Pop de un tiempo perdido
Sobre Escucha la canción del viento y Pinball 1973, de Haruki Murakami
No obstante el reconocimiento mundial de su obra, Haruki Murakami manifestaba cierta reticencia a que se conocieran sus primeras novelas en español. Para sus lectores habituales, que aceptara reconsiderar la traducción de Escucha la canción del viento (1979) y Pinball 1973 (1980) representa una experiencia singular. Allí podrán ver el esbozo, en trazo titubeante, de algunas de las líneas centrales de su escritura: una profunda melancolía, el carácter evanescente del amor, los guiños a la cultura pop y el abandono del realismo en escenas surreales con una fuerte carga simbólica.
En el prólogo a las novelas, Murakami da algunas claves para desentrañar el nacimiento de su estilo. A fines de los años 70 se había convertido en el dueño de un bar en el que se tocaba jazz y lo desconocía todo sobre la literatura de sus contemporáneos japoneses. Su primer intento, redactado en la cocina, luego del cierre, le resultó decepcionante: con forma de novela pero carente de emoción. Decidió entonces comenzar desde cero y escribir en inglés, para luego realizar una traducción libre al japonés. Una limitación voluntaria que pone en boca del personaje escritor Derek Heartfield, uno de los personajes de Escucha?: "El acto de escribir, justamente porque es un acto, consiste en el acto de medir la distancia entre el yo y las cosas que nos rodean. Lo que se necesita no es sensibilidad sino una regla". A partir de esa regla ascética, Murakami compuso dos novelas de narrativa difusa, cuya unidad se sostiene en la sensibilidad de las escenas y la asociación de las imágenes.
Escucha la canción del viento se centra en dos semanas de 1970, en las que el narrador, un estudiante que vive en Tokio, regresa a su ciudad natal de provincia, donde se reencuentra con su escéptico amigo el Rata a beber cerveza en el bar de un tal Jay. Entre conversaciones vagamente filosóficas y proyectos de escritura, pasan el verano juntos. A esa historia se suman los recuerdos del narrador de sus tres novias juveniles, la última de las cuales se suicidó; descripciones de la pequeña ciudad portuaria, abandonada por los jóvenes a medida que concluyen sus estudios; la intervención del locutor de una radio que repasa viejas canciones estadounidenses y la relación que mantiene el estudiante con una mujer mayor que él, a la que le falta un dedo meñique. Esa reminiscencia de una juventud, abandonada al discurrir sin dirección del presente, adquiere su sentido más intenso en un relato de Heartfield glosado en la novela: un joven se aventura en uno de los pozos sin fondo que existen en Marte. Al salir por el otro extremo, descubre que ha viajado millones de años en el tiempo y que está asistiendo a la muerte del sol, "transformado en una enorme mole anaranjada".
Pinball 1973 continúa la historia de los dos amigos. Tres años después, el narrador vive en Tokio, donde ha fundado un pequeño estudio de traducción. Allí convive con dos gemelas que aparecieron, sin más, junto a él en la cama y que aportan dosis de humor irreal. Entretanto, el Rata continúa en el bar de Jay, hundido en la soledad y el tedio, mientras toma la decisión de abandonar para siempre el pueblo. El tercer protagonista es una máquina de pinball, la Space Ship de tres flippers, con la que el narrador pasó tardes vacías y felices. Obsesionado con encontrarla, emprende una búsqueda que lo lleva a conocer la historia de su fabricación y de sus distintos dueños, en algunas de las páginas más vívidas del relato. Aunque con una estructura narrativa más lineal que Escucha..., esta novela también sostiene el experimento: una deriva a la pesca de escenas en las que su lenguaje llano trata de captar un halo poético que las salve del ineludible final: "Todas las cosas pasan de largo. Nadie puede detenerlas. Así es como vivimos todos."
Contra esa melancolía, como el jugador de pinball que no escatima monedas para ver cómo crece el puntaje en luces eléctricas que pronto se apagarán, estos primeros intentos de Murakami convierten las obsesiones cotidianas en un refugio contra la marea del olvido. Acaso la sencillez con la que el autor de Tokio blues busca aquí sus temas a tientas sea un intento de alcanzar la efectividad de una canción pop, ese breve pasaje sonoro que, en un viaje de tres minutos, nos transporta a un tiempo perdido. ß
ESCUCHA LA CANCIÓN DEL VIENTO/ PINBALL 1973,
Por Haruki Murakami
Tusquets
Trad.: Lourdes Porta
288 páginas
$ 229