Poesía y utopía de la vida cotidiana
Sobre La materia de este mundo, de Sharon Olds
La poesía de Sharon Olds (San Francisco, California, 1942) parece cumplir el ideal del viaje –o de la vida como viaje– según lo presenta Claudio Magris en un fragmento de El Danubio: "El camino es largo, aunque sólo nos desplacemos de la cocina a la habitación que contempla Occidente y en cuyos cristales se incendia el horizonte, porque la casa es un reino vasto y desconocido".
Son pocos los momentos en que la autora se aparta de la escena doméstica, como si todo lo que pudiera suceder, o todo lo que de verdad tuviera importancia, ocurriera en el ámbito de una casa, en el núcleo de una familia. Uno de ellos es el tremendo poema "Estudio bíblico: 71 a C.", en el que a partir de un hecho histórico, la derrota del ejército de Espartaco a manos de Marco Licinio Craso, Olds despliega buena parte de sus recursos de estilo y rinde cuenta de lo invariable de la condición humana.
Otro tanto ocurre con "Los muertos", poema que bien podría evocar ciertas imágenes documentales del sitio de Leningrado. Pero el drama de origen que evoca esta poesía es un drama, un trauma (no en estricto sentido psíquico), una herida que si bien fue curada, debe ser dicha una y otra vez en distintos poemas, como si fuera el verdadero –el único– vehículo posible para trasladar la experiencia a los otros, en la certeza de que es el cuerpo el que oficia de motor.
La muy buena selección que conforma La materia de este mundo permite una lectura fluida, casi una novela en cuadros que alternan los tiempos en los que sus personajes se desenvuelven y adquieren continuidad. La voz de Olds se estructura en unos pocos movimientos que no por reiterados dejan de ser eficaces: es una poeta de registro reducido, que toca pocas cuerdas, pero domina con suficiencia y precisión técnica el espacio en que se hace oír su voz, dando como resultado poemas potentes y conmovedores.
La poeta estadounidense plantea sus versos como el desarrollo de una idea que encarna en una situación que involucra a una o más personas. Las imágenes se suceden en una progresión dramática que llega a su clímax en una imagen final de gran contundencia. Sucede así, por ejemplo, en el poema "Acusación de oficiales de alto rango", en el que el maltrato recibido por su hermana por parte del marido se resuelve en las siguientes líneas: "siento la/ ira de un soldado parado sobre el cuerpo de/ alguien a quien mandaron al frente de batalla/ sin entrenamiento/ ni arma."
"Las hermanas del tesoro sexual", extraído de Satán, su primer libro, marca el tono del volumen, a la vez que es la respuesta en forma de poema al mandato materno: una desobediencia que se lleva a cabo para poner cada cosa en su lugar. De las hermanas a la madre, de allí al padre, a los hijos y al esposo, los poemas se suceden como estaciones de una travesía que va del sufrimiento a la redención por la vía del amor. Olds propone en sus poemas lo que podría ser acaso la última utopía realizable: la de la vida en familia. En este punto contrasta lo descarnado de ciertas imágenes con ese ideal, que reafirma una y otra vez el carácter material de la experiencia humana sin el cual la vida del espíritu sería una caricatura.
"Qué si Dios", "Por qué mi madre me hizo", "Vuelvo a mayo de 1937", "El momento exacto de su muerte", "No sé nada", "La promesa", "El voto nupcial", "Primeras semanas" conforman una lista exigua pero representativa de esa especie de odisea que Olds formula y lleva a cabo de modo implacable. A ellos puede sumarse "Lo que me impresionó cuando murió mi padre", donde se lee: "su cuerpo recibió a la muerte, esa respiración/ final, pequeña, y después nada, ningún esfuerzo– eso/ no me impresionó pero cuando lloré/ y mi esposo se acostó sobre mí y las/ lágrimas me cubrieron la cara pelo orejas como/ si mi cabeza estuviera bajo el agua y yo/ sollocé y él me hizo callar—los niños justo/ detrás de la puerta y la esposa de mi padre/ al otro lado de una fina pared– cuando él calló mis sollozos/ apoyando suavemente su palma sobre mi/ boca casi como si pensara que mis sollozos/ podían sonar como si yo estuviera acabando, eso me impresionó".
LA MATERIA DE ESTE MUNDO
Por Sharon Olds Gog y Magog
Trad.: I. Garland e I. Di Tullio
217 páginas
$ 270