Por qué estamos caros en dólares
Un grupo de economistas vienen sosteniendo que el objetivo del plan del ministro de Economía Luis Caputo es liberar el cepo cambiario en los próximos meses. Según esta corriente la disminución de la brecha cambiaria de estos últimos días parece ser una buena señal en dicho sentido.
Por otro lado, estamos quienes consideramos que dicha opinión peca de inocente, al no ver la gravedad del desequilibrio monetario, la falta de sostenimiento del superávit fiscal y la falta de seguridad jurídica de las medidas, materia clave para crear el clima de confianza necesario para el mantenimiento de un programa.
En términos sintomáticos la caída de los tipos de cambio financieros (dólar MEP, CCL) respondería a un movimiento transitorio de capitales que, aprovechando que la regla cambiaria es insuficiente (devaluación mensual del 2%), obtienen ganancias de bajo riesgo en dólares, que cuando perciban que el programa muestre signos de debilidad. procederán a dolarizar sus carteras e invertir el flujo de capitales refugiándose en activos externos.
La entrada de capitales transitorios, genera efectos colaterales en la economía. El primero de ellos consiste en una fuerte y desequilibrada apreciación del peso que nos convertido en pocos meses en un país más caro en dólares. A manera de ejemplo, productos que históricamente han sido más baratos en Argentina hoy están equiparados a los observados en cadenas de supermercados españoles.
Basta recorrer el supermercado para observar como la canasta de consumo de un argentino medio se ha elevado en dólares. Desde ya que esta muestra no pretende atribuirse rigurosidad estadística, pero es una realidad que todos percibimos. El análisis de la evolución del tipo de cambio real sumado a una explicación teórica, si es un buen predictor.
Desde la devaluación nominal del 118% de diciembre, el peso se ha apreciado en dólares un 33%. Esto significa que con un dólar financiero clavado en torno a $1000 desde octubre y la inflación viajando a tasas de dos dígitos, los precios en dólares en nuestro país han volado.
En segundo lugar, los salarios estimados, por efecto de la fuerte recesión y devaluación, no han podido recuperarse. Desde octubre, la caída de salarios reales es del 33% donde la devaluación explica un 53% de dicha disminución. En pocas palabras estamos caros en dólares y con salarios atrasados.
Pese a que muchos economistas quieren disfrazar el cambio de precios relativos como una oportunidad, la realidad es diferente. La apreciación cambiaria, como se dijo, no es fruto de entrada de capitales permanentes (inversión) sino que es el resultado de mantener el cepo y brindar condiciones de bajo riesgo para hacer rápidamente ganancias en dólares.
Por más que sea el deseo de las autoridades, el cepo se ha endurecido, la economía está igual de cerrada que antes y en recesión, no hay flexibilidad laboral ni equilibrio fiscal sostenible, la recaudación se desploma y depende de impuestos transitorios, siendo uno de ellos -el que más ha subido- ligado al mantenimiento del cepo (impuesto PAIS), sin dejar de mencionar que la deuda cuasifiscal del Banco Central solo se ha ocultado debajo de la alfombra, al que la contraída con proveedores del exterior por importaciones, la cual se sigue incrementando.
Si todo esto sucediera en una economía abierta al mundo, con libre movilidad de capitales y trabajo, estabilidad monetaria y previsibilidad fisca, la explicación sería diferente.
Esta situación mantiene en una trampa al gobierno, la liberación del cepo podría ser la señal para que dichos capitales decidan tomar ganancias y provocar un nuevo salto sobre el tipo de cambio y desencadenar una nueva crisis.
Una liberación permanente del cepo requiere en primer término, de confianza en el mantenimiento del levantamiento de la restricción, si la medida se realiza únicamente mediante una orden administrativa, emanada de la Autoridad Monetaria, su fortaleza jurídica será débil.
En segundo término, debemos señalar que brilla por su ausencia anuncio respecto del envío de un proyecto de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, a fin de dotarlo de la debida autonomía. Esta reforma es requerida, como requisito sine qua non, a fin de brindar el marco normativo adecuado a fin de estabilizar la moneda y crear un shock de confianza.
Por último, se requiere además una reforma -mediante ley- de la normativa de fondo a fin de que específicamente posibilite el libre intercambio de monedas y se eliminen gran parte de las insólitas regulaciones existentes en el actual régimen penal cambiario, dejando únicamente subsistentes las requeridas para prevenir el lavado de activos, a fin de que su prohibición no pueda ser ni siquiera considerada como una política monetaria, con lo que los funcionarios que lo hiciesen en el futuro, entrarían en la tipificación establecida en el art. 248 del Código Penal, que establece penas a las autoridades que no cumplan con las normas o Constituciones y cuyas penas deben ser severamente agravadas.
Por ello, liberar el cepo solo en forma transitoria, pero con el desequilibrio monetario actual (Cuasifiscal> 3.5 de la base monetaria, deuda indexada, dominancia monetaria, etc.) será efímero.
La ilusión es que hoy y en las próximas semanas las restricciones legales y monetarias permitirían abrir parcialmente el cepo. Con ello generarían otra nueva y brutal devaluación. La liberación de la cuenta de capital, en este contexto, podría generar un sendero de salida de capitales invirtiendo el ciclo del tipo real de cambio.
En otras palabras, implicaría un aumento de la inflación por debajo de la devaluación, una nueva caída de salarios reales y un agravamiento de la recesión. Creemos importante que el gobierno no peque de ansioso y ponga el foco en las reformas estructurales, abandonando el actual plan de estabilización por uno que no agrave el desequilibrio fiscal, ni comprometa más la sustentabilidad de la deuda al emitir instrumentos indexados por inflación o dólar.
*Mariano Fernández es economista, profesor de la Universidad del CEMA; Adolfo Paz Quesada es abogado y profesor de Derecho Constitucional de la UBA. Los puntos de vista de los autores no necesariamente representan la posición de la Universidad del CEMA ni de la UBA.