactos más grandes que se ciernen sobre el planeta", dice la costarricense Katiana Murillo, coordinadora de LatinClima. "Ese sentido de urgencia los está llevando a no esperar más y hacer lo que sea necesario para ser escuchados, aprovechando la viralización que permiten las nuevas tecnologías. Tienden a ser muy consecuentes con lo que creen y no tienen miedo de decir las cosas como son a quienes sea necesario".
De igual modo resulta interesante la posición de Enrique Maurtua, asesor senior de política climática de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), experto en cambio climático. "Es un movimiento muy espontáneo que aprovecha su inserción en este mundo de redes sociales y conectividad. Pero no se están quedando en protestas: Greta habló en el parlamento europeo, por ejemplo, y en la COP24 de Polonia. Y escaló mucho con las movilizaciones".
Más que una protesta
A él lo sorprendió que el movimiento haya tenido tanta repercusión en la Argentina, tantos seguidores en redes. "Los chicos acá también tienen ideas concretas, no se quedan en la movilización, hacen capacitaciones, charlas, y el proyecto de ley de emergencia climática. Desde luego, hay que ver cómo evoluciona esto, pero tiene mucho potencial. A mí, que estuve bastante solo muchas veces en esta lucha, me emociona ver chicos que buscan cambios así. Soy fan de ellos". Por último, Maurtua dice que el movimiento pertenece en exclusiva a los jóvenes y que las ONG más tradicionales se propusieron acompañar a los jóvenes si necesitan ayuda, pero "no poner el logo" en el movimiento de Greta.
Mauro Fernández, coordinador de clima y energía para Greenpeace Argentina, Chile y Colombia, afirma que es muy fuerte lo que genera Greta. "Lo más interesante de su discurso, y su coherente acción, es que pone la urgencia sobre la mesa y demuestra la radicalización que hace falta para salir de las charlas inconducentes (small talks) y tomar acciones drásticas. Me parece una interpelación al poder acorde a lo que es necesario. Los discursos bonitos y esperanzadores no caben cuando hay que transformar el sistema de producción y consumo tan radicalmente".
Pero como no desde el activismo se generan cambios, vale la pena citar a quienes buscan soluciones particulares a problemas particulares. Es el caso de otro joven argentino, Jerónimo Batista Bucher, estudiante de la Universidad de San Martín, de 21 años, quien fue elegido por el MIT de Harvard como uno de los cien líderes del futuro.
Batista Bucher, vecino de Vicente López, busca una solución tecnológica para los plásticos de un solo uso, específicamente los vasos para café, por ejemplo, que se usan lo que dura la bebida y son descartados y difícilmente reciclados.
"Comencé a trabajar en una alternativa: máquinas que producen y dispensan vasos completamente biodegradables hechos a partir de extractos de algas que se usan, se tiran y en menos de un par de semanas se degradan totalmente", contó a este diario (https:/www.lanacion.com.ar/sociedad/quien-es-jeronimo-bucher-joven-cientifico-argentino-nid2242515). La distinción se otorgó en Boston en estos días.
Un asunto urgente
Como sea, la sensación es que las medidas deben ser extremas, en discursos y acciones, pero también en lo estrictamente simbólico. El diario inglés The Guardian decidió dejar de hablar de cambio climático para hablar de crisis climática o emergencia climática, en función de usar un lenguaje más fuerte para instar a la acción. Además, reafirmó que la crisis climática debe ser cubierta del mismo modo que el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y el deber de los medios es advertir sobre lo que se avecina. "Decir cambio climático suena amable, cuando de hecho los científicos lo que describen es una catástrofe", dijo la editora en jefe del medio, Katharine Viner.
El mismo nivel de urgencia manifiestan en sus escritos intelectuales como Naomi Klein o Herve Kempf, que se toman en serio los escenarios de drama que plantean los científicos del clima de ahora hasta fin del siglo. Luego de The Guardian, idéntica decisión lingüística tomó a principios de junio la agencia española EFE y su sitio EFEverde. El efecto de sentido buscado es que urge alguna versión de las distintas propuestas de un Green New Deal (en alusión al acuerdo de Franklin Roosevelt que permitió a los Estados Unidos salir de la crisis de 1929), como el planteado por la diputada norteamericana Alexandria Ocasio-Cortez.
Así lo rubrica Murillo, que vuelve a depositar su confianza en los jóvenes. "No me cabe duda de que estas nuevas generaciones, cuando lleguen a los puestos de toma de decisión, van a hacer lo que las generaciones anteriores no han querido o podido hacer –señala–. Pero la pregunta es si, mientras eso sucede, habrá tiempo todavía o si lograrán hacerse escuchar ahora, en el que aún está abierta una ventana de oportunidad".