Pobreza, la cara oculta del Reino Unido
Los disturbios recientes en Londres y otras ciudades mostraron, entre otras cosas, los fuertes contrastes que dividen a la sociedad británica, que pese a pertenecer al Primer Mundo exhibe llamativos índices de inequidad: trece millones de personas viven bajo la línea de pobreza, mientras que el 10 por ciento más rico tiene 273 veces más que el 10 por ciento más pobre
LONDRES
Melisa es una madre soltera. Desde hace años, está obligada a compartir la única cama que tiene en el living con su hijo más pequeño. Sus otros tres niños duermen en una habitación ínfima, la única del departamento. Hasta hace poco, no tenían ni camas.
A veces, Melisa tiene que elegir entre calentar la comida o prender la calefacción, aunque afuera haga varios grados bajo cero. El dinero no alcanza para pagar el gas para ambos. Aunque el nombre es ficticio, la historia es real y proviene de Londres, una de las capitales más ricas del planeta.
Los números cuentan la otra parte de la historia: un informe publicado por las Naciones Unidas a fin de 2010 ubicó a Gran Bretaña en el segundo puesto entre los países más desiguales de Europa, sólo detrás de Portugal.
El informe, Indice de Desarrollo Humano, que evalúa niveles de ingreso, educación y salud para establecer progresos y desigualdades en todos los países del mundo, señala además que Gran Bretaña bajó al puesto 26 en el ranking mundial en los últimos cinco años. Alemania se ubicó en el puesto número 10; Francia en el 14, y otros, incluyendo a Grecia, España e Irlanda, obtuvieron todos mejores resultados que Gran Bretaña.
Coincide con este trabajo un estudio hecho recientemente por la Universidad de Sheffield -una de las más prestigiosas del país-, según el cual Gran Bretaña, la sexta economía más próspera del planeta, es la nación más desigual de Europa. Más de 13 millones de personas viven bajo la línea de pobreza, y uno de cada cinco adultos y uno de cada cuatro niños no generan el dinero suficiente para pagar un techo, comida y calefacción.
La gran mayoría de los pobres de este rincón del Primer Mundo son niños, mujeres y miembros de minorías étnicas, y muchos viven en Londres, donde el 20% de las personas cuentan con el 60% de la riqueza. En la ciudad del Big Ben y la que será hogar de los próximos Juegos Olímpicos, el 10% más rico de los ciudadanos tiene 273 veces más que el 10% más pobre.
"La brecha de riqueza en Londres ha creado una división social tan grande que ahora se parece al sistema de castas de la India, donde las personas sólo se mezclan con aquellos que ganan lo mismo que ellas y muy poco con los otros," afirmó Danny Dorling, profesor de la Universidad de Sheffield y autor del estudio, Injusticias: por qué existe la inequidad social .
Según ese mismo estudio, este abismo queda plasmado en la diferencia en la expectativa de vida de personas en diferentes estratos sociales. En 2008, una mujer nacida en uno de los barrios más privilegiados de Londres tenía una expectativa de vida de 88 años y nueve meses. En Glasgow, una de las ciudades más pobres del Reino Unido, la cifra baja a 77 años.
"Los más ricos ya ni piensan en enviar a sus hijos a las mismas escuelas que el resto, o ir de vacaciones a los mismos lugares, o tener salarios que se acerquen a la media nacional o depender de los mismos servicios de salud. Por lo que pudimos ver, no hubo otro momento en la historia en el que tantas personas en países como el Reino Unido no se sintieran parte de la sociedad", dijo Danny Dorling.
Caos, política y marginalidad
En los últimos días, los diarios británicos se llenaron de notas de opinión, comentarios y debates de especialistas, políticos, profesores y ciudadanos que intentaban, de alguna forma, explicar las razones de los disturbios que dejaron cinco muertos, decenas de negocios incendiados y una sociedad en shock.
Mientras el primer ministro David Cameron promete más mano dura, castigos ejemplares a los protagonistas de los disturbios y la recuperación de los "valores" de la sociedad británica, otros apuntan a los problemas de fondo que pueden haber originado las protestas.
Aunque quedó claro que los protagonistas de los disturbios no pertenecen a ningún grupo social, de género o étnico particular (se ha visto todo, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, personas de zonas marginadas y ricos), lo que es cada vez más evidente es que la inequidad social es un problema de larga data, que se ha preferido ignorar.
"La pobreza y la inequidad en el Reino Unido ha sido un problema constante en los últimos años. Mucha gente no ha sido incluida en el crecimiento económico del que gozó el país", dijo a Enfoques Helen Longworth, jefa de Políticas de Oxfam, una organización humanitaria con sede en Oxford. "Habiendo visto los lugares en los que muchos de los disturbios tuvieron lugar, veo que hay una gran correlación entre lo que los protagonistas de los disturbios han hecho, la situación de pobreza en la que viven y la falta de igualdad social", agregó.
En ciudades como Londres, Manchester y Birmingham, no es difícil ver esa diferencia. Gran Bretaña es un país que alberga dos mundos que a veces conviven a pocas cuadras de distancia entre sí: en un barrio, las celebridades más famosas comparten café con banqueros multimillonarios, y a pocas cuadras una familia no logra generar suficiente dinero para pagar la calefacción en invierno o comer tres veces al día. El telón de fondo es una sociedad obsesionada por el consumismo, donde tener el último modelo de zapatillas o el teléfono móvil de moda es la (casi exclusiva) muestra del éxito.
"Camina en las escaleras de los monoblocks con tu bebe en un cochecito tratando de evitar pisar los condones, las jeringas que verás en el suelo hasta llegar al ascensor donde lo mejor que podés esperar es sobrevivir el olor a orina y lo peor es que te violen? no es un ataque aislado contra la dignidad, es una humillación repetida, ser un desposeído constante en una sociedad rica", escribió la activista Camila Batmanghelidjh esta semana en The Guardian.
La trampa de la pobreza
"Ser pobre en el Reino Unido significa tener que tomar decisiones muy difíciles cada día. Un hombre que conocí hace poco me decía que para comer compraba una lata de tomate y una de carne picada. El quería comerlo con arroz, pero la plata no le alcanzaba para pagar el gas para cocinar el arroz", dijo Longworth.
Los especialistas aseguran que aun en países como el Reino Unido, donde los sistemas de seguridad social ayudan a aquellos con menos ingresos con dinero para comida y casa, es fácil caer en la pobreza.
La situación pareció agravarse tras la más reciente crisis económica, que afectó particularmente el mercado inmobiliario en la mayor parte de Europa. Con 9000 propiedades ejecutadas en el país en 2011 (a las que se suman varios miles de años anteriores), expertos en temas de vivienda aseguran que la situación esta llegando a un punto crítico.
Rachel Orr, encargada de campañas de Shelter, una organización que trabaja para proteger el derecho a la vivienda, explicó a Enfoques que la falta de viviendas adecuadas es clave en la crisis de pobreza. En el Reino Unido, parte del problema es que los proyectos de construcción de viviendas accesibles no son lo suficientemente extensos como para frenar los efectos de la crisis. "El tema de la falta de viviendas es un problema enorme en Londres. El alto costo de las casas es problemático porque gran parte de lo que una familia gana tiene que gastarse en eso. El problema es que no tenemos suficientes casas para que la gente viva", dijo Orr.
La especialista insiste en que la necesidad de un hogar adecuado es tan importante como la salud o la educación. "Si se invierte en este sector y se asegura que la gente tenga un lugar donde vivir, se puede ahorrar en otros sectores. Los chicos que viven en una casa donde no hay lugar para hacer los deberes no van a obtener los mismos resultados que otros chicos, y el que vive en una casa de muy mala calidad puede tener problemas de salud, y eso tiene un impacto en el sistema público", explicó Orr.
Activistas como Orr y Longworth temen que, como respuesta a los disturbios, el gobierno conservador quite los beneficios sociales a quienes participaron de las revueltas. Aseguran que ello no haría más que agravar los problemas de una sociedad que ya ha dejado afuera a gran parte de sus miembros. Lo que exigen, en vez, son planes de integración que aseguren que todos en el país tengan la oportunidad de acceder a una vida digna.
"La pobreza en Gran Bretaña es un tema tabú, escondido, porque aquellos que viven en situación de pobreza son vistos como gente que se aprovecha del Estado social. En el discurso político y social son vistos como gente que no contribuye a la sociedad. En los países desarrollados, vivir en la pobreza está muy estigmatizado", dijo la experta de Oxfam.
Se dice que Gran Bretaña está, de a poco, recuperando la "normalidad". Algunos se cuestionan cuál es, exactamente, esa normalidad.
Polémica por la visión racista de los disturbios
Las polémicas que envuelven cada detalle de las revueltas que sacudieron a Gran Bretaña hace menos de una semana no dan tregua.
Por un lado, el premier David Cameron y varios de sus ministros exigieron mano dura, castigos ejemplares, mayor control en las redes sociales y la posible cancelación de beneficios sociales para los que hayan participado en los disturbios.
Por el otro, activistas comunitarios que trabajan en los barrios más marginales del país aseguran que el gobierno está reaccionando sin analizar las causas de la crisis que está enfrentando.
En medio, analistas políticos, psicólogos, profesores, sociólogos, presentadores de televisión y vecinos no han ahorrado espacio ni tiempo para dar sus propias opiniones y observaciones sobre los hechos.
El último en la fila –y quien ha generado la reacción más crítica hasta ahora– ha sido el historiador británico David Starkey, quien, refiriéndose a disturbios en la última edición de Newsnight, el principal programa político de la BBC, dijo: "El problema es que los blancos se han convertido en negros".
"Un tipo particular de violencia, destructiva, perteneciente a la cultura nihilista, lo «gángster» se ha convertido en una moda. Y blancos y negros, chicos y chicas, ahora operan en este lenguaje juntos", agregó.
Durante 10 minutos en el horario central de uno de los canales más vistos del Reino Unido, Starkey debatió y defendió su teoría de la culpabilidad de lo que llamó la "cultura negra" de los disturbios.
Las críticas no tardaron en llegar. Twitter se plagó de mensajes que demonizaban tanto al analista (uno de los mejor pagos de la BBC) como a la propia presentadora del programa por no haber refutado el análisis del historiador.
En una nota de opinión publicada por el matutino The Guardian, la comentarista Dreda Say Mitchell, quien había estado presente en el ya famoso programa, dijo: "Por suerte, la respuesta a lo que dijo Starkey fue abrumadoramente negativa. Me han bombardeado con mails y tweets de todas partes del mundo, y en un 99 por ciento encontraron los comentarios ridículos o cómicos".