Poder, dinero, clima, naturaleza y personas, lo que deja la COP27
En épocas de descreimiento y posverdad, es importante basar los análisis en datos objetivos y analizar la compleja realidad en base a ellos. Los últimos ocho años han sido los más cálidos de los que se tiene registro y el nivel del mar está aumentando al doble de la velocidad que en la década de 1990. Por otro lado, el informe Planeta Vivo, luego de monitorear alrededor de 32.000 poblaciones de 5230 especies en todo el planeta durante 50 años, demostró que han disminuido en promedio un 69% a nivel global y un 94% si solo se analizan los datos poblacionales de América Latina y el Caribe. Global Footprint Network anunció en 2022 que el 28 de julio la humanidad agotó todos los recursos naturales que el planeta podría regenerar en un año, indicando que para abastecer nuestras demandas actuales se necesitarían dos planetas cuando sólo tenemos uno. El resultado es que el planeta está enfermo, lo enfermamos y el síntoma más visible es el calentamiento global que nos lleva a enfrentar una doble emergencia compuesta por la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, amenazando el bienestar de la humanidad.
La COP27 inició hace dos semanas con las máximas expectativas: el abandono paulatino de los combustibles fósiles, la promoción de las transiciones energéticas, el apoyo a las soluciones climáticas basadas en la naturaleza, la concreción del financiamiento climático para evitar que el aumento de la temperatura media global ascienda por encima de 1,5°C. Como ocurre frecuentemente al cierre de las COPs nada de eso se cumplió. Las negociaciones se retuercen en discusiones de geopolítica y macroeconomía, de reclamos de acciones y responsabilidades. El poder de lobby de algunos sectores con alta responsabilidad en la crisis climática, que defienden el statu quo, operan para mantener su hegemonía y limitar el avance de políticas que promuevan el desarrollo limpio.
A pesar que el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó al inicio de la COP 27 que “estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador”, los países con mayores responsabilidades no anunciaron la implementación de las acciones urgentemente necesarias para evitar el colapso del clima, y las enormes y negativas consecuencias que los habitantes más vulnerables del planeta ya comienzan a sufrir. Lo más positivo de esta COP fue la introducción formal del concepto de pérdidas y daños y el anuncio de un fondo específico para compensar a los países más afectados por las consecuencias del cambio climático. No obstante, según Manuel Pulgar Vidal -Líder Global de Clima y Energía de WWF y presidente de la COP20 – este fondo puede transformarse en un “fondo para el fin del mundo” si los países no se mueven más rápido para reducir las emisiones y limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C.
Aunque la Argentina es sólo responsable de menos del 1% de las emisiones globales, a nivel latinoamericano es el tercer país emisor y el segundo si se analiza el nivel de las emisiones per cápita. Los argentinos tenemos parte de la responsabilidad por la crisis climática y debemos planificar nuestro modelo de desarrollo para revertir esta situación. Afortunadamente tenemos una enorme biocapacidad que nos permite avanzar en este sentido. Podemos colaborar con la transición energética global aportando gas natural -planificado el cierre de su utilización para el 2050-, podemos alimentar a una población creciente con verdaderos modelos de producción agrícola y ganadera libre de conversión y deforestación, modificar la matriz energética de nuestro país hacia verdaderas energías renovables viables en todo nuestro territorio, regenerar nuestros suelos y la capacidad productiva de nuestros bosques, pastizales, humedales y del mar aumentando así nuestra resiliencia al cambio climático. También podemos seguir haciendo lo que venimos haciendo, quejándonos por que otros no hacen nada, solo exigiendo apoyo financiero y continuar degradando los recursos del país y comprometiendo nuestras oportunidades de verdadero desarrollo.
Será responsabilidad de nuestra dirigencia política, del sector corporativo y de la sociedad las consecuencias que deriven de esa decisión.
Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina