Pinamar se reinventa
Pinamar cambia de piel o, al menos, se encuentra a la búsqueda de recuperar algunas de sus raíces perdidas.
La llamada "Playa Verde" explotó mediáticamente en los noventa cuando parecía la meca veraniega de la mayoría de los políticos, empezando por el entonces presidente Carlos Menem , que solía visitar a su hermano Eduardo, habitué del balneario. El asesinato de José Luis Cabezas , en enero de 1997, oscureció la ciudad con la sombra de Alfredo Yabrán y por mucho tiempo quedó flotando una atmósfera extraña.
Otras postales polémicas empiezan a diluirse lentamente: las estridencias de los stands comerciales sobre la avenida Bunge, el rugir de los cuatriciclos a toda hora, la movida nocturna alterada, los episodios repetidos de inseguridad. Y casi no quedan construcciones de cemento sobre la playa con el fin de recuperar más metros de arena.
Pero hay algo mucho más original que empieza a tomar cuerpo: convertir a Pinamar en un parque escultórico a cielo abierto que ya esparce en lugares públicos sesenta obras de Antonio Pujía, Marta Minujín, Ricardo Carpani, José Fioravanti, Lucio Fontana y Carlos Alonso, entre varios otros consagrados.
Arte y naturaleza para restañar heridas, la mejor medicina.