Pocas esperanzas aún en el frente ucraniano
La invasión en Ucrania, aunque estancada en todos los frentes, continúa. Siguen estancados los avances de las tropas rusas en el asedio a las principales ciudades de Ucrania, incluida Kiev. Siguen estancadas las conversaciones políticas entre Rusia y Ucrania para lograr un alto el fuego. Y lo peor, siguen estancados los esfuerzos para proteger a las poblaciones civiles de la carnicería que se está cometiendo.
En el plano militar, Rusia avanza muy lentamente y no ha podido conquistar una sola de las grandes ciudades ucranianas, porque Kherson, que fue dada como tomada por los rusos, pasa su posesión de uno a otro bando, según ocurren ataques rusos y contraofensivas ucranianas.
Mientras tanto, Kharkiv y Mariupol -sobre todo esta última - las más asediadas militarmente por las tropas de la Federación Rusa, continúan en manos ucranianas, y ello a pesar de los cruentos ataques con misiles a las poblaciones civiles (hospitales, escuelas, universidades, edificios de viviendas) con un costo en vidas humanas atroz.
En la capital, Kyiv, y en Odessa, la segunda ciudad más importante de Ucrania y el puerto más grande por amplio margen sobre los otros, tampoco las fuerzas rusas han podido salir de la situación de estancamiento en la que están y las zonas céntricas de ambas ciudades parecen estar lejos de ser tomadas, a pesar de los incesantes bombardeos que reciben.
En el plano de las negociaciones políticas, continúa la cuarta ronda de negociaciones que, a partir de hoy, ya no serán presenciales, sino por medio de videoconferencias. Ayer se conoció, por declaraciones del canciller ruso, Lavrov, y del vocero de la presidencia rusa, Peskov, que habrían algunos acercamientos en las posiciones. Ese acercamiento, consistiría en la implementación de 15 puntos propuestos por Rusia, según refiriera un periódico británico. Los representantes ucranianos aceptaron que había un acercamiento en las posiciones pero resaltando que el mismo era muy tenue y débil.
Según se ha podido indagar sobre la propuesta rusa para detener la invasión, esta consistiría en los mismos reclamos que Rusia viene pidiendo, no ya desde diciembre de 2021 cuando rodeó a Ucrania con sus tropas, sino desde marzo del 2014, cuando anexó Crimea e invadió la región del Donbas, en ambos casos “manu militari”.
Rusia reclama que, para que exista el alto el fuego, la implementación de corredores humanitarios, y luego la retirada de sus tropas del territorio ucraniano, Ucrania debe para ello modificar su Constitución renunciando a su ambición de integrar la OTAN, adoptar una política de neutralidad al estilo Austria o Suecia, reducir fuertemente su militarización, respetar el idioma ruso dentro de su territorio en igualdad de condiciones con el idioma ucraniano, respetar la religión ortodoxa rusa en igualdad o incluso con preeminencia frente a la religión ortodoxa ucraniana o la religión greco católica (tema seguramente reclamado por el Patriarca Kiril, que nunca aceptó la escisión de las iglesias ortodoxas que se produjo en 2018) y varios otros reclamos que conforman la supuesta propuesta rusa de negociación. Nada se supo sobre si han habido reclamos rusos sobre la eventual inclusión de Ucrania en la Unión Europea.
Además de lo difícil que resultaría para Ucrania negociar en el marco de una invasión y bombardeo permanente en su territorio y fundamentalmente al bombardeo sistemático a sus poblaciones civiles, lo cual equivaldría a negociar “con una ametralladora en la cabeza”, seguramente las autoridades y pueblo ucranianos deben recordar con suma tristeza y decepción el llamado Memorándum de Budapest de 1994, cuando Ucrania cedió todas sus ojivas nucleares a Rusia (los expertos nucleares las estiman que eran aproximadamente entre 1200 y 1800, siendo por ese entonces Ucrania la tercera potencia nuclear del planeta) a cambio de que Rusia, EE.UU. y Gran Bretaña respetaran su soberanía e integridad territorial de su país de manera permanente.
A la luz de lo ocurrido en 1994 con el citado memorándum, y de lo que le ha estado ocurriendo, primero desde 2014 y más cruelmente en este 2022, ¿cuáles son las garantías que podrían ser fiables para Ucrania para garantizarse una paz permanente, el respeto a su soberanía, a su integridad territorial y a su democracia participativa y con alternancia? Difícil dilema, por cierto.
Todas estas cuestiones encerradas en ese pregunta, representan, además, un espejo que la autocracia del presidente Putin prefiere soslayar para no mirarse en ese espejo del país vecino que lo incomoda muy profundamente.
Todos esos justos reclamos de Ucrania no han sido respetados, primero por la Federación Rusa obviamente, pero tampoco por Occidente, que ha mirado para otro lado (como lo reflejan los “garantes” EE.EU. y Gran Bretaña desde 2014 hasta la actualidad.
Se hace así muy difícil para Ucrania encontrar “socios” que le garanticen su seguridad permanente como país. Así se lo ha hecho saber en el día de hoy el Presidente Zelenski, en conversación con el canciller alemán Olof Scholz, al haber acusado a Alemania de abandonar a Ucrania desde 2014 por mantener durante años una relación con la Rusia de Vladímir Putin que ha priorizado la economía por sobre otras cuestiones.
Tanto Alemania como Francia, junto con Rusia y Ucrania, formaban parte de lo que se ha dado en llamar “el cuarteto de Normandía”, por medio de la cual sus negociaciones implementaron los Acuerdos de Minsk I y Minsk II, que pocos y nulos resultados obtuvieron para lograr la paz y la seguridad en Ucrania desde 2014, Acuerdos que Rusia dio definitivamente por concluidos y obsoletos el 21 de febrero último al reconocer como “independientes” a los territorios invadidos de la región del Donbas ucraniano, puntapié inicial para la invasión a todo el territorio ucraniano apenas tres días después.
Pocas esperanzas parecen entonces avizorarse para que Ucrania encuentre la suficiente “masa crítica de soluciones” para detener, con claras, precisas, y creíbles garantías, esta cruenta invasión y que con ella cesen los infames padecimientos y sufrimientos que se le infringen a las familias ucranianas.
Alberto Alonso fue embajador argentino en Ucrania