Por qué Barthes es irreemplazable
En el día en que se cumplen cien años de su nacimiento, cinco obras fundamentales para descubrir al pensador francés y su inmenso aporte a la forma en que analizamos y nombramos el complejo mundo en el que vivimos
Roland Barthes fue uno de los escritores, teóricos e intelectuales franceses más notables del siglo XX. Publicó más de veinte estudios de semiótica estructuralista, análisis crítico de obras literarias, ensayos sobre estructuralismo, y también libros sobre fotografía, música, arte, vida cotidiana y cine. Sus intereses, siempre iluminados por el entusiasmo personal, se convirtieron en objetos de interés público: determinada novela de un autor del siglo XIX o de la vanguardia, la obra de tal o cual fotógrafo o coreógrafo, el grano de la voz de las cantantes de blues, el teatro brechtiano, el discurso amoroso o el diseño de los jardines en los parques públicos parisinos. Mientras Claude Lévi-Strauss realizaba la tarea de devolver a la antropología un estatuto científico universal, Barthes otorgaba a los estudios semiológicos y al análisis del discurso una vitalidad inesperada. Nació el 12 de noviembre de 1915 y falleció en 1980. Elegimos cinco títulos de su obra, tan amplia como original, cuyos aportes a la cultura contemporánea siempre parecen provistos de una frescura y una sutileza envidiables.
Roland Barthes por Roland Barthes
A través de cien fragmentos ordenados alfabéticamente, Roland Barthes se refiere a su vida, a sus gustos, a la escritura y a la lectura, a su obra y al porvenir de la literatura. Desprovistos del tono melancólico de las memorias, los autorretratos en tercera persona que Barthes escribe condensan su pasión por la teoría y, al mismo tiempo, su rechazo por cualquier concepto totalitario. El analista de los códigos de la moda y el deporte, del lenguaje y de la novela, recurre en uno de sus últimos libros (de 1975) al código alfabético para pulverizar cualquier tipo de poder interpretativo sobre una figura teórica, la de él mismo, y situarla entre la libertad y el valor de la experiencia.
Fragmento de De Roland Barthes por Roland Barthes
"El amor por una idea
Durante un tiempo, se entusiasmó con el binarismo; el binarismo era para él un verdadero objeto de amor. Le parecía que nunca se llegaría a explotar hasta el fin esta idea. Que se pudiese decir todo con una sola diferencia le producía una especie de dicha, un asombro continuo. Como las cosas intelectuales se parecen a las cosas del amor, en el binarismo lo que le gustaba era una figura. Esta figura, la encontró de nuevo, más tarde, idéntica, en la oposición de los valores. Lo que habría de desviar (en él) la semiología, fue primero su principio del goce: una semiología que ha renunciado al binarismo ya casi no le atañe."
Fragmentos de un discurso amoroso
Publicado en la primavera parisina de 1977, el 17º libro de Barthes agota la primera edición en pocas semanas luego de una aparición rutilante del autor en un programa de la televisión francesa. Más tarde él confesaría que estuvo a punto de incumplir su promesa con la editorial y no entregar nunca el material. Como otros títulos suyos, había nacido de un seminario en la Escuela de Altos Estudios. El libro está organizado a partir del discurso neurótico, ansioso, desesperado, ferviente y pleno de un enamorado: Barthes divide, separa, deshace ese discurso y lo analiza (y lo pone en escena) a través de fragmentos, con anotaciones al margen, impresas en el libro, y referencias bibliográficas. Teatralidad, humor y apuntes autobiográficos de un best seller intelectual.
De Fragmentos de un discurso amoroso
"Espero una llegada, una reciprocidad, un signo prometido. Puede ser fútil o enormemente patético. Todo es solemne: no tengo sentido de las proporciones.
Hay una escenografía de la espera: la organizo, la manipulo, destaco un trozo de tiempo en que voy a imitar la pérdida del objeto amado y provocar todos los afectos de un pequeño duelo, lo cual se representa, por lo tanto, como una pieza del teatro.
La espera es un encantamiento: recibí la orden de no moverme. La espera de una llamada telefónica se teje así de interdicciones minúsculas, al infinito, hasta lo inconfesable: me privo de salir de la pieza, de ir al baño, de hablar por teléfono incluso; sufro si me telefonean; me enloquece pensar que a tal hora cercana será necesario que yo salga, arriesgándome así a perder el llamado. Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón al alcance del teléfono, sin hacer nada."
El susurro del lenguaje: Más allá de la palabra y la escritura
Edición póstuma de escritos que siguen la línea de Ensayos críticos, el libro reúne textos leídos en coloquios, otros publicados en volúmenes colectivos y en revistas culturales de primer nivel como Communications y Tel Quel, que aparecieron entre 1964 y 1980. Leídos en conjunto, conforman un monumento verbal sobre la evolución del pensamiento barthesiano a lo largo de los años, sobre su desarrollo como escritor y sobre el modo de filtrar la subjetividad en estudios literarios, lingu¨ísticos y semióticos. Incluye varios ensayos fundamentales: "Escribir, ¿un verbo intransitivo?", "El estilo y su imagen", "El efecto de realidad" y "Por qué me gusta Benveniste".
De El susurro del lenguaje
"El susurro es el ruido que produce lo que funciona bien. De ahí se sigue una paradoja: el susurro denota un ruido límite, un ruido imposible, el ruido de lo que, por funcionar a la perfección, no produce ruido; susurrar es dejar oír la misma evaporación del ruido: lo tenue, lo confuso, lo estremecido se reciben como signos de la anulación sonora."
La cámara lúcida: Notas sobre la fotografía
El último libro publicado en vida por Barthes fue escrito luego de la muerte de su madre. Es, quizás para siempre, una referencia clave para los estudiosos y amantes de la fotografía. Barthes postula que a través de las fotos, nuestra época asume la muerte; gracias a la fotografía, se sabe que eso que ha ocurrido una vez ya no existe más. En la primera parte del libro, Barthes introduce conceptos para el análisis de las imágenes de fotógrafos, entre ellos Alexander Gardner y Richard Avedon. El destino de ese aparato terminológico fue menos importante que el de las observaciones del autor sobre el arte del retrato fotográfico. En la segunda parte, Barthes discurre acerca de una fotografía de su madre en un invernadero, que no aparece en ninguna parte del libro. Oblicuo testimonio de un duelo.
De La cámara lúcida
"En la fotografía hay cuatro imaginarios que se cruzan, se afrontan, se deforman. Ante el objetivo soy a la vez aquel que creo ser, aquel que quisiera que crean que soy, aquel que el fotógrafo cree que soy y aquel de quien él se sirve para exhibir su arte."
Cómo vivir juntos: Simulaciones novelescas de algunos espacios cotidianos
Beatriz Sarlo, a cargo de la edición nacional de este seminario convertido en libro a partir de apuntes y notas del autor, escribió: "Barthes había organizado su primer seminario de 1977 según un orden que le interesó siempre: el del alfabeto, que le permite un recorrido en redes, enigmático en un principio, pero que, a medida que transcurren las sesiones, forman una organización porosa y cada vez más significativa. El seminario puede leerse en ese orden, o, al contrario, entrar en él a campo traviesa, siguiendo itinerarios cruzados." Barthes examina diversas formas de socialidad (el sanatorio, el falansterio, el seminario mismo, la red de amigos, las alianzas entre personajes en la obra mayor de Marcel Proust) para describir una utopía de convivencia totalmente fuera de época: los conventos cristianos del Monte Atos, donde los monjes, en el siglo X, tenían permiso para seguir cada uno su ritmo particular dentro del contexto común de la vida monástica. Libro-laboratorio para enriquecer una estética existencial.
De Cómo vivir juntos
"Apareamiento
Digo apareamiento, y no pareja, porque este rasgo del Vivir-Juntos no se refiere a la pareja conyugal o seudoconyugal (aunque es un problema real de esta pareja en las comunidades), sino solamente al apareamiento de dos individuos ligados –cimentados– por una alienación recíproca (una "locura de a dos")."