Pintados de verde
Es cierto, la historia argentina está plagada de ejemplos que parecen justificar este tipo de decisiones. Si algo no funciona, funciona mal o hay corrupción (o todo eso junto), “¡afuera!” (como acostumbra a decir Javier Milei), sin importar si son políticas de apoyo o contención necesarias y, en todo caso, corregir los desvíos o castigar los delitos.
El kirchnerismo fue casi una escuela en estas cuestiones: buenas iniciativas como las políticas de género, el apoyo a las víctimas de discriminación o el impulso a la industria audiovisual empezaron con buenos discursos y terminaron de la peor manera: desde enormes estructuras de empleo público militante e ineficiente hasta la expresión más cruel de la violencia de género que habría aplicado el expresidente Alberto Fernández contra su exmujer. ¿Había que eliminarlas de cuajo? En todas esas áreas hay también gente capacitada que hace bien su trabajo y trata de cumplir sus objetivos.
El propio Milei, al referirse al episodio Fernández-Yañez, calificó como “una causa noble” la igualdad de género. No es, por cierto, su única contradicción. “Ellos pueden golpear, maltratar, violentar, robar y cualquier otra atrocidad pintados de verde”, dijo alguien que maltrata diariamente a quien se le oponga. Aunque no se pinte de verde.