Poesía intensa y compleja
Sobre La contingencia, de Alicia Genovese
Si todavía es común el lazo entre naturaleza y poeta (y así parece demostrarlo la existencia en la poesía argentina contemporánea de obras como las de Jorge Leónidas Escudero, Diana Bellessi o Hugo Padeletti), en La contingencia –libro de Alicia Genovese que obtuvo el primer premio del Certamen Internacional de Literatura "Sor Juana Inés de la Cruz" 2014– lo es de un modo que muestra una relación compleja, íntima y tensa a la vez, que en ningún caso escamotea el drama puesto en escena entre lo que llamamos mundo natural y la presencia humana. Acaso esto se deba a la "herencia campesina" de la que la poeta expresa pertenencia, un legado que pone de relieve la dimensión física de esa relación, cuerpos en acción que deciden, en un entorno generalmente hostil, el rumbo de sus días.
Así, la poeta lleva la metáfora familiar al ámbito de la escritura: "Volver a agarrar la zapa era la expresión de mi madre/ cuando había que recomenzar/ desde la nada", se lee en "El escritorio, vacío", un poema en el cual, por rodeos sucesivos, el oficio de escribir es confrontado con la tarea manual, el trabajo de la tierra. "Cargar la zapa al hombro/ desde la herencia campesina/ y, otra vez, hacer surcos en la tierra/ para iniciar el ciclo/ […] / mientras voy vaciando/ de papeles mi escritorio./ Hojas rotas y abolladas/ proyectos ya cumplidos/ y otros,/ que se empequeñecieron/ al abrirse."
La naturaleza en la poesía de Genovese es menos un estado de gracia que una constatación: la pertenencia al mundo donde el paisaje, con el río, los pájaros, árboles y flores, signa la vida y sus ciclos. En el poema que da título al libro, la noción de naturaleza se inscribe en lo provisorio de la experiencia personal. La poeta prepara un programa de estudio que va a dar en el extranjero, en el que incluye las nociones de "poesía y paisaje". En una casa temporaria situada en un bosque, reflexiona no sin ironía sobre su situación, mientras está rodeada por los signos vitales de un territorio que, sin que le resulte ajeno, habla su propio lenguaje en el tiempo: "He aquí su contingencia: el cambio de cuadro insistente/ que provoca el vuelo/ de los cardenales, bermellones/ y sienas de las hembras,/ reponiendo en la realidad/ lo accidental".
Las dos partes que forman el libro, "El espacio vacío" y "Ligeros equilibrios", apenas se distancian entre sí. En la primera algo del orden de la iniciación se hace presente: la figura del padre en una dimensión casi épica y la evocación del pretérito tiempo de la infancia; la irrupción del amor, llamado "sed" en el poema; la conciencia de la escritura como instrumento que, si bien no completa lo que lo real irradia, al menos lo circunda, le da una voz. En "Ligeros equilibrios", cierta plenitud parece alcanzarse gracias al tiempo vivido y escrito, y lo que finalmente sucede en el lector es la palpable sensación de escuchar una música a la vez que vemos su partitura. Los versos de Genovese hace tiempo acuñaron un fraseo, un modo de dirigir el aire o sustraerlo, de entender los cortes para dar con el ritmo buscado, y en esto, el libro presenta una rigurosa unidad: "Me despierto en la atonía con palabras/ en la boca; quebradas/ en una rudimentaria sintaxis;/ son frases amorosas/ que dije, repetí/ y reconozco,/ sin pistas/ del sueño que las trae".
A la manera de quien sigue a Pascal en su determinación, cuando afirma "como la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser naturaleza", Genovese va de las azaleas al motor de un automóvil, pasa por la lluvia y se estaciona en la región de los afectos; recrea una vez más el espacio biográfico en la geografía del Gran Buenos Aires; insiste en destacar la economía de los intercambios cotidianos, entre el terrenito y la mano que lo riega o entre la mirada y una bandada de petirrojos que altera por un momento la quietud, para confirmar lo perenne; da lugar a la plegaria ("y que el calor de lo fértil/ le sea otorgado,/ y que el agua de la franqueza/ le sea otorgada"), para recordar, finalmente, que "la naturaleza no es sólo/ una armonía retórica".
LA CONTINGENCIA
Por Alicia Genovese
Gog y Magog
76 páginas
$ 170