Por ahora el ajuste es para el sector privado
En momentos en que el Gobierno de Macri aumenta las tarifas de los servicios públicos mucha gente habla de ajuste. En rigor, si hay un ajuste es porque antes hubo un desajuste. Para ponerlo en términos más sencillos, no es que el Gobierno aumentó las tarifas de luz, gas y transporte porque goza viendo cómo la gente sufre en el bolsillo el impacto de esos aumentos. La realidad es que aunque hubiese ganado las elecciones Scioli hubiera tenido que aumentar las tarifas de los servicios públicos o dejar a la gente sin energía, transporte, agua, etc. Es, a mi entender, la pobre política de comunicaciones del Gobierno la que le genera todos los costos políticos de tener que arreglar el destrozo económico que dejó el kirchnerismo.
¿Tan complicado era para el Gobierno decirle a la gente que entre 2006 y 2015 los recursos destinados a subsidiar la energía pasaron de $ 4032 millones a $ 170.000 millones, o sea, que se multiplicó por 42 los recursos destinados el gasto en ese subsidio? Claramente esos subsidios, como los del transporte, etc. estaban concentrados en CABA y provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 50% del padrón electoral. El kirchnerismo no era tonto a la hora de buscar votos, en tanto que el catamarqueño, el salteño o el rionegrino pagaban el costo de esos subsidios para que los disfrutásemos los que vivíamos en Capital y Gran Buenos Aires.
El presidente Macri habló aproximadamente una hora ante la asamblea el 1 de marzo pasado. Media hora la dedicó a describir la herencia recibida. Los economistas sabemos que media hora es muy poco tiempo para informarle a la gente el fenomenal destrozo económico que dejó el kirchnerismo.
Dicen que la gente no quiere oír hablar del pasado. ¿Qué estudio serio de opinión muestra que la gente no quiere saber sobre el destrozo que dejó el kirchnerismo en materia energética, de gasto público, de situación patrimonial del Banco Central, y el listado sigue?
¿Qué hubiese sido de la Argentina que progresó a pasos agigantados si Sarmiento hubiese mandado a hacer un estudio de opinión pública para ver si impulsaba la educación luego de descubrir que el 70% de la población era analfabeta de acuerdo al primer censo en 1869? Los líderes asumen riesgos y marcan el camino al resto de la población.
Explicar la necesidad de poner orden en las cuentas públicas para poder bajar la presión impositiva y la tasa de inflación es clave para que la gente comprenda por qué tiene que afrontar ciertas restricciones y cómo debe distribuirse la carga de corregir los desajustes heredados del kirchnerismo.
Por ejemplo, aquí se habla de ajuste salvaje en el sector público y sin embargo entre 2003 y 2015 los empleados públicos de la Nación aumentaron en 148.000 personas. Hasta ahora, de acuerdo a información dada oportunamente por el ministerio de Modernización, solo disminuyeron en 10.900 la planta de empleados estatales, es decir, solo 7% del aumento y únicamente el 2,8% del stock de empleados.
Al mismo tiempo, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, acaba de reconocer que en los últimos 4 meses el sector privado redujo la cantidad de empleados en 27.000 personas.
La demora en corregir el impuesto a las ganancias, no solo a las personas que trabajan en relación de dependencia sino también a los autónomos y a las empresas, el aumento de las tarifas y la suba de la tasa de interés muestran que el Estado no ha hecho ningún ajuste y el que sobrelleva el peso de corregir los desajustes heredados del kirchnerismo es el sector productivo de la economía. Es decir, el sector privado. Salvo por las ruidosas manifestaciones de unos pocos ñoquis y militantes k que dejaron de vivir a costa del trabajo ajeno, el grueso del llamado ajuste sigue recayendo sobre el sector privado. Es el que sigue teniendo privaciones económicas para no tocar a la legión de empleados estatales que hay a nivel nacional, provincial y municipal sin que haya mejorado la salud, la seguridad o la educación.
En 2003 el Estado ya estaba sobredimensionado. En 2015 el Estado explotaba de gordo y ya pesa tanto sobre el sector privado que lo terminó asfixiando, no dejándolo producir y, por lo tanto, generar la riqueza para financiarlo mediante impuestos.
Dicen que no se puede reducir la cantidad de empleados públicos hasta tanto no haya inversiones que generen puestos de trabajo para que absorba a esa gente que quedaría desocupada.
Mi impresión es que esas inversiones no van a aparecer hasta tanto no se deje de ajustar al sector privado impidiéndole invertir para crear puestos de trabajo.
A esta historia ya la vivimos infinidad de veces y siempre terminó mal. Ajustar al sector privado para no ajustar al sector público es un clásico de la economía argentina.
Es posible que con el arreglo con los holdouts la Nación, las provincias y los municipios consigan endeudarse en el exterior para financiar el gasto público. Pero eso no significa solucionar el problema, solo implica postergarlo acumulando más deuda. Financiar el desequilibrio con acceso al crédito que hasta ahora no disponíamos.
Hasta que los argentinos no terminemos con esta historia de que el Estado es la vaca sagrada que nadie puede tocar y el sector privado siga siendo el que continúa achicándose y pagando la fiesta populista, la Argentina no podrá revertir su tendencia decadente. Algún día le tendrá que tocar el turno al Estado depredador. El que se anime a hacerlo, será un verdadero estadista que pondrá de pie a la Argentina.